18/10/2025
Así es el monasterio de Sümela, el templo que asoma desde el costado de un acantilado

Fuente: telam
Ubicado en los Alpes Pónticos, impresiona por su historia milenaria, su arquitectura esculpida en la roca y la belleza de sus frescos paleocristianos en medio de la naturaleza
>Aferrado a un acantilado de casi 300 metros en los imponentes Alpes Pónticos, el Monasterio de Sümela parece desafiar a la gravedad y al tiempo. Fundado en el siglo IV d.C. por los primeros cristianos que llegaron a las costas del Mar Negro, este santuario no solo es una joya arquitectónica, sino también un testigo privilegiado de la historia. A lo largo de los siglos vio caer y resurgir imperios: desde la grandeza romana y bizantina, pasando por el poder otomano, hasta la consolidación de la El origen del monasterio está envuelto en misterio y mito. Según la leyenda, en el año 386 d.C., dos monjes griegos llamados Bernabé y Sofronio llegaron hasta esta remota y agreste región guiados por una visión de la Finalmente, los monjes hallaron una cueva donde encontraron el valioso retrato de la Virgen y el Niño Jesús, conocido como Panagia Sumela. Ese lugar se transformó primero en sitio de peregrinación y, siglos después, en el actual monasterio.
Uno de los mayores atractivos de Sümela es su asombrosa arquitectura. El complejo, tallado sobre una cornisa rocosa, parece una obra imposible de la naturaleza o el fruto de una inteligencia artificial. Incluye varias edificaciones: capillas, patios, biblioteca, viviendas, un campanario, acueducto, manantial de agua sagrada y la célebre Iglesia Rupestre.
Miles de visitantes llegan cada año. Muchos atraídos por la majestuosidad de los frescos paleocristianos y la belleza del entorno, más allá de la devoción religiosa. Un aliciente adicional que ha incrementado el interés turístico es la inclusión de Sümela en la Lista Indicativa de la UNESCO para ser considerado Patrimonio Mundial.
El monasterio funcionó activamente como comunidad religiosa y centro de peregrinación hasta el siglo XX. Durante la ocupación otomana, los sultanes —a pesar de profesar el islam— respetaron la libertad religiosa de los cristianos y concedieron generosas donaciones a los monjes. Levent Alniak, director de museos y sitios históricos de la provincia de Trabzon, señaló a CNN Travel: “Los sultanes consideraban Sümela un lugar sagrado y ayudaron al monasterio dándoles donaciones y más tierras a los monjes”.El siglo XX trajo convulsiones decisivas para el destino de Sümela. Tras la caída del Imperio Otomano y la guerra civil que enfrentó a turcos y griegos, la zona se despobló de su ancestral comunidad ortodoxa. En 1923, un intercambio masivo de población obligó a la mayoría de los monjes y fieles griegos a trasladarse a Grecia. Temiendo saqueos durante el éxodo, muchos tesoros del monasterio fueron enterrados en lugares ocultos del Valle de Altindere, con la esperanza de recuperarlos algún día.El abandono del complejo entre 1920 y 1960 propició el vandalismo, los destrozos y la pérdida de muchas obras artísticas. “Durante muchos años, aquí no hubo suficiente control y hubo mucho vandalismo”, relata el restaurador Senol Aktaş.
Afortunadamente, el Estado turco intervino en la década de 1970. El Ministerio de Cultura y Turismo impulsó la restauración y recuperación de Sümela como patrimonio nacional. En las décadas siguientes, se mejoró el acceso para el creciente flujo de turistas y peregrinos.
Un hito sobresaliente fue la reanudación de ceremonias religiosas: el 15 de agosto de 2010, el arzobispo de Constantinopla celebró el primer oficio ortodoxo en 88 años, recuperando una tradición que ahora se repite cada año.Uno de los legados artísticos más valiosos de Sümela son sus frescos. El monasterio conserva obras de distintas épocas: los murales exteriores, de los siglos XVIII y XIX, y los interiores, mucho más antiguos, realizados en el siglo XIII. En ellos destacan grandes imágenes de Jesús y la Virgen María en el techo de la Iglesia Rupestre, rodeados en las paredes por representaciones de ángeles, apóstoles y santos, como el dramático retrato de San Ignacio devorado por leones.Los frescos ocultos, descubiertos tras siglos de olvido, incluyen escenas espectaculares sobre el cielo y el infierno, la vida y la muerte, y demuestran el carácter único de este santuario.
Actualmente, Sümela funciona como museo estatal. La entrada cuesta 20 euros y abre todos los días de 8:00 a 18:00. Se proyecta un cortometraje sobre la renovación y se recomienda dedicar, al menos, una o dos horas para recorrer el complejo y admirar sus secretos. La llegada implica caminar por un sendero empinado y subir varias escaleras hasta la entrada.
Justo afuera, los visitantes encuentran una pequeña tienda de recuerdos, bocadillos y baños. Es fundamental usar calzado adecuado y ropa apropiada, ya que el clima puede ser lluvioso en verano y nevado en invierno.
Fuente: telam
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