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01/08/2025

El tren de la Jungfrau: la joya suiza que conquista a viajeros con paisajes de película

Fuente: telam

El legendario ferrocarril no solo desafía las alturas alpinas, sino que integra la tradición y la modernidad suiza en un recorrido símbolo del turismo europeo

>En el corazón de los El La llegada a Eigergletscher supone un cambio de época y de medio de transporte. Frente al glaciar del Mönch, los viajeros abordan el histórico tren cremallera que, desde 1912, asciende por el interior de la montaña hasta Jungfraujoch. Esta línea, de 9,34 kilómetros de longitud, ostenta el título de ser el tren cremallera más largo del mundo y salva un desnivel de 1.600 metros, una hazaña que requirió décadas de trabajo y la visión de Adolf Guyer-Zeller, el empresario suizo que impulsó el proyecto y fundó un banco para financiarlo, de acuerdo con National Geographic.

El trayecto actual del tren de la Jungfrau refleja la evolución de la infraestructura turística suiza. La terminal de Grindelwald, con su diseño contemporáneo y servicios de alta gama, responde a la creciente demanda internacional y a la transformación de la región en un destino de primer nivel.

Con su velocidad y comodidad, el Eiger Express permite a los visitantes contemplar de cerca la cara norte de una de las cumbres más temidas y admiradas por los escaladores. Esta montaña, conquistada por primera vez en 1938, sigue fascinando tanto a montañistas como a turistas, que pueden observar su majestuosidad sin necesidad de equipo técnico.

La historia del tren de la Jungfrau se remonta a finales del siglo XIX, una época en la que Suiza se había convertido en el destino predilecto de la élite europea. El auge del turismo de lujo, impulsado por la revolución industrial, generó una demanda de experiencias exclusivas y accesibles en los paisajes alpinos. Fue en este contexto que Adolf Guyer-Zeller concibió la idea de construir una línea ferroviaria que permitiera a los viajeros llegar a las alturas de los Alpes sin necesidad de escalar.

La realización de este proyecto requirió décadas de trabajo y la superación de enormes desafíos técnicos. Los ingenieros y obreros perforaron la solidez del Eiger y diseñaron un trazado que salva un desnivel de 1.600 metros en menos de diez kilómetros. El resultado fue la inauguración, en 1912, del tren cremallera más largo del mundo, que desde entonces ha transportado a millones de visitantes hasta la estación más alta de Europa. National Geographic detalla que la estación de Jungfraujoch se encuentra a 3.454 metros de altitud, un récord que mantiene más de un siglo después de su apertura.

Al llegar a Jungfraujoch, los visitantes encuentran una estación excavada en la roca, que alberga una amplia gama de instalaciones y actividades. Uno de los principales atractivos es el ascensor Sphinx, el más rápido de Suiza, que asciende a una velocidad de 6,3 metros por segundo hasta el observatorio Sphinx. Este mirador, situado en equilibrio entre las dos vertientes de la cordillera, ofrece vistas panorámicas sobre el glaciar Aletsch, la mayor masa de hielo de los Alpes, que se extiende como una lengua blanca entre las cumbres.

Desde el observatorio, la perspectiva sobre el glaciar resulta impactante. La monocromía del paisaje dificulta calcular las distancias, y solo la presencia de alpinistas en cordada permite dimensionar la inmensidad del entorno. Para los más aventureros, desde Jungfraujoch parten senderos que conducen a lugares emblemáticos como la Plaza de la Concordia, donde confluyen varias vertientes glaciares y que requiere varios días de travesía. Existe también una excursión más asequible hasta el refugio del Mönch, de cuatro kilómetros de longitud, que puede realizarse en una jornada. Para quienes buscan una experiencia menos exigente, la estación ofrece caminos asegurados que permiten disfrutar de la nieve y el paisaje sin riesgos.

Tras la visita a Jungfraujoch, la región ofrece múltiples alternativas para prolongar la experiencia alpina. Una de las opciones más populares es la excursión a Grindelwald First, un complejo que incluye una pasarela elevada sobre el abismo y rutas de senderismo que permiten disfrutar de vistas espectaculares. Otra propuesta es la caminata hasta el lago Bachalpsee, un paraje de aguas cristalinas rodeado de montañas, ideal para quienes desean explorar la naturaleza a su propio ritmo.

La parada intermedia en Eigergletscher brinda la oportunidad de acercarse al borde del glaciar del Mönch o incluso descender a pie hasta Grindelwald, completando así un recorrido que combina historia, ingeniería y paisajes de una belleza singular. National Geographic detalla que estas alternativas convierten a la región de la Jungfrau en un destino versátil, capaz de satisfacer tanto a excursionistas experimentados como a viajeros en busca de nuevas perspectivas sobre los Alpes berneses.

Fuente: telam

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