06/12/2025
Padre Joaquín, cura exorcista y villero: “Yo, que soy recontrarracional, empecé a ver cosas que no respondían a lo que podía explicar”
Fuente: telam
“Es a contramano que yo haga esto, pero soy un soldado fiel”, dice este sacerdote del conurbano bonaerense. Cuando le contó a Francisco lo que le estaba pasando, éste lo hizo nombrar exorcista por el obispo. “Soy el cuatro de copas de turno que Dios usó, y mientras tanto fui acompañando gente”, dice
>El sacerdote católico Joaquín Giangreco (42) es párroco de Nuestra Señora de Itatí, en Trujui-Moreno, y atiende también nueve capillas de la zona. Tiene un alto compromiso social en su barrio y con su comunidad, especialmente con quienes padecen adicciones ya que lleva adelante un Hogar de Cristo con atención a varones y a mujeres, recibiendo sus vidas como vienen.
Algunas definiciones del padre Joaquín:
- —Hace unos años me contaste que sos sacerdote exorcista. No solamente se despertó mi curiosidad sino que es la primera vez que tengo a una persona amiga a quien le puedo preguntar a fondo y sin vergüenza qué significa ser un sacerdote exorcista. —Un básico: lo de exorcista depende del obispo en cuanto al nombramiento. Yo soy el primer exorcista que conocí en mi vida. Así como están los Hogares de Cristo, el club de la parroquia, las ollas populares… también van surgiendo —en este ser cura en los barrios bien humildes— otras necesidades de la gente: muchos llegaban con consultas por temas espirituales. Yo, que soy recontrarracional, si me hubiesen venido a buscar en otro tiempo, quizás hubiese respondido acompañando con caridad desde mi abrazo pastoral porque a priori tenía la certeza de que era algo más psicológico. Como lo espiritual ordena lo psicológico —salvo una patología grave— iba viendo que en el acompañar o rezar se iban ordenando ciertas cosas. Pero, de golpe, algo se excedía… más de una vez lo llamé a mi director espiritual y le decía: “O existe la sugestión colectiva en la que podemos todos ver que algo flota o acá hay algo distinto >—¿Cuándo empezaron estas percepciones de que algo realmente distinto estaba pasando y no encajaba con los cánones que venías manejando?—Hace 9 años, cuando volví de Santiago del Estero al Gran Buenos Aires, a los pocos meses de llegar. Si bien desde la caridad acompañaba a estas personas, internamente no me terminaba de convencer de que podía ser real. Mientras más me comprometía con la gente, empecé a ver cosas que ya no respondían a lo que uno podía explicar.
—¿Qué viste?—Lo primero que recuerdo como evidente fue estar hablando con una persona y que desde la esquina de este mismo lugar (N. de la R.: el escritorio del padre Joaquín) vuele un jarrón y reviente contra una pared: no había manera de que eso sucediera. Ya venía viendo cosas en las miradas o que de la nada notaba que la persona con la que estaba hablando cambiaba el color de sus ojos, o que cuando me hablaba sentía que estaba con un ser que era mil veces más inteligente que yo, que durante la charla me sometía, era evidente que no podía ser la persona con la que venía hablando: la persona había cambiado. A esas cosas siempre les busqué una explicación, pero que vuele un florero… —…aunque no fue lo más impresionante que pasó pero fue lo que a mí me mostró que no había chance de que yo negara que había una acción demoníaca concreta. Hasta ese momento, ¿qué era lo que más veía? Lo que todos sabemos de la acción ordinaria: la tentación, por ejemplo. A los lugares adonde voy siempre trato primero de discernir, “el coludo te está comiendo la oreja…” También ocupa una parte importante la cuestión de la sensibilidad y cómo trabajar las heridas, tener hábitos virtuosos que te ayuden a seguir el camino a Dios. Yo creía que existía satanás pero nunca se me cruzó que realmente podía tener este tipo de intervenciones.
—Avanzaba el bien y avanzaba el mal.
—¿Cómo, cómo?
—¿...afuera de qué?
—Recién hiciste un comentario sobre que el demonio te habló. ¿Vos lo escuchás?
—¿Estamos conviviendo con los bichos y los ángeles buenos?
—¿Estudiaste, te formaste…?
El “prontuario” del padre Joaquín radicaba en que no creía en lo que vivía cotidianamente porque no había una lógica que entrara en la suya al describir los acontecimientos “especiales”: cuando él imponía las manos a las personas y se desmayaban, les decía “no me actués…” De hecho, cuando fue a contarles estas vivencias a obispos les decía con sinceridad que a él mismo le costaba creerlas.
“Una es la posesión diabólica —lo que habitualmente se ve en las películas— y que sucede cuando el demonio o los demonios, que generalmente son muchos, de una manera despótica pueden mover el cuerpo de la persona”, define Joaquín y completa: “En el lenguaje universal que se usa en este tema sería el tiempo de crisis que es cuando entran en trance. Los umbanda le llaman ‘incorporar una entidad’. Lo concreto es que ese espíritu maligno —porque así no funcionan los ángeles— tomó el control de tu cuerpo pero no puede ir en contra de la naturaleza”.
—¿Y las otras dos expresiones?
—Soy muy impresionable… (risas)
Joaquín pone el acento en la importancia de que la Iglesia esté abierta a recibir estas inquietudes:
En el cine, la tele y plataformas diversas —y ojo que la literatura les lleva centurias de ventaja a las producciones audiovisuales— muchos hemos visto contenidos de terror diabólico en los que un personaje realiza con su cuerpo movimientos y acciones imposibles para un humano. ¿Qué hay de real en esto? El padre Joaquín nos ilustra desde un caso concreto que enfrentó:
—¿Qué pasó, entonces?
—Volvamos a la formación que recibiste.
“La Iglesia en el rito del exorcismo dice que quienes están atravesando estas situaciones extraordinarias podrían tener conocimiento de cosas que no serían de su ámbito o posibilidades”, dijo Joaquín recordando un caso. Luego mencionó a la única dimensión que los humanos no manejamos, por lo menos hasta ahora: el tiempo.
“Hay que comprender que los tiempos de los demonios no son los mismos que los nuestros. Algunas veces recé el rito del exorcismo en latín porque no había chance de que la persona lo entendiera. ¡Ni yo sé latín! Imaginate esta situación: yo le daba la orden al bicho para que me dijera su nombre y nada; de golpe, a los tres días la persona entraba en trance y escribía todo un texto en latín. Los teólogos tomistas nos hablan de que los tiempos de los ángeles tampoco son los humanos: su sucesión temporal no actúa por segundos. Acá es donde también se pone a prueba la fe: la orden que le diste la cumple pero no en el tiempo en el que vos esperás, tenés que confiar, también tenés que saber que el demonio te boludea, si se me permite la mala palabra”. —¿Siempre fuiste el mismo enfrentando a “los bichos”?
—Me surgen muchas preguntas, Joaquín. Cuando en la misa hacemos exposición del Santísimo Sacramento y después el sacerdote nos va bendiciendo con Él a su paso –y esto lo vengo viendo en muchas partes de Argentina, en parroquias perdidas en el medio del campo– la gente se cae como moscas al suelo.
—¿Esto te pasó?
—…te lo hace evidente.
—¿En los seminarios no se habla de este tema?
—¿Y vos cómo estás con esta convivencia entre exorcismos, presencias demoníacas y, a la vez, la permanente invocación a Dios?
—¿Cómo te estás llevando con vos mismo?
—Esto nos aumenta la fe.
—Y Pío fue muy potente.
—¿La misa sucede igual aunque el cura esté en pecado mortal y no crea en lo que está celebrando?
—De esto siempre hablaba Bergoglio y después Francisco.
—¿Monseñor Fernando Maletti?
—Epa.
—No te bajés tanto el precio…
—O sea que el 14 de marzo del 2013 él se acordó de vos.
“Desde mi experiencia de ser exorcista más valoro lo que hacemos en la diaria como Iglesia”, sostiene el padre Joaquín. “Algo muy fuerte es cuando vos ves cómo los bichos se mueven y lo que buscan. Que a un pibe vos le enseñes, por ejemplo, que las cosas materiales no duran porque o se la comen los bichos, la polilla o la herrumbre o el tiempo… de hecho vos me conociste joven, mirá cómo el tiempo me echó perder los materiales (risas), o te los afanan. Si lo que dijo Jesús vos lo aprendés y lo tomás, ya sabés que el coludo hace lo opuesto. Así como Dios siembra la semilla, el otro, la cizaña”.
Retoma Joaquín desde realidades concretas que afectan en lo extraordinario: “Que los jóvenes en vez de ser individualistas estén descargando un camión de Cáritas, eso es horrible para satanás. Y si sentís que lo precisás, acercate a la Iglesia y si el cura de tu barrio —por lo que sea, porque está pasado de rosca o porque el bicho es muy astuto— no te dio bola, no hay que enojarse con los curas, porque quizás hasta a mí que estoy en tema se me escapa uno”.
—Soy un sobreviviente. Sé que me ama, que me acompaña, pero la que más me sostiene es la Virgen. Se hace más presente. De hecho la nombran todo el tiempo…
—Los demonios.
Fuente: telam
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