02/08/2025
Leer en la era digital: cuáles son las mejores estrategias para aprovechar las nuevas tecnologías

Fuente: telam
En un mundo hiperconectado, expertos analizan cómo las pantallas y el acceso constante a datos transforman los procesos de aprendizaje
>En un mundo donde la atención compite con notificaciones, redes sociales y el incesante flujo de información digital, surge una pregunta crucial:Hace algunas décadas, los libros eran el medio predominante para la lectura profunda. Según encuestas recientes, y a modo de ejemplo, los estadounidenses leen menos libros que antes y dedican solo unos 26 minutos al día a esta actividad. Mientras tanto, pasan más de tres horas navegando en internet o viendo televisión. Este cambio de hábitos no solo refleja un ajuste cultural, sino también una transformación en las expectativas y los modos en que consumimos información.
El skimming y la lectura profunda representan dos enfoques complementarios. El primero, que consiste en leer rápidamente para obtener un panorama general, es útil cuando el propósito es recolectar información básica o mantenerse actualizado. Joanna Christodoulou, profesora del Departamento de Ciencias de la Comunicación y Trastornos del Instituto de Profesiones de la Salud del MGH, señala que esta estrategia puede ser efectiva para textos ligeros, como novelas populares o artículos breves, ya que no requieren un análisis profundo ni la retención de muchos detalles.
El auge de la lectura en pantallas genero un debate entre expertos. Algunos argumentan que leer en dispositivos electrónicos fomenta la superficialidad, ya que los textos digitales suelen ser breves y fragmentados. Además, la constante exposición a estímulos como notificaciones y mensajes puede interrumpir la atención requerida para leer textos extensos. Maryanne Wolf, autora de “Reader, Come Home”, describe cómo la mente moderna se adaptó a esta hiperactividad, comparándola con un colibrí que se mueve rápidamente entre flores de néctar.
Sin embargo, otros investigadores, como Daniel Willingham, proponen que la atención no se deterioró, sino que nuestra disposición a dedicar tiempo a la lectura profunda se redujo. Según él, el problema radica en la percepción de que necesitamos consumir rápidamente la información para estar al día, lo que nos lleva a priorizar la cantidad sobre la calidad.La lectura no es una actividad homogénea. Diferentes personas emplean distintos enfoques según sus habilidades, motivaciones y contextos. Por ejemplo, un lector habitual de textos científicos puede recurrir al skimming para identificar secciones relevantes, mientras que un amante de la poesía probablemente adopte un ritmo más pausado, centrado en la resonancia emocional y la profundidad del lenguaje.A mediados del siglo XX, surgieron investigaciones sobre cómo optimizar la lectura mediante dispositivos tecnológicos. Herramientas como los tacistoscopios, diseñados para entrenar a los ojos a procesar información rápidamente, prometían crear lectores más veloces y eficientes. Aunque estas técnicas ofrecían mejoras temporales, su impacto a largo plazo era limitado, y la atención se desplazó hacia la comprensión de cómo funciona el cerebro al leer.
Fuente: telam
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