07/11/2025
El drama del argentino que firmó un contrato laboral engañado y terminó enrolado en el ejército ruso en plena guerra con Ucrania
Fuente: telam
Gianni Dante Bettiga, de 23 años, viajó en febrero de este año. Cuando en agosto se le venció la visa, se enroló en el Ejército para hacer trabajos administrativos y así conseguir un permiso de residencia. Pero terminó en las trincheras rusas peleando por su vida. Desesperados, sus padres enviaron una carta al Ministerio de Defensa de Rusia para pedir su “baja”
>A los 23 años, Gianni Dante Bettiga tenía un sueño: aprender ruso y conocer una cultura que siempre lo había fascinado. Por eso, en febrero de 2025, partió desde Ushuaia hacia Ekaterimburgo con una visa de estudiante y la ilusión intacta de convertir su deseo en realidad. Lo que nunca imaginó es que ocho meses después estaría atrapado en una guerra ajena, con un fusil en las manos y su vida pendiendo de un hilo.
Confiando en la propuesta, Gianni firmó un contrato escrito en ruso en el mes de agosto. Y lo que parecía un simple trámite laboral resultó ser un compromiso militar por tres años. Así fue como en cuestión de semanas, pasó de estudiante extranjero a soldado del ejército ruso.
“Mi hijo estuvo mal asesorado. Tengo que tener cuidado con las palabras que utilizo porque él todavía está allá. Rezo todos los días porque se encuentre sano y cono vida”, relató Juan, su papá, a Infobae. “Iban a ser dos semanas de instrucción general, pero a la tercera lo llevaron a la línea de fuego, cosa que no iba a ser así”, se lamentó. “Él solo pecó de ingenuo por querer tener la ciudadanía rusa para poder seguir estudiando. Hoy, se encuentra en el frente de batalla con un montón de jóvenes extranjeros que están en su misma situación”, detalló.Su familia, en Ushuaia, comenzó a notar los silencios: los mensajes por Whatsapp se espaciaban y las videollamadas eran casi inexistentes. Su remordimiento y frustración lo llevaron a ocultarle a sus padres su verdadero destino. Recién en septiembre se animó a blanquearles la “mala decisión” que había tomado.
“Me contó que conoció a unos chicos brasileños en una salida de la facultad y que le ofrecieron un trabajo que pagaba bien. Se tenía que enrolar en el ejército y supuestamente a los tres meses conseguía la ciudadanía rusa y al año ya estaba de baja”, recordó Juan.Su hijo le juró que lo primero que les dijo a los brasileños fue: “No quiero ir a pelear, no sé usar armas”. Y aseguró que le respondieron que se quedara “tranquilo” porque “los nuevos no iban al frente”.“Imaginate que él apenas entiende en un 60% el idioma y tuvo que firmar un contrato en ruso. Ni siquiera comprendió lo que firmaba, y mucho menos se detuvo en la letra chica. Él confió en lo que le habían dicho los brasileños”, señaló. Junto a Gianni se alistaron estudiantes senegaleses, venezolanos y muchos residentes de Medio Oriente.
Una vez que tomó noción de lo que había firmado, y acorralado por la situación, intentó pedir la baja. No se la concedieron. En el frente, desertar o mostrar desinterés se paga caro. “Gianni sabe que debe resistir. Dijo que vio situaciones tremendas y no quiere que lo maten”, afirmó Juan.Hoy, sus días transcurren entre disparos, frío y miedo junto a sus compañeros del Batallón 57. A veces logra descargar películas para distraerse, casi siempre bélicas, como si intentara comprender la absurda realidad que lo rodea.En Ushuaia, Juan y su esposa, Carla Zucchi, viven pendientes del teléfono celular. Cada conexión de su hijo es un alivio momentáneo. Cada silencio, una tortura. El último diálogo que mantuvieron fue el 27 de octubre. Pero este lunes, a las 3.50 de la madrugada, recibió un mensaje que le dio escalofríos.“No sé cómo, porque mis mensajes no le entraban, me llegó un mensaje de Gianni contándome que una hora después de la última vez que hablamos se lo llevaron a la línea de fuego”, señaló.Juan, enfermo de cáncer de hígado, contó que tomó la decisión de retrasar su tratamiento para concentrar sus fuerzas en una sola misión: traer a su hijo de regreso.
El contexto diplomático no ayuda. Las relaciones entre Moscú y Buenos Aires están tensas desde que el presidente Javier Milei expresó su apoyo a Ucrania. En ese marco, la situación de Gianni se vuelve aún más compleja.
“Gianni eligió emigrar Rusia para estudiar por admiración cultural y religiosa, y por una atracción personal que arrastraba desde hacía años >En sus redes sociales solía publicar imágenes del país, de sus templos y paisajes, y hablaba con entusiasmo de su deseo de conocerlo algún día.
Una noche, mientras cenaban, le dijo a su padre: “Pa, me quiero ir a Rusia”. El propio Gianni se encargó de investigar todo: buscó la carrera, la universidad y el alojamiento. “Le atraía el clima frío, como en Ushuaia, la tradición ortodoxa y la idea de vivir una experiencia distinta”, describió.
“Le gustaba ese país desde siempre, el folclore, la historia, el idioma. Todo lo organizó solo, convencido de que era su lugar en el mundo”, recordó.
Fuente: telam
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