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16/08/2025

Viven en un hogar para adultos mayores y lanzaron su canal de streaming: “¿Cómo nos íbamos a imaginar estar en YouTube?”

Fuente: telam

La más joven tiene 79 años. Todo empezó en un taller de radio y fueron por más. Sus nietos festejan los contenidos que producen

>Roberto parece distraído, cansado, o las dos cosas. Tiene 88 años y alguien empujó su silla de ruedas para ayudarlo a quedar en el lugar indicado de la mesa. Parece distraído o cansado hasta que escucha su nombre, la contraseña de que ha llegado su turno para hacerse escuchar. Entonces, como un rayo, la sonrisa le atraviesa la cara y ese pensamiento que venía cocinando se traduce en palabras que elige con calidez, con convicción y sin apuro. En un rato dirá que lo que tiene para transmitir, sobre todo, es “sabiduría, experiencia e historias”.

Hablan de la música y de los músicos que admiran, de los tiempos que pasaron y de los que corren, de los temas actuales que eligen estudiar para mantenerse al día. Cuentan chistes que rematan la emisión del día, contraponen sus miradas, se ponen de acuerdo, disienten, se escuchan y se hacen escuchar. Aflojan la espalda contra el respaldo de la silla cuando el operador hace la seña de que la grabación terminó. Agarran el bastón o el andador, si les hace falta, y salen del estudio al que tanto les gusta volver.

Cada semana, entre veinte y cuarenta y cinco personas forman parte de ese taller en la residencia en la que viven, con mayor o menor grado de autonomía, unas trescientas personas. Algunos de esos participantes se animaron a más: además de sumarse al taller, se meten algunas veces por semana al flamante estudio de streaming que el hogar, una institución ya emblemática dentro de la comunidad judía, inauguró tras recibir una donación que destinaron a esa innovación en su edificio de Chacarita.

Elías “Moshé” Eisenclach tiene 88 años como Roberto. Vivió en un kibutz, fue tornero y trabajó como viajante de juguetería durante casi cuatro décadas. Desde Neuquén hasta La Quiaca, en auto, siempre con la misma compañera: la radio. “La primera vez que vine al taller no me gustó, pero volví. Y me enganché, me empecé a sentir cómodo. Ahora la radio se ve, pasó por muchos cambios tecnológicos pero sigue ahí, haciendo compañía”.

Moshé es el especialista en llevar humor a la mesa del streaming, además de uno de los comentaristas más frecuentes de “A diario”, el ciclo del canal Estudio Ledor en el que algunos de los residentes del hogar discuten algunas de las noticias del día. Puede ser la historia de un hombre que decidió casarse con sí mismo o el crecimiento constante del consumo de huevos entre los argentinos: Moshé, Lidia, Mirta, Horacio o Roberto siempre tienen algo para aportar delante del micrófono y la cámara.

“La representación de los viejos en la sociedad y en los medios de comunicación es que son los jubilados o las víctimas de una entradera en una casa. Todo eso existe, pero también hay otra versión de las personas mayores: los que tienen historias para contar, deseos de aprender y de compartir lo que ya saben, inquietudes e intereses que no sabían que tenían”, suma Katz, y agrega: “Venimos del paradigma de asilos, un lugar que funcionaba como antesala de la muerte, como un ‘depósito de viejos’. Eso va cambiando y aparece la idea de ‘entró en la residencia y se fue para arriba’ en vez del ‘se fue para abajo’ de antes”.

Según el especialista, existe un prejuicio alrededor de los adultos mayores, por parte de la sociedad e incluso de ellos mismos, que implica despreciar las ideas que puedan compartir. “¿Sabés cuántos dicen ‘a nadie le va a importar lo que pensamos porque somos viejos’? Tratamos, a través de muchas actividades, de desmontar esa idea. Y el streaming busca que tengan una voz, que sean parte de la conversación que hasta ahora no los incluye”, describe Katz.

“En el hogar me invitaron a dar clases y di algunas. Participo de muchos talleres: teatro, periodismo, huerta. Y me sumé al de radio. Ahora tengo mi columna: ‘Los viajes de Lidia’. Tuve la suerte de viajar mucho, así que conté por ejemplo cuando estuve en Egipto, en la zona de las tumbas de los faraones, o en Marruecos. Escribo sobre los viajes y con eso armo la columna”, explica.

También, como Roberto, Mirta, Héctor y Elías, ha participado de la mesa del “Consultorio de Expertos”. En ese segmento, oyentes y visitantes del hogar dejan sus dudas para que los más experimentados les hagan sus recomendaciones. A veces se trata de la mejor comida para preparar rápido si uno vive solo, a veces se trata de si conviene o no estrechar lazos románticos en el trabajo. Siempre alguien -o varios- en la mesa tienen algo para aportar, entre el humor, el consejo y la total asertividad.

Mirta Rosemberg es profesora de Historia. Dio clases en escuelas secundarias y en la universidad. Hasta hace no mucho tiempo, salía dos veces por semana del hogar de la Fundación Ledor Vador para ir a participar de distintos cursos en el Club Náutico Hacoaj. “Pero ahora voy una sola vez, dejé talleres como el de literatura, porque me quedo en el hogar para no perderme el taller de radio. Me encanta lo que hacemos, no me imaginé a dónde iba a llegar”, cuenta.

“A mí me propusieron que hiciera una columna sobre Historia, pero enseguida propuse otra cosa. Yo no quería que la columna fuera sobre algo aprendido, sino sobre algo por aprender, así que mi idea fue que sea sobre algún tema de actualidad. No sobre una noticia del día, pero sí sobre temas que son actuales ahora mismo: hice sobre Inteligencia Artificial, por ejemplo. Yo para armar una columna de cinco minutos leo toda la semana, investigo, me compro algún libro. Entonces eso me mantiene activa, pensando, aprendiendo, conociendo cosas nuevas”, describe Mirta, la más joven del grupo más estable de Estudio Ledor: tiene 79 años.

Copman vive hace más de dos años en el hogar y su columna, “La escena”, es biográfica: cuenta la vida de músicos y de humoristas que admira. La que más le gustó hacer fue sobre Lalo Schifrin, también disfrutó la de Astor Piazzolla.

“Todo lo que sea un proyecto nuevo a esta altura de la vida es estimulante y genera entusiasmo. Todos nosotros estuvimos ocupados toda la vida y ahora el tiempo sobra, uno a veces no sabe qué hacer con el tiempo. Entonces tener una actividad, y que encima otros la valoren, se siente muy bien”, reflexiona Héctor.

“En muchos casos, los años de la vejez son años de soledad no deseada”, coinciden Presman y Katz. Compartir el espacio físico y algunas actividades cotidianas es una vía para que ese escenario solitario no sea el único posible para una población que, en medio de un envejecimiento demográfico casi global, se ensancha.

Fuente: telam

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