27/10/2025
El helado de la libertad: la infancia de Dacia Maraini en un campo de concentración japonés
Fuente: telam
En “Vida mía”, la escritora italiana reconstruye los años que pasó prisionera durante la Segunda Guerra Mundial. Sus padres se habían negado a jurar fidelidad al fascismo
>“Era una exquisitez que conmovía el alma. Tenía el sabor de la libertad y de la aventura.” Una niña de ocho años, con el cabello rapado por los piojos y el estómago vacío, sostiene entre las manos un cucurucho de helado. Acaba de salir de un campo de prisioneros en Japón. Un soldado estadounidense se lo ha dado como gesto de bienvenida al mundo. Ella lo prueba despacio, sin entender del todo qué significa estar libre. Aquel sabor —dulce, frío, desconocido— se le graba en la memoria como la primera sensación de vida después del hambre.
La autora de esa escena, Dacia Maraini, es una de las voces más reconocidas de la literatura italiana contemporánea. Novelista, poeta y dramaturga nacida en Fiesole en 1936, creció entre Florencia y Japón, y dedicó su obra a explorar la libertad, la dignidad y la memoria. En Vida mia -que en español publica la editorial Altamarea- reconstruye su propia infancia durante la Segunda Guerra Mundial, cuando fue encerrada con su familia porque sus padres, Fosco Maraini y Topazia Alliata, se negaron a jurar fidelidad al régimen fascista de Mussolini.Maraini escribe: “Habíamos tenido hambre, siempre hambre.” Esa frase, repetida a lo largo del libro, es el eje de un testimonio sobre la carencia y la resistencia. En el campo de Nagoya, el arroz se repartía en cucharadas y el silencio era ley. La niña observaba los gestos de su madre, que enseñaba a dibujar sobre la arena y a conservar la calma cuando los guardias gritaban.Antes del campo de concentración, la familia vivía en Kyoto y estaba integrada en la cultura japonesa. Fosco enseñaba en la universidad y Topazia participaba en encuentros contra la guerra. “El sueño era la paz”, escribe Maraini. Pero la paz se quebró cuando las autoridades exigieron el juramento de fidelidad al fascismo. Los padres se negaron, y con ello condenaron a la familia al encierro.
En medio de la penuria, Topazia Alliata se convierte en símbolo de dignidad. Decide organizar una huelga de silencio para protestar por los abusos de los soldados. “Era el único modo de hacerse oír, incluso fuera del campo”, escribe su hija. La resistencia adopta formas mínimas: escribir, callar, observar, cuidar.
Hacia el final del libro, la autora afirma: “Desde entonces no he soportado más las mentiras del poder ni la arrogancia de la violencia.” Vida mia es la prolongación de esa promesa: narrar para no repetir, recordar para no callar.♦ Dacia Paola Maraini nació en Fiesole, el 13 de noviembre de 1936. Novelista, poeta, dramaturga, ensayista y guionista cinematográfica, pertenece a la generación de los años treinta y es una de las autoras italianas más traducidas.♦ Entre sus títulos más reconocidos figuran La lunga vita di Marianna Ucrìa (Premio Campiello, 1990), Buio (Premio Strega, 1999), Isolina, Bagheria, La nave per Kobe y Trio.
Fuente: telam
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