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18/05/2025

Isabel Allende: “No estoy en pánico con esta vuelta de la derecha; es atroz pero no es eterno”

Fuente: telam

La escritora chilena publica “Mi nombre es Emilia del Valle”, vuelve sobre los orígenes y se abre: “¿Por qué es tan poderosa mi infancia, si no fue feliz?”

>“Me crie con la idea de que mi padre biológico era un chileno muy rico y yo tenía derecho a una herencia que el destino me había birlado, pero que Dios, en su infinita misericordia, pondría a mi alcance en su debido momento”. Esto lo escribe Isabel Allende pero, ojo, no lo dice Isabel Allende. Porque lo dice Emilia del Valle, la protagonista de Mi nombre es Emilia del Valle, la última novela de la autora chilena, que está saliendo por estos días. Pero, aunque ahora Allende diga que no se dio cuenta, Emilia tiene bastante que ver con ella y con su historia.

Emilia del Valle es la hija de una novicia, Molly Walsh, que iba para monja pero un día da el mal paso, seducida y abandonada por un ese joven chileno y fino. Una noche, Emilia está segura de que no fue más que un encuentro, bueno para nadie. Una vez y “a él le quedó un mal sabor de boca por haber engañado a aquella novia de Cristo”, cuenta la narradora. Fue suficiente: ella empezó a crecer en el cuerpo de Molly. Chau planes de vida. Pero también hola planes de vida: Molly a esa altura ya trabaja en una escuela cuyo director, Francisco Claro, es un mestizo sabio y cariñoso. Ese -Pancho- va a terminar siendo el verdadero padre de Emilia, que se llamará Emilia del Valle Claro.

Isabel Allende sabe de eso. Su padre, Tomás, era un diplomático que un día se hizo humo y dejó a la madre en Perú y con tres chicos. La madre de Isabel encontró a su Francisco Claro: se llamaba Ramón Huidobro Domínguez y, ha dicho ella, “fue mi padre”. Pero no, ahora Allende dirá que no pensó en eso, que no pensó en ella misma. Aunque ¿saben qué hizo de su vida Isabel? Antes que escritora fue periodista. ¿Qué hace Emilia? Sí, es periodista. Y así, como periodista, vuelve a Chile. Periodista de guerra en momentos -1891- en que había pocas periodistas y menos en situaciones bélicas.

Así llegará a Chile en medio de una guerra civil. Por un lado un presidente, José Manuel Balmaceda, que propone reformas como -le explica el compañero que viajará con ella- “leyes de defensa de los trabajadores, educación gratuita y obligatoria, libertades civiles”. Pero lo hará, si hace falta, con autoritarismo y sin el congreso. Por otro lado, los congresistas, que defienden a los poderes económicos. Y medio país detrás de cada uno.

-¿Cómo llegaste a esta historia del siglo XIX? ¿Y cómo resuena en el presente ese cruce de progresismo y autoritarismo?

-Me había interesado siempre esa guerra civil en Chile, que fue brutal, sangrienta. Mira, en cuatro meses murieron más chilenos que en la guerra contra el Perú y Bolivia, que duró cuatro años y tanto, y se mataron de manera espantosa también. Y sí, hay algunos ecos con lo que pasó después, con el golpe militar en 1973. En ambos casos la derecha se opuso a un gobierno progresista e intervinieron las Fuerzas Armadas. En el caso de la Guerra Civil se dividieron y por eso fue una guerra civil. En el 73 no se dividieron y fue una guerra contra el pueblo.

-¿Quién tenía razón en 1891?

-Señalás el gobierno de Balmaceda como progresista, pero también como un gobierno que reprime.

-¿Qué molestó de Balmaceda?

-Que invirtió el dinero de las de las minas en educación, en carreteras, en levantar a toda una clase social. Y la derecha se sintió agredida. Creían que se podía vivir de los intereses de ese dinero y no había para qué estar invirtiendo en infraestructura. Cuando terminó la Guerra del Pacífico y le quitaron al Perú un montón de tierras donde estaban las minas más valiosas, le cayó a Chile como un baño de dinero. Balmaceda dijo: “No va a durar para siempre, hay que invertirlo”. Y la derecha no quería.

-Es que la gente no tenía voz ni voto en aquella época. Las elecciones eran completamente manejadas por los terratenientes. Los únicos que realmente estaban organizados eran los mineros, que se rebelaban.

-¿Ves ahí alguna línea que te lleve hacia lo que está pasando ahora, en distintas partes del mundo?

-Estaba pensando en tu vínculo con Emilia. Ella es una estadounidense que tiene alguna raíz chilena y cuando llega a Chile esa raíz “le tira”. Vos sos una chilena que vivió casi siempre en el extranjero. ¿Cómo te sentís vos con esa pertenencia, con esas raíces?

-Oye, fíjate que, después de tantos años fuera, cuando me preguntan qué soy... Yo soy ciudadana americana por el pasaporte, pero yo digo soy chilena. Porque soy chilena. Fíjate que nací en el Perú, viví unos pocos años en Chile, en la casa de mi abuelo, y después empezó el eterno peregrinaje con mi padrastro, que también era diplomático. Después el exilio, después la inmigración. ¿Por qué esas raíces tan poderosas de la infancia, de ese lugar sagrado de la infancia, de la memoria? Y eso que tampoco es una memoria agradable porque no tuve una infancia buena ni feliz, tuve una infancia de temores, de inseguridad. ¿Por qué tengo esas raíces tan poderosas? No sé, pero cuando voy a Chile, sobre todo al sur de Chile, sé que es allí adonde pertenezco. El paisaje, la gente, el acento, el humor. No te puedo decir qué es.

-Emilia siente que tiene que “volver”. ¿Vos?

-¿Por qué te tira especialmente el sur de Chile?

-En la novela aparece una conexión con toda la cultura indígena que he visto en otro de tus libros...

-Permitime volver a la guerra civil. Pensaba que en esas guerras queda clarísimo que lo que se pelean son intereses...

-Vos describís mucho la crueldad, la violencia, la tortura. O sea, es un libro que no, no se ahorra esas cosas.

-Pero como no es que va un caballero y dispara y otro muere. Sino son cinco personas sobre una persona tirada en el piso. Pateándola..

-¿Para qué, Isabel? ¿Para qué hay que contarlo?

-En este libro hacés mucho hincapié nuevamente en esas redes “secundarias” que arman las mujeres. Emilia consigue información porque habla con la señora que atiende al padre, que él no sabe ni cómo se llama.

-Entonces construiste esa mujer que se puede mover y llegar a muchos lugares. Y mostrás las trabas que enfrenta, las veces que le dicen que no va a poder llegar, que no tiene que ir. ¿Eso sigue pasando?

-¿El mundo tecnológico volvió a levantarse no como un lugar básicamente masculino?

-¿A qué te referís?

-¿Cómo llegamos hasta acá tan rápido? Hasta ayer hablábamos de los avances en los derechos de las mujeres...

-Entonces, perdieron un lugar y todavía no encontraron a otro y todavía no encontraron otro.

-¿Ya estás pensando en otro libro?

-¿Estás enamorada?

-¿Y eso hace mejor este amor?

-¿Qué te da más miedo?

Fuente: telam

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