05/07/2025
La Masacre de San Patricio: cuando la dictadura asesinó a los curas palotinos y mostró su ferocidad en el corazón de la Iglesia

Fuente: telam
Fue hace 49 años. El Golpe de Estado había sido casi cuatro meses atrás, y se quiso atribuir el crimen a Montoneros
>Rolando Savino pegó un grito feroz. Rebotaron en la esquina de Echeverría y Estomba, ahí donde Villa Urquiza está a punto de convertirse en Belgrano. Escuchó la feligresía, que esperaba que se abrieran las puertas de la Parroquia de San Patricio para entrar a la primera misa dominical, la de las siete y media de la mañana. Savino, extrañado porque las puertas de la iglesia estuvieran todavía cerradas, se subió a los techos de ese templo que conocía bien porque allí se desempeñaba como organista y entró a la casa parroquial.
Un grupo de tareas, al que esa dictadura intentaría desconocer, había perpetrado la que se conocería como “Masacre de San Patricio”. Esa que desencadenó que hoy, muy cerca de la parroquia, un pasaje de dos cuadras lleve el nombre de “Mártires Palotinos”.
“Estaban boca abajo, alineados, en un enorme charco de sangre sobre un alfombra”, declararía años después Rolando, que tenía 16 años aquel 4 de julio, en uno de los juicios que investigó los crímenes de los palotinos. Los cadáveres estaban rodeados de mensajes en la escena. Uno de ellos era nada menos que una copia de la viñeta en la que Mafalda, la mayor creación de Quino, señala la cachiporra de un policía y dice: “Este es el palito de abollar ideologías”.
En otra de las paredes se leía: “Estos zurdos murieron por ser adoctrinadores de mentes vírgenes y son M.S.T.M.”. La sigla era una referencia al Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, una corriente a la que los sacerdotes palotinos no adherían totalmente pero a cuyos principios centrales se acercaban cada vez más, desde el púlpito y también a través de sus acciones. Además, según se supo después, uno de ellos estaba acercándose a Montoneros con el objetivo de ser parte de la organización.
La dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti emitió un comunicado oficial, que publicaron varios diarios, en el que daba una versión en el que aseguraba: “Elementos subversivos asesinaron cobardemente a los sacerdotes y seminaristas. El vandálico hecho fue cometido en dependencias de la iglesia San Patricio, lo cual demuestra que sus autores, además de no tener Patria, tampoco tienen Dios”. Era una forma de desviar la atención y ocultar la verdadera responsabilidad de los crímenes.Pero una parte de la jerarquía eclesiástica -la que no actuaba a imagen y semejanza de los dictadores, en complicidad con ellos-, supo que ese comunicado no decía la verdad. Los vecinos de la parroquia acercaron información que les ayudó a saber que la Comisaría 37ª, cercana a San Patricio, había liberado la zona: ese movimiento se contradecía con la presunta culpabilidad de grupos armados como Montoneros o el ERP que la dictadura había señalado en su comunicado.En el entorno de la curia de San Patricio no había dudas de que la dictadura había estado detrás de los cinco asesinatos. Y la convicción escaló: el entonces Papa, Paulo VI, condenó desde el Vaticano el crimen de los palotinos. Cuando los sectores jerárquicos de la Iglesia más cercanos a esas víctimas lograron reunirse con autoridades del gobierno de facto, finalmente esas autoridades admitieron que “un grupo de tareas había actuado de manera desmesurada, fuera de control”.
Tras la Masacre de San Patricio, la dictadura asesinaría también al obispo Enrique Angelelli y a otros dos sacerdotes. Pero el crimen del templo palotino sería el más sangriento de los que perpetró la dictadura contra integrantes de la Iglesia. La primera investigación sobre el caso se llevó a cabo poco después, en tiempos de dictadura, y hubo un “sobreseimiento provisional” a los señalados. El encubrimiento por parte de la comisaría de la zona ni siquiera llegó a investigarse.
Ya en democracia, la Justicia obtuvo más testimonios sobre lo ocurrido en San Patricio pero un tiempo después se levantó el procesamiento de al menos dos agentes de Policía por considerar que los delitos habían prescripto. Pero la publicación del libro La Masacre de San Patricio, cuyo autor fue el periodista Eduardo Kimel, reunió pruebas y testimonios que hasta ese momento no se habían conocido y señalaba autores materiales e intelectuales, así como distintas connivencias de ciertos sectores del Poder Judicial y de la Iglesia.La Masacre de San Patricio entró por tercera vez a la Justicia en la Megacausa ESMA, luego de que el ex marino Antonio Pernías confesara haber participado en los crímenes de esa parroquia. A la vez, la investigación interna que llevó a cabo la Iglesia Católica nunca se hizo pública. Los palotinos, como congregación, se presentaron como querellantes en la Megacausa ESMA.
Los crímenes contra los tres sacerdotes y los dos seminaristas se recuerdan cada 4 de julio en San Patricio, donde hay placas que conmemoran a esos cinco hombres que aparecieron ensangrentados y envueltos en mensajes que una dictadura feroz enviaba, un poco para intentar desviar la responsabilidad de esas cinco muertes, y otro poco para mostrar su poder de fuego.
Fuente: telam
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