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25/10/2025

La ciencia devela un misterio climático de siglos que tiene a dos volcanes antárticos como protagonistas

Fuente: telam

El hielo del polo Sur revela que erupciones simultáneas hace casi 600 años provocaron un enfriamiento que alteró el clima del planeta durante décadas a mitad del 1400 d.C. ¿Cuántos volcanes siguen activos en la Antártida?

>Hace casi seis siglos, el mundo atravesó un periodo inusual de frío. Los anillos de los árboles lo registraron, los glaciares crecieron y las crónicas europeas narraron cosechas arruinadas y ríos congelados. Detrás de aquel descenso abrupto de las temperaturas, conocido como el enfriamiento del siglo XV, se escondía un misterio que la ciencia no había podido resolver completamente.

El hallazgo no solo resuelve un enigma histórico. También permite ajustar los modelos que los científicos usan para proyectar cómo futuras erupciones volcánicas podrían afectar al clima. El suceso, conocido como evento de 1458/59 d. C., fue una de las erupciones volcánicas más intensas de los últimos mil años. Su impacto se sintió especialmente en el hemisferio norte, donde los inviernos se volvieron más largos y las temperaturas medias descendieron notablemente.

Durante décadas, los especialistas debatieron cuál volcán había sido responsable. Las hipótesis apuntaban a Kuwae, en el Pacífico Sur, o a Reclus, en la Patagonia chilena. Sin embargo, las concentraciones de sulfatos y cenizas en los núcleos de hielo de Groenlandia y la Antártida no coincidían completamente con ninguno de los dos.

Para esclarecer el origen del fenómeno, los investigadores analizaron fragmentos microscópicos de vidrio volcánico atrapados en capas de hielo antártico correspondientes a ese año. Descubrieron que los fragmentos presentaban composición química bimodal: la mitad coincidía con Kuwae y la otra mitad provenía de un volcán sureño aún no documentado.

En otras palabras, el aire del siglo XV transportó cenizas de dos volcanes diferentes, que estallaron casi al mismo tiempo y cuyos materiales terminaron depositados juntos sobre la superficie antártica. Fue una especie de coincidencia geológica devastadora: dos columnas de ceniza y gas sulfuroso elevándose en distintos puntos del planeta, pero generando un mismo efecto de enfriamiento global.

El equipo analizó también cómo los patrones de viento habrían afectado el transporte de las partículas. Los modelos indicaron que las partículas más gruesas del volcán del sur llegaron primero al hielo antártico, seguidas por las más finas procedentes del Kuwae. Esa secuencia refuerza la hipótesis de que ambas erupciones ocurrieron con escasa diferencia temporal, probablemente en cuestión de meses.

La Antártida no es solo un archivo de la historia climática, sino también un territorio activo geológicamente. El continente alberga una de las mayores provincias volcánicas del planeta, incluida en el Sistema del Rift Antártico Occidental, que subyace a la capa de hielo y se extiende hasta las Montañas Transantárticas, separando la Antártida Occidental de la Oriental.

Aunque muchos volcanes antárticos están inactivos o enterrados bajo kilómetros de hielo, su presencia es fundamental para entender la dinámica del continente. El Monte Erebus, en la isla Ross, es uno de los pocos volcanes activos visibles, con un lago de lava permanente que permite observar de cerca los procesos volcánicos subglaciales.

Un estudio publicado en 2025 por la Unión Geofísica Americana, liderado por Allie Coonin, analizó cómo la pérdida de masa helada podría activar estos volcanes. Los resultados mostraron que al reducirse la presión sobre las cámaras magmáticas, el magma puede expandirse, liberando gases volátiles y facilitando erupciones subglaciales.

Este proceso genera un ciclo de retroalimentación: el calor derrite el hielo desde abajo, debilitando la capa superior y aumentando la probabilidad de nuevas erupciones.

El evento de 1458/59 no solo deja lecciones históricas sobre el clima, sino que también muestra cómo los volcanes subglaciales podrían interactuar con el hielo en el presente y el futuro. Comprender la dinámica de estos volcanes y su capacidad para afectar la atmósfera y el derretimiento del hielo permite mejorar los modelos climáticos globales y anticipar escenarios potenciales en un mundo que se calienta rápidamente.

Cada fragmento de ceniza atrapado en el hielo funciona como una cápsula del tiempo que recuerda que los eventos volcánicos, incluso aquellos ocurridos hace siglos, pueden alterar el equilibrio climático global y dejar huellas profundas en la historia de la Tierra.

Fuente: telam

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