25/10/2025
Una familia, una tragedia y cuatro suicidios: la “Evita del radicalismo” seducida y desfigurada con ácido por su marido millonario
Fuente: telam
Raúl Barón Biza, un bonvivant rodeado de excesos, agredió de forma irreversible a su esposa Clotilde Sabattini y se quitó la vida. Fue el principio de una catástrofe que se arrastraría a la siguiente generación
>El día que se tiró por una ventana para matarse, Rosa Clotilde Sabattini tenía 59 años. Faltaban apenas cuatro días para que cumpliera los 60. Había sido protagonista de la vida política de su época. Una mujer que había llegado, dentro del radicalismo, a un poder inédito para otras mujeres y que habían llegado a comparar nada menos que con Eva Perón.
Clotilde, como todos la llamaban, nació en Rosario en 1918, en el seno de una familia central para el radicalismo. Era hija de Amadeo Sabattini, caudillo de la UCR en Córdoba. Esa genealogía la ubicaba, al mismo tiempo, en un alineamiento político y a la sombra de ese padre, figura central de la provincia y del partido.
Pero la vida académica era sólo una de las vidas de Clotilde, que desde muy chica había mostrado su interés por hacerse escuchar políticamente. Apoyó a Hipólito Yrigoyen y, hacia 1945, año del estallido del peronismo como gran fuerza política, ya era toda una referente dentro del radicalismo.
En 1949 se convirtió en la primera mujer en presidir el Primer Congreso Nacional Femenino de la UCR, donde expresaba sus ideas a través de la publicación periódica “La mujer en la política”. En sus textos y en sus discursos públicos, impulsaba algunas ideas de corte feminista, aunque se trataba de un feminismo más conservados que el que venía impulsando, desde hacía décadas y desde el socialismo, Alicia Moreau de Justo.Por la época en la que le tocó vivir y hacer política desde la UCR, Rosa fue una acérrima opositora al peronismo pujante. Eso hizo que, en algunos medios de comunicación, la consideraran la “Evita del radicalismo”, una figura que también impulsaban desde su propio partido porque eso la subía a un escenario en el que su presunta contendiente no hacía más que agrandar su figura.Eva y Clotilde tenían sólo nueve meses de diferencia en cuanto a su hogar, y ambas se habían rebelado contra lo que sus familias esperaban de ellas. Además, Duarte y Sabattini habían construido una relación con un hombre mucho más grande, y las dos eran mujeres a las que, por tradición y misoginia, el mundo de la política rechazaba a puro prejuicio. Más allá de todas esas coincidencias, y aunque al radicalismo y a la propia Clotilde les convenía subirse a ese ring, nunca hubo dudas de que su relevancia política era muchísimo menor que la de Eva, gran figura de su tiempo y un ícono hasta hoy.Ocho años después, con el peronismo ya proscripto, Clotilde se rebeló ante su padre tal como venía haciéndolo desde mucho tiempo antes. En medio de la interna radical, se alineó tras la candidatura de Arturo Frondizi, que se disputaba la candidatura a la presidencia con Ricardo Balbín y que la ganó: no sólo la interna sino la presidencia. Sabattini (hija, no padre) fue designada entonces presidenta del Consejo Nacional de Educación, lo que en la práctica equivalía a ser ministra.
Con todo su bagaje como maestra y especialista en pedagogía, impulsó el Estatuto Docente, la doble escolaridad y la enseñanza de idiomas en las escuelas, entre otras leyes. En 1962, cuando una dictadura dio por terminado el gobierno de Frondizi, terminó también ese cargo para Clotilde. Ese mismo año, a través de una encuesta nacional, fue elegida “Mujer del Año”.Mucho antes de que Rosa Clotilde Sabattini se convirtiera en la “Evita radical”, un hombre se cruzó en su camino: sería el hombre que marcaría su vida, su desgracia y su muerte. Raúl Barón Biza había nacido en el seno de una familia cordobesa millonaria. Escribía y, por el tono de lo que publicaba, se lo consideraba un “escritor maldito”. En su obra había lo mismo que en su vida: sexo, opio, cocaína, excesos, fiestas. El derecho de matar, editado en 1933, contaba historias de satanismo, necrofilia, sexo desenfrenado y drogas. Todo eso le valió la censura por parte del Estado e incluso la excomunión de parte de la Iglesia.Poco tiempo después, unidos por Córdoba, Barón Biza se acercó al círculo político de Amadeo Sabattini, el padre de Clotilde. No dudó en convertirse en el principal financista de su campaña para gobernador provincial, y en esas circunstancias conoció a la hija del caudillo. Ella tenía 16 años, veinte menos que el dandy que la sedujo y le propuso huir juntos.
Clotilde tenía 17 años cuando se escapó del Colegio de las Mercedarias y huyó a Uruguay con el que sería su marido y su verdugo. Se casaron en 1936, en secreto. Raúl y Amadeo habían perdido todo vínculo desde el momento en el que su hija abandonó el colegio para estar con el hombre que la había conquistado.Una de esas separaciones fue en 1950, en medio de una escalada de violencia inédita incluso para ellos. Clotilde se escapó a Villa María, Córdoba, para refugiarse en una de las casas de su padre. Pero Barón Biza la siguió, y la siguió armado. No tenía dudas: le dispararía si lo consideraba necesario.
El final definitivo de la pareja fue el 16 de agosto de 1964. Ese día, junto a sus abogados, se dieron cita en el departamento que Barón Biza tenía en la calle Esmeralda, en la zona de Retiro. El objetivo de la reunión era firmar el divorcio legal y terminar de organizar la división de bienes de la pareja. Jorge, uno de los tres hijos que habían tenido, estaba allí.
Como ocurría casi todo el tiempo entre Raúl y Clotilde, discutieron violentamente. Y en medio de la discusión, Barón Biza le tiró en la cara a su esposa un vaso de whisky en el que, con premeditación, había mezclado ácido sulfúrico. Apuntó a los ojos -su hijo Jorge diría después que Raúl quería dejar ciega a Clotilde- pero ella se los protegió como pudo. El daño, de cualquier manera, fue atroz.La Policía lo encontró muerto en esa misma habitación un día después. Se había disparado en la sien para quitarse la vida. Su suicidio sería el primero de los cuatro de una de las tragedias familiares de mayor impacto en la historia argentina.
El 25 de octubre de 1978, hace exactamente 47 años, Rosa Clotilde Sabattini abrió una ventana del departamento de la calle Esmeralda, ese en el que Raúl le había tirado un vaso con ácido sulfúrico y en el que se había disparado en la cabeza, y se tiró al vacío. Tenía 59 años, habían pasado catorce de ese ataque irreversible. El suyo fue el segundo suicidio en el seno familiar.
María Cristina, la hija menor de la pareja, se quitó la vida diez años después que su madre. Para suicidarse, consumió una sobredosis de barbitúricos. Jorge, el hijo que había presenciado el ataque de su padre a su madre y que se dedicó al periodismo y la literatura, publicó en 1998 la novela El desierto y su semilla. Allí, relata la tragedia familiar y usa la idea de un rostro desfigurado -nada menos que el de su madre- como una metáfora de una Argentina desfigurada por la violencia.
Fuente: telam
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