01/04/2025
La resistencia de un hombre afectado por el desborde del río Pilcomayo en Salta: “Esta vez arrasó con todo”

Fuente: telam
La crecida de las aguas obligó a decenas de familias a abandonar sus hogares y resistir en campamentos improvisados. Juan Carrizo, vecino de Misión La Gracia, denuncia la falta de ayuda estatal mientras lucha por reconstruir su vida con lo poco que le queda
>Una semana antes de la última crecida del Río Pilcomayo, los habitantes de una de las zonas más afectadas se prepararon para hacerle frente porque sabían que el agua volvería a hacer estragos, pero ningún alerta aseguró que los golpearía tanto, al punto de vivir una de las peores noches de sus vidas cuando el desborde inició.
Pese a la gravedad de la situación, no recibieron la ayuda esperada. “Sacamos las cosas con nuestro esfuerzo. Mi mamá, que es ciega, mis sobrinos, toda mi familia - dice Carrizo -. El agua seguía creciendo cada día, cada hora. A la tarde tuve que salir de mi casa. No podíamos esperar más”.
El río Pilcomayo desbordó en Salta, dejó a más de 10 mil personas aisladas y obligó a miles de habitantes de distintas comunidades a evacuarse. Sin embargo, no todos accedieron a irse a tiempo. Aunque muchas familias fueron trasladadas de manera preventiva antes de que el agua cubriera por completo las zonas habitadas, hubo quienes optaron por quedarse.Pese a que la región ya había sido golpeada con dureza en otras oportunidades, Juan Carrizo asegura que esta es la peor inundación que recuerda en La Gracia. La describe como “la más destructiva en los últimos años” y no duda en afirmar: “Esta vez arrasó con todo”, al comparar lo vivido con la crecida de 2018.Aunque una semana antes ya se habían emitido distintos alertas por la crecida del río, y los pobladores intentaron anticiparse reforzando las defensas a fin de contener al agua, pero los esfuerzos resultaron insuficientes. “Sabíamos que venía una crecida fuerte, lo escuchamos por la radio, pero no imaginábamos esto. Fue la peor del año”, asevera. Y detalla: “Pasamos una semana entera trabajando bajo la lluvia. Pusimos bolsas, reforzamos el anillo para tratar de frenar el impacto del agua. Los jóvenes trabajaron con todo, pero no alcanzó. El agua pasó igual”, cuenta Juan desde el lugar donde hoy pasa los días.
Aún conmovido, recuerda el momento en que tuvo que abandonar su casa porque no le quedó otra opción. “Veía que el agua seguía subiendo, creciendo cada día, a cada hora. Una tarde decidí salir. Mi mamá es ciega... Por eso quise irme hacia la orilla del camino, donde ahora estamos con toda mi familia”, cuenta.El desborde del río no sólo arrasó con las casas sino también con la confianza que toda la comunidad tenía en unas obras llamadas “anillos”, una defensa que construyó la provincia de Salta para proteger a las comunidades.
“La defensa ya no es protección para el pueblo. La Gracia ya no es segura”, repite Carrizo y en su voz transmite bronca y resignación. “Hoy estamos acá con todo, con lo poco que nos queda y sin mucha ayuda. A veces nos dejan un bolsón de comida para el día (por familia), a veces agua potable. Hace dos días atrás no teníamos agua para tomar”, cuenta y agradece la ayuda que sí reciben de la ONG Pata Pila. “Ayudan, sobre todo, a los chicos. La fundación Pata Pila nos dio una mano, pero faltan muchas cosas como colchones, alimentos, útiles escolares, calzados, herramientas para trabajar (picos, palas, machetes, botas y guantes de trabajo”, enumera y cuenta que en los próximos días, los docentes comenzarán con el dictado de clases para no retrasarse.El desborde del río Pilcomayo dejó a cientos de familias aisladas en comunidades del norte de Salta, donde la crecida interrumpió el acceso a agua, alimentos y electricidad. La organización Pata Pila, que brinda asistencia en la zona, identificó una situación crítica en localidades como La Puntana, Misión La Paz, KM 2, Nevackle, La Bolsa y Pozo El Araoz, muchas de las cuales permanecen incomunicadas debido a los caminos anegados.
En La Curvita, por ejemplo, son 90 las personas provenientes de Monte Carmelo que continúan evacuadas, mientras que otras 185 —incluidos 128 niños y adolescentes— fueron trasladadas a Santa Victoria. La mayoría ya fue reubicada en terrenos provisorios, luego de que sus comunidades quedaran bajo el agua o inhabilitadas por el barro. Algunas familias debieron levantar carpas a la vera de la ruta, como en el caso de Juan Carrizo, sin acceso a servicios básicos.“Acompañamos a las familias en situación de vulnerabilidad no sólo en lo nutricional, sino también en lo económico, para mejorar su calidad de vida con proyectos de impacto positivo y duradero”, señala sobre la ONG que trabaja hace una década en la prevención de la desnutrición infantil.
Esa labor también se realiza en conjunto con municipios, la provincia y otras instituciones para distribuir agua potable, trasladar tinacos para almacenar el agua y brindar atención médica a personas en situación de riesgo, incluidos niños y mujeres embarazadas.
Fuente: telam
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