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09/09/2025

Luciana Lamothe sorprende con una exposición secreta en un lavadero abandonado

Fuente: telam

Detrás de una puerta discreta, la artista argentina presenta “Deshabitar”, una intervención artística que dialoga con la historia y la materialidad del Microcentro porteño

>Desde afuera es otra persiana baja en el Microcentro. Una más de las tantas que no volvieron a elevarse a partir de la pandemia, cuando esta zona de la ciudad se convirtió casi un pueblo fantasma.

Allí, sobre San Martín al 900, hay una puerta entreabierta. Arriba, en una marquesina se lee en blanco sobre azul Laundry Lavandería Tintorería y, un poco más arriba, aparecen dos carteles de venta. Pero cuando se atraviesa la abertura, se ingresa a un mundo oscuro, de piso terroso, en el que habitan figuras que dialogan con lo natural a partir de lo industrial: una muestra secreta de Luciana Lamothe.

Deshabitar es la primera expo en solitario de la artista tras haber sido la Deshabitar es un gesto zen, de desprendimiento, como un empezar de nuevo desde el lugar del arte por el arte. Un detox.

“Me parecía que Deshabitar era un gesto que tiene que ver con retirarse, en vez de invadir o en vez de usurpar o producir. Retirarse y ver qué hay, ver el espacio así tal cual es”, reflexionó Lamothe (Buenos Aires, 1975).

La artista, dice, vincula este gesto con la transformación del Microcentro tras la pandemia y con la lógica del desarrollo inmobiliario en Buenos Aires: “Todo es hacer, hacer y producir algo y poner algo, imponer algo nuevo en la Ciudad, simplemente por el desarrollo inmobiliario, sin planificación urbana. Entonces, para mí, un gesto contrario a eso era deshabitar un lugar, dejarlo tal cual es”.

“Lo que quería era combinar esas dos instancias del material, de lo orgánico a lo industrial”, afirma Lamothe. Y agrega: “Todos los materiales con los que trabajo provienen del mundo natural, pero siempre los trabajo en una instancia industrial”.

En sus obras, comenta desea “ir a buscar ese origen, cómo ir a rescatarlo y mostrar esos dos aspectos”.

En ese sentido, la técnica empleada refuerza esa bicondición y sirve para unir esos vasos comunicantes entre aquello que se considera original y lo antropocénico: “Mi proceso es muy industrial, con máquinas que sirven para cortar y quemar caños, porque me interesa esa ambigüedad entre la destrucción también del material y la generación de algo, una forma diferente, orgánica, nueva, así, vegetal”.

Casi en el centro de este rectángulo negro, en la que se incluyen más de una decena de obras entre esculturas y dibujos, la iluminación pone el foco en Construcción de la naturaleza, una enorme obra que se compone de “muchas capas de terciado puestas una arriba de la otra”, con la intención de “trabajar a partir de un material ya muy industrializado, la madera, para volverla a un estado más previo, original, con una forma que remite a la del tronco”.

Allí, Lamothe vuelve a contrastar esta separación entre lo fabril y lo natural, para componer un pieza que pone el eje en la mirada del objeto como construcción, para limar los límites entre lo aprendido y lo intuitivo, con una fuerte reminiscencia a la carga dramática del romanticisimo.

Consultada sobre la reciente convocatoria a la Bienal de Venecia, que Y finaliza: “A mí se me hizo complicado. El Estado nunca financia el cien por ciento del proyecto, lo que se necesita para ocupar semejante espacio. Yo pedí por fuera, tuve que buscar financiación por fuera. La moraleja fue que finalmente la que termina financiándose es la artista. Porque no te lo dan gratis. Tenés que devolver todo. Así que es complicado”.

Fotos: Juan G. Batalla

Fuente: telam

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