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11/04/2025

Se estrena “Viva la Libertad”, una creación de Lalo Schifrin que resuena en la era Milei

Fuente: telam

El autor de la inconfundible música de “Misión Imposible” y otras grandes canciones de Hollywood, compuso junto a Rod Schejtman “una obra para todos los argentinos” que será interpretada este fin de semana por la Orquesta Sinfónica Nacional

>Del “grito sagrado” en el Himno Nacional a la dictadura autodenominada Revolución Libertadora. De los libertarios anarquistas de principio del siglo XX a los anarcocapitalistas de La Libertad Avanza. Del “¡Libres o muertos, jamás esclavos!” de la guerrilla setentista al “¡Viva la libertad, carajo!” de Javier Milei. Hay una larga línea zigzagueante que recorre la historia argentina. La idea es la misma, una promesa: redención. Y sigue, no se detiene: por estos días, en el Palacio Libertad (ex CCK), un grupo nutrido de músicos de primer nivel ensaya una pieza que quiere marcar un hito. Se titula ¡Viva la libertad! Los compositores son Lalo Schifrin y Rod Schejtman.

Los tintes partidarios y oficialistas pueden resultar evidentes, pero los creadores se desligan de cualquier etiqueta. Evitan hablar de “sinfonías mileistas” para centrar su retórica —incluso al estilo Milei— en una refundación nacional, pero desde el arte y la cultura. “No es para algunos argentinos. La compusimos para todos los argentinos”, asegura Schifrin desde Los Ángeles. Y subraya el objetivo unificador: “Un mensaje de esperanza musical para el país que amamos”. “Escribimos esta sinfonía dedicada a todos los argentinos, sin distinción”, agrega Schejtman a días del estreno de una obra que busca ser inolvidable.

Fue el año pasado cuando Lalo Schifrin llamó a Rod Schejtman. Había escuchado con mucha atención las composiciones para el WorldVision Composers Contest de Viena, conocido como el “Mundial de la Música Clásica”. “Fue una conversación inolvidable, casi surrealista”, recuerda el compositor argentino de cuarenta años. No es para menos: Schifrin —cinco Grammys, cuatro Emmys, seis nominaciones al Oscar y uno honorario, y una estrella con su nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood— no sólo le brindaba elogios, también una oferta. “Le propongo que seamos socios y compongamos una gran obra juntos dedicada a la Argentina”, fueron las palabras del otro lado de la línea.

En los 92 años de vida que ostenta Boris Claudio Schifrin se incluyen postales como estas: tocar el piano a los seis años, estudiar en el Nacional Buenos Aires, participar de la bohemia francesa del jazz durante los cincuenta, ser el director musical de Dizzy Gillespie en los sesenta, componer bandas sonoras de películas como Harry el sucio, La leyenda del indomable y El viaje de los malditos, y ser mundialmente conocido —toda estrella tiene su hit— por componer la popular melodía de Misión Imposible. Una deuda pendiente: la música clásica. “Venga a Los Ángeles”, fue el pedido.

Desconcertado, le pidió una idea, una melodía, algo. Schifrin le tarareó ocho segundos de algo que venía zumbándole desde hacía tiempo. “Cuartas superpuestas”, añadió. “Desde el instante en que transcribí esa melodía en mi piano, supe que había nacido para ser interpretada por una gran sección de violines. Pensé entonces: si esta obra ha de rendir homenaje a la Argentina, debe ser grandiosa e imponente. Merece ser escrita para una orquesta sinfónica completa. Tomé esos ocho segundos iniciales, los desarrollé aplicando técnicas del repertorio clásico, y escribí un fragmento sinfónico de tres minutos, concebido para cien músicos”, cuenta Schejtman.

Rod Schejtman aterrizó en Los Ángeles con la partitura en el bolso. El estudio de Schifrin no escamoteaba rincones para ostentar sus reconocimientos. Pusieron play. El veterano compositor le pidió a su asistente que llame a su esposa para escucharla nuevamente con ella. “A partir de ese momento comenzamos a trabajar codo a codo. Pero componer junto al Maestro Schifrin fue mucho más que un proceso creativo: significó adentrarme en su mundo personal, compartir sus recuerdos, su visión artística, y recorrer su trayectoria a través de anécdotas y experiencias”, cuenta.

“Veíamos juntos fragmentos de sus películas, y él me confiaba los secretos de la técnica musical que había utilizado para cada escena. También fue profundamente revelador descubrir la cantidad de afinidades musicales que compartíamos, a pesar de la diferencia de medio siglo entre nosotros. Schifrin profesa una profunda admiración por Stravinsky y Olivier Messiaen —quien, por cierto, fue su maestro directo—, y comparte mi devoción por los grandes románticos como Chopin y Rachmaninoff, sin dejar de lado, por supuesto, su inquebrantable pasión por el jazz >Cuando Infobae Cultura le pide una opinión sobre el presidente Javier Milei y la inevitable conexión entre el título de la pieza y la proclama arquetípica del actual gobierno, Schifrin esquiva el asunto. “La obra no necesita explicación. Es arte. Lo importante es que la escuchen y sientan lo que transmite nuestra música. Es una obra musical. Es mucho más que un título. Es la fusión de dos compositores argentinos, volcando su alma en notas para su país. Nuestro propósito fue componer una obra que lleve un mensaje de esperanza a toda la Argentina. Ojalá hayamos logrado expresar el coraje y la resiliencia del pueblo argentino: su capacidad de atravesar tiempos difíciles con alegría y optimismo”.

Desde su casa en Los Ángeles, y por medio de Schejtman, Lalo Schifrin responde a las preguntas de Infobae Cultura. Cuenta que al saber que su colega y compatriota quería hacer la obra con él se “emocionó profundamente”. “Ese fue el punto de partida. Me emocioné. Y cuando yo me emociono, surgen mis ideas. El hecho de poder componer una obra dedicada a la Argentina junto al Maestro Schejtman me dio un gran entusiasmo y me hizo sentir nuevamente la necesidad de escribir. Y ese entusiasmo nació gracias a él. Él fue la razón por la que pudimos terminar esta sinfonía en tan solo seis meses”.

Schejtman comparte la idea: “Desde hace siglos, los compositores buscamos inspirar. La música siempre refleja su tiempo: lo bueno y lo doloroso, la luz y la sombra”. Ambos comparten “no solo la pasión por nuestro arte, sino también un profundo amor por nuestro país”. Por tal motivo “escribimos esta sinfonía dedicada a todos los argentinos, sin distinción. Una creación que nace del amor por nuestra tierra y del deseo sincero de rendir homenaje a nuestra gente. Y, por encima de todo, buscamos dejar un legado de : que la música nos recuerde siempre que lo mejor siempre está por venir”.

[Fotos: Adrián Escandar]

Fuente: telam

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