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04/12/2025

La NASA advierte que la basura espacial puede afectar a los telescopios: “Un experimento descontrolado”

Fuente: telam

La proliferación de satélites altera la visión del cosmos, dispara el riesgo por objetos que caen y compromete la detección de asteroides. Los hallazgos son “realmente aterradores”, afirmó uno de los astrónomos

>El cielo dejó de ser un territorio silencioso y estable. Durante la última década, el crecimiento acelerado de Lo que empezó como una carrera por mejorar las La Los Y mientras los instrumentos luchan por distinguir galaxias o explosiones distantes, la En este escenario, el impacto sobre la detección de asteroides potencialmente peligrosos deja de ser un tema técnico y se convierte en una preocupación global.

La advertencia inicial sobre este fenómeno llegó de la mano de un estudio de la NASA El cálculo incluye principalmente las megaconstelaciones destinadas a servicios de internet satelital, lideradas por la iniciativa Starlink de “Que Según él, este aumento exponencial representa un problema “muy grave” porque “nos deja ciegos”. El ejemplo más concreto es el La NASA estima que los satélites ya interfieren en la mitad de sus imágenes.

Los resultados fueron sorprendentes incluso para especialistas que siguen el tema desde hace años. Con los 560.000 satélites que ya figuran en planes de lanzamiento, las estelas luminosas afectarán entre el 40% y más del 96% de las imágenes, según el instrumento. En algunos casos, una sola fotografía podría incluir hasta 92 trazos. La cifra sube a 165 cuando se proyecta un millón de satélites en órbita, un escenario que ya no parece improbable.

La interferencia tampoco se limita a objetos cercanos. Las estelas dificultan la detección de eventos raros y fugaces, como estallidos de rayos gamma, explosiones extremadamente energéticas que ofrecen información sobre la estructura del cosmos. La ciencia espacial pierde eficiencia y, con ella, se reduce la capacidad de anticipar amenazas reales.

La NASA describe este fenómeno como un “experimento de geoingeniería descontrolado”. No se trata de una metáfora poética, sino de la constatación de que la presencia masiva de satélites cambia el estado del cielo nocturno.

La luz reflejada altera observaciones desde tierra y desde el espacio, y la acumulación de objetos muertos en órbita forma un cinturón artificial que no existía en la historia de la Tierra.

La contaminación visual no es el único problema. La saturación de la órbita baja produjo un aumento notable en las maniobras que los satélites operativos deben realizar para evitar colisiones. Solo en la primera mitad de 2025, SpaceX informó más de 144.000 maniobras de evasión, lo que equivale a una cada dos minutos. El dato ilustra un cielo orbital convertido en autopista abarrotada.

La superficie terrestre no queda exenta de la amenaza. En los últimos dos años se registraron varios episodios que demuestran la magnitud del problema. En marzo de 2023, un fragmento metálico de 0,7 kilos perforó el techo de una casa en Florida. La NASA confirmó que provenía de una batería descartada desde la Estación Espacial Internacional. El hijo del dueño de la vivienda estaba en una habitación cercana en el momento del impacto.

En 2024, un fragmento de un cohete Falcon 9 cayó cerca de un depósito en las afueras de Poznan, en Polonia, y otra pieza apareció en un bosque cercano. Un mes después, en Canadá, parte de un satélite Starlink aterrizó en una granja de Saskatchewan. Episodios similares se documentaron en Australia y África.

SpaceX afirma que sus satélites Starlink están diseñados para desintegrarse por completo. Beck contradijo esa declaración después de estudiar réplicas en túneles de viento. Identificó componentes de titanio y aleaciones especiales capaces de resistir temperaturas extremas. Según su proyección, en satélites de aproximadamente 800 kilos podrían caer dos o tres fragmentos significativos.

Un El avance acelerado de la industria explica la urgencia. Con casi 13.000 satélites activos hoy y previsiones que superan los 100.000 para la próxima década, la órbita baja se transforma en un ecosistema frágil y vulnerable. La Agencia Espacial Europea anticipa que tres piezas de satélites o cohetes caen por día y proyecta que, hacia mediados de la década de 2030, ese número subirá hasta llegar a decenas diarias.

El impacto ya no afecta solo a misiones científicas: compromete la seguridad planetaria, la calidad de los datos que permiten anticipar amenazas reales y la estabilidad de un entorno que la humanidad utilizó durante décadas sin imaginar que podía saturarse.

En un planeta que depende de satélites para comunicaciones, clima, navegación y defensa, la respuesta determinará no solo el futuro de la astronomía, sino también el de la vida cotidiana en la Tierra.

Fuente: telam

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