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12/08/2025

De Carlos Keen a Girona: la experiencia del chef argentino que fue elegido para cocinar en el mejor restaurante del mundo

Fuente: telam

Nahuel Navarro cocinaba en un restaurante familiar cerca de Luján cuando recibió una oportunidad única: hacer una pasantía en El Celler de Can Roca, en España. En esta nota recuerda los aprendizajes, desafíos y anécdotas de esos meses que marcaron un antes y un después en su carrera y en su vida

>A los 20 años, Nahuel Navarro (30) vivió lo que para muchos chefs sería un sueño imposible: Su camino hacia esa oportunidad comenzó en Los Girasoles —un restaurante de campo con huerta orgánica y granja ubicado en Carlos Keen— que pertenece a la La estadía en Girona fue un antes y un después en su carrera, pero no lo retuvo. Al finalizar, volvió a la Argentina. “Soy muy apegado a mi familia, a mis amigos… La distancia hizo que me diera cuenta de lo importante que eran los afectos para mí”, explica. No consiguió empleo en los restaurantes a los que envió su currículum y, después de un tiempo, se alejó de la gastronomía: decidió “no volver a cocinar ni un pancho” y arrancó a trabajar en construcción.

Este año se cumplen diez años de aquella vivencia que cambió su carrera. ¿Cómo la transitó siendo un joven de 20 años? ¿Qué aprendizajes le dejó? ¿Qué vio detrás de las puertas de una de las mejores cocinas del planeta? ¿Cómo influyó esa experiencia en su forma de cocinar y en la vida que eligió después? En esta nota con Infobae, Nahuel responde estas y otras preguntas.

Desde chico, Nahuel encontraba placer en cocinar. “A los seis años, mi mamá me ponía una silla y me pedía que revolviera la salsa bolognesa. Me decía: ‘Si lo hacés con amor, va a ser la mejor del mundo’. Yo le creí”, contó en una entrevista. Esa inclinación lo llevó más tarde a estudiar en el Instituto Argentino de Gastronomía (IAG), donde se recibió de chef.

En ese contexto, cuando le confirmaron que iba a cocinar en El Celler de Can Roca, la noticia se vivió como un acontecimiento en su entorno. “Mis viejos estaban orgullosos. Toda la familia en realidad. Yo también, pero, al mismo tiempo, no terminaba de caer. Para mí fue como el capítulo de Los Simpson cuando Bart se hace famoso por decir: ‘¡Yo no fui!’. La sensación era esa: no podía creerlo”, cuenta.

En enero de 2016 viajó a Girona, donde permaneció hasta abril. Según recuerda, compartía habitación con siete chicos de distintas partes del mundo, todos jóvenes apasionados por la cocina como él. Aunque la rutina era intensa, tenían dos días libres por semana y aprovechaban para salir a recorrer y también ir a Barcelona, que quedaba a una hora y media en tren.

En el restaurante eran cerca de 40 pasantes que se desempeñaban en diferentes sectores, guiados por los “jefes de partida”. La rutina arrancaba a las ocho de la mañana y duraba hasta la medianoche, con pausas para almorzar y cenar en el restaurante de los padres de Los Roca, en un ambiente familiar y con comida casera. “El momento de la comida era siempre un buen momento. Había desde tortilla de papa hasta carne, frijoles y rabas. El erizo de mar que comí allá, no volví a probarlo nunca más en mi vida”, recuerda.

A pesar de la exigencia y la intensidad, Nahuel recuerda la experiencia con entusiasmo y gratitud. “Al principio me costó adaptarme, pero después le fui encontrando el ritmo. Tener la posibilidad de estar en un lugar tan prestigioso me marcó no solo en profesional, sino también en lo personal: logré incorporar esa organización y disciplina a mi vida diaria”, asegura.

—Recién mencionaste la organización y la disciplina, ¿qué otros aprendizajes te llevaste de esos meses en El Celler de Can Roca?

—¿Aluna vez cometiste algún error, se te quemó algo o rompiste un plato?

—Mientras estuviste allá, ¿alguna vez fue a comer algún famoso al restaurante? ¿Cómo se vive ese momento en la cocina?

—Sí, vinieron Shakira y Piqué cuando estaban juntos. En esos momentos hay revuelo y cotilleo. Yo no los vi porque no salí de la cocina, pero me enteré (risas). Un mes antes había ido el rey de España y me contaron que estaban todos supernerviosos. Cuando van personajes así, salen los mismos hermanos Roca y emplatan personalmente. Es lo más VIP que puede existir.

Son unos tipazos. Siempre fueron buena onda conmigo. Sabían que venía de Argentina y me tenían en cuenta. Cuando me veían me decían: “¿Cómo estás? Mandale saludos a Susana (Esmoris)”, que es la dueña del lugar donde trabajaba en Carlos Keen al que ellos fueron a comer.

—Después de semejante experiencia en España, ¿cómo fue volver a la Argentina?

—¿Por qué tomaste esa decisión tan radical?

—¿Así surgió Bunker Burger?

—¿Por qué hacer hamburguesas y no otra comida?

—¿Invitaste a los hermanos Roca a probar tus hamburguesas?

Fuente: telam

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