24/05/2025
En memoria de Sebastião Salgado, el hombre que documentó tragedias y celebró la belleza oculta del planeta

Fuente: telam
El legado visual del fotógrafo brasileño abarca desde paisajes remotos hasta dramas sociales, fusionando arte y denuncia en imágenes icónicas que sensibilizaron sobre la emergencia climática
>El fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, fallecido este viernes a los 81 años, inmortalizó durante cinco décadas lo mejor y lo peor del planeta: desde los remotos tesoros naturales hasta las calamidades humanas, con un estilo inconfundible que alió belleza con compromiso.
Desde Ruanda a Guatemala, pasando por Indonesia y Bangladés, el brasileño documentó hambrunas, guerras, éxodos y explotación laboral en el Tercer Mundo con la mirada empática y no condescendiente “de quien viene de la misma parte del mundo”, solía decir.
Salgado recibió prestigiosos galardones, como el Príncipe de Asturias y el Premio Internacional de la Fundación Hasselblad y fue protagonista del documental nominado al Oscar La sal de la Tierra, de Wim Wenders, sobre sus periplos a lugares recónditos como el Círculo Polar Ártico y Papúa Nueva Guinea, que alimentaron su libro Génesis (2013).
Nacido el 8 de febrero de 1944 en la localidad rural de Aimorés, en el estado de Minas Gerais (sureste), Salgado se crio junto a siete hermanas en la finca propiedad de su padre, ganadero. De su infancia, en una tierra donde visitar a un allegado requería días de trayecto, decía haber aprendido la paciencia, primordial para un fotógrafo que debe saber esperar “la fracción de segundo” que busca captar.Empezó Derecho, pero en seguida saltó a Economía, cuyo máster obtuvo en la Universidad de Sao Paulo. Militante de izquierdas, se trasladó en 1969 a Francia huyendo de la dictadura en Brasil, junto a la que sería su compañera de vida, Lelia Wanick. Empleado en la Organización Internacional del Café, el brasileño viajaba a menudo a África, donde empezó a fotografiar, después de probar por primera vez en 1970 una cámara que Lelia había comprado.“Me di cuenta de que las instantáneas me producían más placer que los informes económicos”, confesó.África, donde se sentía “como en casa” por su peso cultural en Brasil desde los tiempos de la esclavitud, fue objeto de sus primeros reportajes sobre sequías y hambrunas en países como Níger y Etiopía, lo que le abrió la puerta de la legendaria agencia Magnum en 1979.
Pero fue su primer libro, Otras Américas (1984), retrato de pueblos indígenas, lo que hizo despegar su fama, consagrada dos años después con las fotos de Serra Pelada (Brasil), la mayor mina de oro del mundo a cielo abierto, donde durante 35 días convivió con miles de hombres cubiertos de lodo y en condiciones inhumanas.
Siguió otra obra antológica, Éxodos (2000), sobre migraciones forzadas en 40 países.Antes de disparar “hay que estar ligado al fenómeno”, explicaba Salgado, justificando el tiempo pasado con sus sujetos, a los que retrataba con las tres cámaras Leica que llevaba colgando alrededor del cuello.
La fotografía es “una forma de vida. Corresponde a mi ideología (...) mi actividad humana y política, va todo junto”, confesó a la AFP en 2022, al presentar en San Pablo su exposición Amazonía, fruto de un trabajo de siete años en la mayor selva tropical del mundo.En su estado natal, fundó además el Instituto Terra para regenerar los bosques y la biodiversidad desaparecidos debido a la deforestación, un exitoso proyecto al que hasta en 2022 se habían sumado unos 3.000 propietarios de tierras.
Preguntado por lo aprendido a lo largo de su periplo planetario, Salgado resumió en 2016: “Que existe una cosa artificial que se llama fronteras. En todas partes, vi al mismo ser humano. El extranjero no existe”.[Fotos: Reuters /Sandra Hernandez; Benjamin Cremel/AFP; EFE/Sergio Pérez; EFE/ARCHIVO/Facundo Arrizabalaga y EFE/ Juan Carlos Hidalgo]
Fuente: telam
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