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23/07/2025

Los científicos exponen los obstáculos al acuerdo global para combatir la contaminación por plásticos

Fuente: telam

Las negociaciones internacionales impulsadas por la ONU y cuyo próximo capítulo tendrá lugar en agosto, en Suiza, no logran consenso ante la presión de países productores y la industria. Los expertos advierten sobre el avance de la crisis ambiental

>La lucha por poner fin a la El proceso, nacido de la resolución 5/14 de la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente, intenta construir un acuerdoEn las últimas rondas de negociación, la desconexión sobre dónde poner el énfasis del tratado ha provocado estancamientos. Las delegaciones de 177 países reunidas en Busan, Corea del Sur, a finales de 2024 no lograron consensuar un texto definitivo, principalmente por la resistencia de un pequeño grupo de países productores de petróleo y plásticos. Estos bloques han frenado un acuerdo más ambicioso, defendiendo un “enfoque aguas abajo”, orientado a la gestión del residuo, en vez de imponer límites a la producción (“aguas arriba”). Según un estudio citado por The Guardian, este “bloque petroquímico” promueve el aumento de la producción, externalizando los costos ambientales y presionando para frenar los avances. La próxima instancia de negociación tendrá lugar en Ginebra, Suiza, el próximo mes de agosto.

La presión por limitar el tratado al reciclaje y la gestión ignora el origen sistémico del problema. Como destaca la evidencia científica, el efecto nocivo del plástico empieza en la extracción de las materias primas fósiles y en la fabricación, no solo en el descarte. Desde el inicio del proceso negociador en 2022, más de cien países y más de 1.100 científicos han pedido que el tratado incluya límites obligatorios a la producción, mientras los países productores insisten en mecanismos de reciclado y manejo de basura. Esta postura refleja no solo intereses económicos, sino también la presión de la transición energética, que busca nuevos destinos para el petróleo y el gas en desuso.

El conflicto sobre el alcance del tratado tiene en sus raíces una avalancha de datos alarmantes. La producción mundial de plásticos no deja de aumentar: en 2023 se fabricaron entre 413 millones y 415 millones de toneladas, lo que dobla los niveles registrados en el año 2000. Según estimaciones para 2040, la cifra podría llegar a 712 millones de toneladas anuales, una proyección que coloca la crisis en un rumbo exponencial si no se avanza hacia políticas de reducción real.

El grueso del plástico producido no encuentra un destino sustentable. Como se mencionó, a lo largo de la historia, sólo 9% del material fabricado se ha reciclado, mientras que el 90% continúa produciéndose a partir de petróleo y gas. En Europa, una de las regiones con mayor capacidad instalada, el reciclaje alcanza un 24,5% en plásticos de uso doméstico, y la infraestructura para transformar residuos crece, pero no logra compensar la velocidad de generación de basura plástica.

Estados Unidos, por su parte, ha logrado récords históricos de recolección de botellas PET, una excepción dentro de una tendencia global poco alentadora. En 2023, la tasa de reciclaje de PET en ese país alcanzó 41,3% para botellas, aunque apenas 16,2% del material en envases provino de plástico reciclado. En contraste, la capacidad de reciclaje en otras regiones permanece marginal frente al volumen desbordante de producción y consumo.

Parte relevante del problema reside en los plásticos de un solo uso y los envases. Estos representan, respectivamente, dos tercios de los productos fabricados y cerca del 36% de la producción global, segmentos donde las tasas de reciclaje y recuperación de material son especialmente bajas. La crisis del plástico ha alcanzado cada rincón del planeta, desde la cima del Everest hasta las profundidades oceánicas, y que hallazgos recientes han detectado microplásticos incluso en la La situación plantea una carrera contrarreloj para la diplomacia global. El borrador más reciente del tratado incluye propuestas tanto para restricciones obligatorias como medidas voluntarias, pero persisten “corchetes” con temas irresueltos, especialmente en los capítulos sobre limitación de producción, financiamiento y responsabilidad diferenciada para países en desarrollo.

El desafío de alcanzar un acuerdo eficaz queda ilustrado por las palabras de la ministra de Medio Ambiente de Francia, Agnès Pannier-Runacher, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre los Océanos, celebrada en junio de 2025 en Niza: “Montañas de plástico están asfixiando nuestro ecosistema, contaminando las cadenas alimentarias y amenazando el futuro de nuestros hijos. Este es un momento crucial. No nos rendiremos >La actitud de los grupos de presión y petroestados en el proceso negociador ha complicado aún más la posibilidad de establecer límites efectivos a la producción. Arabia Saudita, segundo mayor productor de petróleo y propietario de uno de los mayores gigantes petroquímicos, se ha erigido como líder del bloque de países que rechazan cualquier restricción al crecimiento industrial del plástico. De acuerdo con testimonios citados por The Guardian, la obstrucción de este grupo no es novedosa y utiliza “todos los mecanismos procesales para impedir el progreso” empleando vastos recursos financieros y experiencia en negociaciones climáticas.

El peso de los lobbies corporativos alcanza niveles inéditos. En las últimas conversaciones de Busan, la presencia de 220 lobbistas corporativos superó ampliamente la delegación del país anfitrión y triplicó la de científicos independientes. La industria se ha asegurado no solo presencia formal sino acceso privilegiado a sesiones reservadas. Según un documento citado por The Guardian, esto “margina la evidencia científica en favor de las agendas corporativas”.

Los científicos tampoco consiguen hacerse escuchar con claridad. La Coalición de Científicos para un Tratado Eficaz sobre Plásticos (SCEP), que asiste a delegaciones y gobiernos de países con menos recursos, denunció dificultades para que sus críticas y aportes sean tenidos en cuenta en los informes oficiales. “No pudimos identificar las lagunas de conocimiento, los malentendidos ni la desinformación que requieren aclaración, a menudo difundidos por actores con conflictos de intereses”, denunciaron integrantes de SCEP.

Fuente: telam

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