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08/10/2025

El argentino que lleva preso 29 años esperando morir: sus días en el “corredor de la muerte” y el trasladado a un psiquiátrico

Fuente: telam

Víctor Saldaño es el único argentino condenado a la ejecución en Estados Unidos y el preso que más tiempo lleva bajo esa condición. Su salud mental se quebró hace años y hoy está internado en un hospital psiquiátrico. Su abogado, Juan Carlos Vega, denuncia que la Cancillería argentina decidió “abandonarlo a su suerte”

>La Unidad Allan B. Polunsky es la prisión del Departamento de Justicia Criminal de Texas que, desde 1999, alberga a los condenados a la pena capital. En su interior funciona el llamado Death Row o Corredor de la muerte: un pabellón de celdas de dos por tres metros donde cada recluso pasa, al menos, 23 de las 24 horas del día en aislamiento total, a la espera de una inyección letal. En esa cárcel de máxima seguridad, el argentino Víctor Hugo Saldaño lleva casi treinta años esperando su ejecución.

Saldaño tiene 53 años y es el prisionero con más tiempo en el corredor de la muerte en la historia de Estados Unidos. En promedio, los condenados pasan unos 15 años antes de ser ejecutados; él va camino a duplicarlo. Su abogado, Juan Carlos Vega, asegura que su aparato psicológico y mental está devastado: “Duerme casi dieciocho horas al día y lo alimentan con tres raciones que, en total, suman mil quinientas calorías y están cargadas de somníferos. El corredor de la muerte no es una cárcel, es un sitio técnico de tortura”.

El hecho que llevó a Víctor Saldaño al corredor de la muerte ocurrió el 25 de noviembre de 1995, en el estacionamiento de un supermercado de las afueras de Dallas, en Texas. El argentino, entonces de 24 años, y su amigo mexicano Jorge Chávez interceptaron a Paul Ray King —un vendedor de computadoras de 46 años— le dispararon y lo mataron. Horas después, Saldaño fue arrestado con el arma homicida y algunas pertenencias de la víctima. Su compañero confesó el crimen y lo inculpó por el asesinato.

En el 2000, en un fallo histórico, la Corte Suprema de Estados Unidos anuló la primera condena a muerte de Saldaño. Lo hizo luego de que el propio Estado de Texas reconoció que el juicio estuvo “contaminado” por el uso de argumentos racistas. El proceso volvió a iniciarse en septiembre de 2004, pero el resultado fue el mismo: pena de muerte.

En ambas instancias, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) declaró nulas las sentencias y pidió liberar a Saldaño. Sin embargo, esa resolución nunca se cumplió. “Ese es el motivo por el cual Texas no se atreve a ejecutarlo: sería un escándalo internacional”, dice Vega.

Durante más de dos décadas, la Cancillería argentina acompañó el reclamo de Saldaño y su familia: presentó amicus curiae ante la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos y cubrió los viajes de su madre a Texas. Pero todo ese respaldo que se sostuvo a lo largo de distintos gobiernos, ya no existe. De acuerdo con Vega, la actual gestión se retiró de escena. “Decidieron abandonar al argentino a su suerte. Me lo dijeron expresamente”, dice el letrado. Infobae se contactó con Cancillería para conocer la posición oficial sobre el caso, pero no obtuvo respuesta.

La última vez que Vega vio a Saldaño fue en el año 2012, durante una visita autorizada por un juez texano. La primera fue en 2004, mientras se desarrolló el segundo juicio en McKinney, una ciudad ubicada a unos sesenta kilómetros de Dallas. “Estuve diez días con él y, para ese momento, ya estaba totalmente fuera de la realidad. En medio del debate se bajó el cierre del pantalón y empezó a masturbarse. No lo hizo para escandalizar, lo hizo porque era lo que hacía todos los días en el corredor de la muerte”, dice Vega.

En Estados Unidos hay, según el letrado, 2.890 condenados a muerte, distribuidos en los 26 estados donde la pena capital sigue vigente. Los otros 24 la abolieron. “En términos de seguridad ciudadana, no hay ninguna diferencia entre los estados que la tienen y los que no —dice Vega—. Eso demuestra la inutilidad absoluta de la pena de muerte. Es un instrumento de venganza. Se siguen masacrando en las escuelas, en los templos, en todos lados. Con o sin pena de muerte”.

—En este momento, ¿cuál es un escenario judicial posible para Saldaño? ¿Existe alguna instancia pendiente o está todo cerrado?

—¿Qué es lo que espera su familia? ¿Que le apliquen la inyección o que lo saquen del corredor de la muerte y le den prisión perpetua?

—Ese es un debate moral que ya tuvimos muchas veces con la madre y la hermana. Desde Estados Unidos nos ofrecieron, por canales extraoficiales, que pidamos la clemencia. Así se llaman los indultos allá: clemency. Si la pedíamos, se lo indultaba y se lo pasaba a una prisión común con una condena de por vida. Tanto la madre como la hermana y yo nos negamos. No queremos clemencia ni indulto. Queremos que se cumpla la ley.

Fuente: telam

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