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22/12/2025

De Nixon a Trump: cómo Venezuela pasó de ser aliado petrolero a un objetivo militar de Estados Unidos

Fuente: telam

Alguna vez la relación entre ambos países trajo beneficios mutuos. Pero las reglas del juego han cambiado

>El vicepresidente Richard Nixon temió por su vida. Una turba, indignada porque Estados Unidos había concedido asilo a un brutal dictador venezolano recién depuesto, había emboscado a su comitiva en la capital, Caracas, al grito de “¡Muerte a Nixon!”.

Tras varios minutos aterradores, los coches consiguieron alejarse a toda velocidad y el vicepresidente continuó con su visita. Pero en Washington, la Casa Blanca no corría riesgos: un portaaviones se dirigió a Venezuela en caso de que Nixon necesitara ser rescatado.

Venezuela iniciaba una transición hacia la democracia. Culpando de la emboscada a agitadores comunistas y a la debilidad del incipiente gobierno, Nixon calificó el episodio como “un tratamiento de choque muy necesario que nos sacudió de una peligrosa complacencia” y enfocó la atención de Washington en el país.

Ahora, con el presidente Trump concentrando fuerzas militares en la región y amenazando con atacar Venezuela si su hombre fuerte de izquierda, Nicolás Maduro, no abandona el poder, los otrora amigos podrían estar al borde de una guerra total, lo que cerraría el círculo de su relación.

A medida que el nuevo gobierno de Venezuela se afianzaba, se convirtió rápidamente en el socio ideal de Estados Unidos: estable, democrático e inundado de petróleo. También era firmemente anticomunista, lo que resultó especialmente atractivo en los años posteriores al triunfo de la revolución de Fidel Castro en Cuba en 1959.

Washington no tardó en vender armas a Caracas mientras las empresas energéticas estadounidenses extraían petróleo venezolano. A veces, ambas cosas iban unidas: cuando el presidente Nixon consideró la venta de aviones F-4 Phantom II al país en 1971; un asesor de la Casa Blanca le advirtió que la decisión podría afectar la legislación en el Congreso de Venezuela, lo cual “podría afectar negativamente a los intereses petroleros de Estados Unidos”.

Además, a Estados Unidos le interesaba mantener buenas relaciones con un miembro clave del cártel petrolero de la OPEP como Venezuela.

Reagan recompensó el respaldo con la venta en 1981 de 24 aviones de combate F-16 a Venezuela, por el equivalente a unos 1.750 millones de dólares de 2025. Fue la venta de armas estadounidense más importante a la región en más de una década.

El interés de Estados Unidos se desvió de América Latina después de la caída de la Unión Soviética. Venezuela siguió siendo un proveedor crucial de petróleo, tras haber permitido discretamente que empresas privadas, incluidas grandes compañías estadounidenses, firmaran lucrativos acuerdos de explotación y reparto de beneficios. A finales de la década de 1990, Venezuela había superado a Arabia Saudita como principal proveedor de petróleo de Estados Unidos.

Pero pocos en Washington siguieron de cerca el ascenso de un revolucionario de izquierda llamado Hugo Chávez, quien ganó las elecciones presidenciales de Venezuela en diciembre de 1998. Chávez, un incendiario que emulaba a Castro, aprovechó la ira popular contra la corrupción y la pobreza rampantes, que persistían a pesar de los enormes recursos petrolíferos del país, y prometió importantes reformas constitucionales y económicas.

Estados Unidos reaccionó con cautela al principio, y esperaba que Chávez se suavizara una vez en el poder. El Presidente Bill Clinton incluso lo recibió en la Casa Blanca a principios de 1999, donde Chávez aseguró a los funcionarios que quería mantener buenas relaciones y dio a entender que no tenía planes radicales.

Pero el golpe fracasó después de que una multitud aún mayor se congregara para exigir el regreso de Chávez, y este fue restituido dos días después. Volvió con saña, reprimiendo a sus rivales políticos y transformando su democracia modelo en un Estado autoritario.

A partir de ese momento, Bush se convertiría en un rival muy útil para Chávez, sobre todo porque enfureció a gran parte del mundo con su invasión de Irak en 2003 y su despiadada persecución de terroristas. Chávez atacó al presidente estadounidense con fruición, incluso durante su infame discurso de 2006 en la Asamblea General de las Naciones Unidas, pronunciado desde el mismo atril en el que Bush había hablado un día antes.

“Ayer estuvo el diablo aquí. En este mismo lugar, huele a azufre todavía”, dijo Chávez a los delegados reunidos.

Las medidas de Chávez fueron políticamente populares en su país y contribuyeron a afianzar su poder. Tras su muerte en marzo de 2013, su protegido, Maduro, continuó con sus políticas, preparando el terreno para años de creciente aislamiento y castigo por parte de Estados Unidos.

La tensión está llegando a un punto álgido bajo el mandato de Trump, quien afirma que el papel de Venezuela en la migración y el contrabando de drogas hacia Estados Unidos la ha convertido en una amenaza para la seguridad nacional que justifica el uso de la fuerza militar. Algunos de los principales asesores de Trump, incluido el secretario de Estado Marco Rubio, están presionando para que Maduro sea destituido como una forma de aumentar la presión sobre el Gobierno comunista de Cuba.

c. 2025 - The New York Times

Fuente: telam

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