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05/07/2025

Así operaba la banda de policías que aterrorizaba a jubilados para robarles joyas y armas

Fuente: telam

Nicolás Hillier y sus cómplices, efectivos de la Policía de la Ciudad, utilizaban datos privilegiados para seleccionar a víctimas de hasta 96 años. Entraban a sus casas, los amordazaban y desvalijaban

>Nicolás Ezequiel Hillier, oriundo de Bernal, tiene 32 años. Había ingresado a la Policía de la Ciudad tras ser parte de la PFA, en el traspaso de 2017. Mauro Javier Gorriz, de Los Polvorines, tiene 38, un hombre de la fuerza porteña también. Raúl Alejandro Rojas es otro ex PFA que pasó a la fuerza de la Ciudad, 42 años, con domicilio en Tortuguitas. Brian Abel Colora, 31 años, familia en El Talar, mismo uniforme, tal como Angela Stephanie Espinoza Luna y Gerardo Damián Cepeda.

Hoy, todos están condenados. Muchos de ellos, presos en cárceles federales. El delito por el que fueron encontrados culpables: robarle a jubilados en medio de falsos allanamientos. Incluso, de intentar extorsionarlos.

Hillier, el más complicado, recibió una pena de nueve años, más una década de inhabilitación para ejercer cargos públicos; Gorriz, Rojas y Espinoza Luna, por su parte, recibieron seis y siete años de prisión respectivamente. Hubo un octavo policía que recibió una pena menor y que se consideró cumplida por su tiempo en prisión preventiva.

El primer ataque de la banda ocurrió el 6 de julio de 2020. Raúl Rojas, Ángela Espinoza Luna, Mauro Gorriz y Nicolás Hillier alrededor de las 19.30 horas, de acuerdo al fallo de la Sala II, acudieron al llamado de un hombre de 91 años. Allí, en su departamento de Caballito, “intentaron extorsionar a la víctima y le sustrajeron alrededor de 152.000 pesos, alhajas de oro varias con un peso aproximado de 900 gramos, la llave de un vehículo marca Ford Falcon y documentos de dos plazos fijos”.

Horas más tarde, fueron por la hermana del hombre, una mujer en ese entonces de 92 años, hoy fallecida. Allí, le quitaron un título de abogada, un pasaporte y certificados varios de cursos de Derecho Penal.

Allí, Espinoza Luna le exigió 50 mil dólares ya que, supuestamente, le habían encontrado droga al hijo del jubilado. Peor todavía: uno de los policías ofició de testigo falso del falso allanamiento. En ese procedimiento de mentira, donde se cometió el robo, los policías se llevaron la llave de la hermana.

El intento de extorsión fracasó. Los registros en primera y segunda instancia del fuero federal porteño no contienen ninguna causa narco en donde el hijo del jubilado haya sido condenado. Brian Colora, en este hecho, sirvió de apoyo logístico: puso su casa como base de operaciones.

Para ese entonces, Hillier y sus cómplices se habían envalentonado, afilado sus métodos cobardes. Un año antes, en agosto de 2019, Hillier -en ese entonces jefe de calle de comisaría-, Barrientos y Cepeda llegaron a la casa de un empresario inmobiliario de 44 años que llamó al 911 para reportar una crisis psiquiátrica de su hermano. De paso, aprovecharon para llevarse 2500 dólares. Pocas semanas después, Hillier respondió a otro llamado al 911, realizado por una jubilada. El botín fueron siete relojes suizos.

Durante el juicio en su contra, los acusados disputaron las pruebas presentadas, sin éxito. La información que recibían como policías -información privilegiada- era la clave para escoger a sus víctimas. “Esta banda criminal escogía a personas mayores con quienes se tenía contacto producto de algún sumario o diligencia judicial”, asegura un informe de la PFA, que investigó la causa.

“Se ve piola éste”, le dijo Hillier a Rojas. “Está fácil el partido. ¿Qué decís?“, le preguntó.

Fuente: telam

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