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23/03/2025

Israel en momento de decisiones: ¿tiene Netanyahu las respuestas?

Fuente: telam

El país parece hoy muy dividido en torno a si parar la guerra para recuperar a todos los rehenes, producto de las críticas de grupos de familiares al primer ministro

>Creo que no, por lo que voy a romper una norma de conducta que me he autoimpuesto a través de muchos años en medios de comunicación, en el sentido que siempre he creído que, en condiciones de guerra, un judío que no vive en Israel no debiera opinar a favor o en contra de una autoridad en ejercicio, pero ahora considero que es imposible no hacerlo, sobre todo, que Israel solo puede culparse a sí mismo, ya que una vez más un triunfo militar no está sirviendo, debido a la ausencia de un plan político oportuno. Esa es su gran falla, y pareciera que hoy estamos presenciando un capítulo más de esta tragedia que ha acompañado al Estado de Israel desde la independencia del imperio británico en 1948, ya que ha ganado todas las guerras, pero ha perdido la paz, en el sentido no de su legitimidad o de los Tratados con países vecinos, sino de un acuerdo de toda la región.

Tampoco se duda de su compromiso para encabezar una guerra que se ha desarrollado en siete frentes, con Irán, cual titiritero detrás de todos ellos. Por su intermedio, Israel dice con razón que la realidad de la región cambió totalmente después del 7-X, pero ¿dónde ha estado el plan político que hoy lo refleje? Al menos hay dos cambios fundamentales, primero, que lo que se inició como una guerra más con los palestinos evolucionó hacia una Yihad, no solo contra Israel, ya que se cuestiona su propia legitimidad, sino también contra la idea misma de Occidente y sus valores, y donde el nuevo gobierno de EEUU ha entendido mejor lo que está ocurriendo que el anterior de Joe Biden, y por cierto, que los europeos que no parecen aceptar que podrían ser los siguientes, partiendo por España (todavía es Al Ándalus para el fundamentalismo), en caso que Israel fuera derrotado. La segunda diferencia es que se ha desarrollado una alianza de hecho entre Israel y los países árabes sunitas del Medio Oriente, por el temor mutuo a la bomba atómica de Irán, tanto que las relaciones existentes han sobrevivido bien a la guerra, tan bien que Israel recibió respaldo las dos veces que fue atacado por Irán, y en ninguno de estos países las relaciones se han deteriorado como tampoco en ninguna de sus universidades se ha presenciado el antisemitismo que se vivió en las de élite de EEUU como tampoco en ninguna ciudad árabe ha existido la agresión en las calles hacia los judíos que se ha desatado en Nueva York, Londres o Paris. Otra indicación fue que más allá de los discursos habituales, ningún país árabe (o musulmán) quiso recibir refugiados de Gaza.

¿Y el de Israel? No se ve ni se conoce, salvo lo declarado al inicio de la guerra, sobre la destrucción de Hamas y que la presión militar recuperaría los rehenes. Y eso que Israel ha ganado la parte militar, en un desempeño que, a mi juicio, en 7 frentes distintos, supera lo hecho en 1967 por la mítica Guerra de los Seis Días.

Hoy, ni siquiera parece haber claridad que viene primero, si solucionar el tema todavía pendiente de Hamas en Gaza o enfrentar ahora, primero o al menos paralelamente, el del programa nuclear de Irán, la única amenaza real de supervivencia que hoy tiene el Estado, por su destrucción tan reiteradamente declarada por los ayatolas. En todo caso, los triunfos en 7 frentes, la destrucción sistemática de Hezbolá y la de Hamas como posibilidad de repetición del 7-X, se une al éxito que tuvo Israel en los enfrentamientos directos con Teherán, reduciendo lo que era amenaza a una debilidad total de su sistema de defensa aérea, lo que se une a que hoy recibe un apoyo de la Casa Blanca que supera los problemas que tuvo con la administración anterior, pero nada asegura que como superpotencia Washington no cambie de opinión.

El tema de la bomba iraní es solo un problema de tiempo, ya que una vez que un conocimiento ingresa a una sociedad ya no se puede erradicar, faltando eso sí los elementos tecnológicos de poner el poder nuclear en un misil, y si en Israel existe mayor claridad, para una parte importante de EEUU le cuesta entender que la República Islámica es desde 1979 un estado revolucionario con la misión religiosa de destruir al “Gran Satán” (EEUU) como también al “Pequeño Satán” (Israel), junto a la exportación al mundo entero de sus ideales chiitas.

En todo caso, la verdad es una sola, si no es por Israel, es posible que Bashar al- Asad estaría todavía en Siria, ya que la razón por la cual Irán no pudo intervenir como tampoco lo hizo Hezbolá en su auxilio, fue por los muy fuertes golpes que les propinó a ambos Israel en esta guerra, y quizás lo que Israel tiene más claro es que no quiere un nuevo el Líbano en esa frontera.

Además de no tener un plan para el día después de Hamas, Netanyahu está preocupado por su supervivencia política ante las acusaciones de corrupción electoral en su contra y donde la Corte Suprema ni condena ni absuelve, y donde el país parece demasiado dividido al respecto. En ese contexto, es indudable que mientras pueda, trata de evitar que se forme algo tan inevitable, como una Comisión que al más alto nivel investigue el terrible fracaso de la invasión y la mayor muerte de judíos desde el Holocausto, no solo de quienes como Netanyahu ejercían el poder principal ese día, sino también es de esperar que alcance a quienes fracasaron quizás al mismo o aún mayor nivel, como las autoridades de las fuerzas armadas que se demoraron tanto en reprimir la invasión y salvarle la vida a mucho inocente que fue asesinado. También, de organismos de seguridad e inteligencia interior como el Shin Bet, conocido como Shabak, que no fue capaz de advertir lo que venía, a lo que habría que agregar, aunque por cubrir el exterior de Israel quizás con menor responsabilidad como el Mossad. Hablamos de una elite del Estado, tres o cuatro instituciones con algún grado de culpabilidad en la enorme cantidad de rehenes que fueron secuestrados, un fracaso tan grande como inesperado, donde no solo quedó muy afectada la disuasión de Israel, sino también se rompió un fundamento básico, que siempre el Estado iba a defender a todos sus habitantes, ya que no hay que olvidar que los secuestradores no discriminaron llevándose judíos, minorías israelíes y ciudadanos de otros países, incluyendo trabajadores de los kibutz .

La primera es ¿cómo puede haber paz con Hamas todavía activo, si no como amenaza militar si como gobierno de Gaza?, pregunta vigente, ya que el acuerdo al que se llegó para el retorno de rehenes, aunque quizás imprescindible para obtener el retorno de algunos, en la práctica les dio sobrevida, y con esa puesta de escena hollywoodense, por varias semanas tolerada por el gobierno israelí, Hamas dio imagen de poder y vigencia.

La segunda es si Israel está preparado para un escenario probable aunque no necesariamente se materialice, que Donald Trump haga un giro inesperado terminando con el apoyo automático a Jerusalén y presione o imponga una negociación para la creación del Estado Palestino con la Autoridad Palestina como interlocutor, en lo que parece que es importante para él, que es retomar el punto en que quedaron los Pactos de Abraham en su gobierno anterior, y basta recordar que su interés era continuar con el Estado Palestino, ofreciendo 50 billones de dólares como contribución económica, para que los palestinos se interesaran, y como ha pasado una y otra vez, en las mediaciones de EEUU, simplemente no se motivaron, rechazando una vez más la posibilidad de negociar la creación del Estado.

La pregunta es cuál sería el socio palestino para la paz, ya que Israel ha fracasado en encontrar ese socio, a partir de 1948 en adelante, a diferencia de naciones árabes sunitas con las cuales existen Tratados de Paz como Egipto, Jordania o los Emiratos.

La tercera pregunta es ¿quiénes se hacen cargo de Gaza?, y si lo pueden hacer sin sufrir ataques. En otras palabras, si se puede hacer sin cortarle antes la cabeza a la serpiente, es decir, al programa nuclear de los ayatolas y sin la subversión que patrocina Teherán, a través de todos los proxis que utiliza para agredir a Israel y aquellos países árabes con los cuales existe paz.

En quinto lugar, ¿estaría Israel dispuesto a poner fin a la etapa militar y anunciar un futuro sin Hamas, con la presencia decisiva de los países árabes sunitas a cargo de respaldar una nueva administración de una Autoridad Palestina, pero sin Abu Mazen?, con un gobierno dialogante, socio de la paz, que crea posible la solución de los dos Estados, solo que sería uno al lado del otro y no uno en vez del otro como lo pretendieron Irán y Hamas, sin participación europea o de la Agencia UNWRA de las ONU en apoyo de los terroristas, con presencia militar de Israel al interior de la Franja, pero sin que se involucre en el gobierno de ella.

El momento que se vive, exige recuperar la claridad que primaba al inicio de la guerra, solo que, en este nuevo contexto, Israel hoy está lleno de claroscuros. También contribuye a las dudas, por ejemplo, la gestión que Washington le encargara a Moscú de trasladar a Teherán la posibilidad de una solución no militar, y que el Ayatola Ali Jamenei la desestimó antes de cumplir un día en sus manos. Es también el caso de la confusión creada cuando el encargado de rehenes de la Casa Blanca, expresó satisfacción con la idea que Hamas podría aceptar una solución a la libanesa, la de Hezbolá, en el sentido que podría mantener el poder sin ser gobierno, es decir, la peor solución del mundo, al concederle libertad para hacer terrorismo, sin la responsabilidad de administrar.

¿Puede lograr la paz Netanyahu? Sin duda, y no interfieren los ataques que recibe a diario en Israel, incluyendo los de los parientes de los rehenes que lo culpan que sus amados familiares no hayan sido liberados, lo cual, por cierto, es injusto, como también el hecho que la mitad de Israel lo rechaza mientras que la otra mitad lo ama, en definitiva, ello no va a ser impedimento, si uno considera lo que es una característica de la región y muy presente en sus enemigos y adversarios, de respetar la disposición a usar la fuerza por parte de quienes tienen éxito. Sin duda, al menos, podría avanzar, pero ello significa tarde o temprano, y ojalá más temprano que tarde, su disposición a dar un paso al costado, para la formación de la gran Comisión Investigadora que se necesita convocar para revisar lo mucho que se hizo mal el 7 de octubre.

Y en la democracia israelí, ello significa después del Informe convocar al electorado con la dudosa posibilidad que el voto resuelva el tema, y es dudosa, porque el sistema electoral es totalmente disfuncional, y privilegia la representación de todos los votantes por sobre la constitución de mayorías estables, por lo que quizás aparezca un empate que no resuelva el tema de quien ganó. Mas aún, dado lo que muestran las encuestas, es posible que las gane Netanyahu, ya que el triunfo o derrota no se mide por los votos a favor o en contra, sino por quién obtiene más respaldos en el parlamento, lo cual se resuelve después de muchas negociaciones, por mayorías de solo un par de votos.

Otra expresión de la división de Israel es el anuncio de Netanyahu que va a despedir al jefe del Shin Bet, lo que debiera ser la consecuencia de una investigación independiente, reafirmación que ha llegado el momento de la Comisión, como también que Israel ha demostrado la necesidad de un nuevo sistema electoral que resuelva el tema de quien es gobierno en vez de generar empates, como también de una Constitución escrita donde queden claras las soluciones que la prolongada situación de Netanyahu no ha logrado resolver, es decir, que en vez de polarización se requieren normas jurídicas escritas. En definitiva, tal como decía Einstein, “no podemos resolver problemas de la misma forma que los creamos”.

Máster y PhD en Ciencia Politica (U. de Essex), Licenciatura en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), candidato presidencial (Chile, 2013)

Fuente: telam

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