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09/08/2025

Francis Bacon, Paul Cézanne y Paul Klee bajo la lupa de Gilles Deleuze: el arte según la filosofía

Fuente: telam

Las clases impartidas en París a principios de los años 80, son ahora publicadas en inglés y permiten explorar ideas y perspectivas sobre la relación entre arte, ontología y la experiencia visual

>En una de las sesiones más recordadas de sus seminarios, Gilles Deleuze se detuvo ante una pregunta que, a simple vista, parecía trivial: “¿Por qué los pintores suelen preferir los colores puros, y no los mezclados?” La respuesta, lejos de cualquier tecnicismo, reveló una concepción radical sobre la pintura: “El color puro es una fuerza, no una cualidad. Es una potencia que afecta a la visión, no una propiedad que se añade a la forma”. Esta afirmación resalta en los seminarios que el filósofo dictó en 1981 en la Universidad Experimental de Vincennes, editados y publicados en francés en 2023 como Sur la peinture (Sobre la pintura), y que recientemente fueron traducidos al inglés por el crítico literario y académico Charles J. Stivale para la editorial de la Universidad de Minnesota.

A partir de este enfoque, los seminarios de Deleuze sobre pintura han adquirido una nueva relevancia: permiten acceder a un corpus que, hasta hace poco, solo circulaba en grabaciones de baja calidad y transcripciones parciales. Ahora, cualquier interesado puede escuchar y leer las sesiones en las que Gilles Deleuze explora la obra de Francis Bacon, Paul Cézanne y Paul Klee, entre otros, para desentrañar cómo la pintura se convierte en un acto de experimentación perceptiva.

El análisis deleuziano parte de una premisa: la pintura no se limita a reproducir el mundo visible, sino que crea un espacio autónomo donde las fuerzas y las sensaciones se despliegan. En palabras del propio filósofo, “la pintura no representa, sino que presenta”. Esta distinción, subrayada en varias ocasiones durante los seminarios, implica que el lienzo no es una ventana al mundo, sino un plano donde se inscriben intensidades. Deleuze recurre a la noción de “diagrama” para describir el momento en que el pintor introduce un elemento caótico en la obra, desestabilizando cualquier referencia figurativa y abriendo la posibilidad de una nueva organización visual.

La figura de Francis Bacon ocupa un lugar central en estas reflexiones. Para Deleuze, el trabajo de Bacon ilustra cómo la pintura puede “capturar la violencia de la sensación”, evitando tanto la narración como la ilustración. En una de las sesiones, el filósofo afirma que “la pintura de Bacon no cuenta historias, sino que produce efectos directos sobre el sistema nervioso”. Esta idea se traduce en una lectura de la obra pictórica como un campo de fuerzas que actúa sobre el espectador, más allá de cualquier interpretación simbólica.

El seminario también dedica atención a la relación entre color y forma. Deleuze sostiene que el color, en la pintura moderna, se emancipa de la línea y adquiere autonomía. Cita a Paul Klee para ilustrar este punto: “El color y la línea son dos movimientos independientes, dos maneras de recorrer el espacio del cuadro”. Esta independencia permite que el color funcione como una fuerza que organiza el espacio pictórico, en lugar de limitarse a rellenar contornos preexistentes.

La publicación de estos seminarios representa un hito para los estudios deleuzianos y para la teoría del arte contemporáneo. El acceso a las grabaciones originales y a las transcripciones revisadas permite reconstruir el proceso de pensamiento de Deleuze en tiempo real, observando cómo sus ideas se despliegan en diálogo con los estudiantes y con las obras analizadas. Entre los materiales disponibles, destacan las sesiones dedicadas a la “lógica de la sensación”, concepto que Deleuze desarrolla a partir de su lectura de Bacon y que define como “la capacidad de la pintura para hacer visible lo invisible, para dar cuerpo a las fuerzas que atraviesan el mundo”.

En el transcurso de los seminarios, Deleuze insiste en que la pintura moderna se caracteriza por la búsqueda de un “espacio pictórico” irreductible a la perspectiva clásica. Retoma la obra de Cézanne para mostrar cómo el pintor francés “descompone la visión en una multiplicidad de planos”, desafiando la ilusión de profundidad y proponiendo una experiencia visual fragmentada. Esta fragmentación, lejos de ser un defecto, constituye para Deleuze la condición de posibilidad de una nueva sensibilidad.

Fuente: telam

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