11/12/2025
La izquierda fascista
Fuente: telam
Acumulamos suficiente experiencia como para saber que los principales defensores del régimen tiránico de Venezuela (y de Cuba) justifican los crímenes de estos tiranos
>Ayer, en un día grandioso, una multitud de personas, desde cualquier lugar del mundo, nos emocionamos con la ceremonia que se estaba celebrando en el legendario salón del ayuntamiento de Oslo. Todo era bello, elegante, digno: la inusual sobriedad de Danny Ocean cantando Alma Llanera; el impecable “J’accuse” de Jørgen Watne Frydnes en su magnifico discurso de denuncia; la emoción de Ana Corina Sosa, acariciándonos el alma; sus palabras, intensas, profundas, sabias. Y en el centro de todo, ella, María Corina Machado, la mujer que nunca se rindió, más presente que nunca en su forzada ausencia. Su foto serena presidiendo el salón era el símbolo que ponía rostro a la lucha ingente de un pueblo que acumula sangre, dolor y pérdidas, y en ese lugar y día, Venezuela tocaba la historia. Una fiesta de la democracia en defensa de la democracia, unidos en un ideal de libertad.
Es cierto. Acumulamos suficiente experiencia como para saber que los principales defensores del régimen tiránico de Venezuela (y de Cuba) son intelectuales, opinadores y políticos que se definen progresistas, vocean su discurso de progreso y alzan la bandera de la justicia, y, sin embargo, justifican los crímenes de estos tiranos. ¿Cómo es posible que en nombre de la libertad se defienda a un Maduro que la pisotea cada día en el cuerpo del millar de presos políticos que tiene en sus cárceles? ¿Cómo puede conciliarse una ideología que asegura buscar el progreso con estos tiranos que lo destruyen todo?
¿Cómo es posible que esta izquierda mantenga aún el prestigio intelectual? Y la pregunta no es baladí porque los hechos son contundentes: defienden a un dictador asentado en un narco estado; se alían con presidentes que en nombre del pueblo, roban al pueblo; ignoran la tragedia de las mujeres afganas; callan ante las atrocidades de los ayatolas; silencian el dolor de los cristianos perseguidos; y, en el juego de la geopolítica, se sitúan al lado de Rusia, China o Irán, mientras critican furibundamente las bases de las democracias occidentales. Y, sin embargo, se otorgan el patrimonio de las ideas de justícia, solidaridad y progreso, y con ello mantienen el dominio cultural.
Pero de todos los ejemplos posibles, el más claro es el de Venezuela. Maduro perpetra todo tipo de barbaridades, desde robar las elecciones, y ejercer una brutal represión, hasta convertir Venezuela en un paraíso criminal. Es el paradigma del sátrapa ignorante y violento que conduce su país al desastre. Y sin embargo, continúa teniendo el aplauso de los Petro y los Pablo Iglesias de turno, eternos paladines del pueblo, mientras el pueblo se muere de hambre. Llamar progresismo a eso es una mueca dantesca. En realidad se trata de otro tipo de fascismo, el fascismo de izquierdas, tan intolerante y antidemocrático como el de derechas, e igualmente violento.
“Venezuela volverá a respirar”, ha dicho María Corina en boca de su hija Ana Corina y ha dedicado el Nobel a “los héroes anónimos de la resistencia”. Ha sido su grito de esperanza, y el eco ha llegado a todos los rincones del mundo donde se defiende la libertad.
Fuente: telam
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