Miércoles 5 de Noviembre de 2025

Hoy es Miércoles 5 de Noviembre de 2025 y son las 05:37 ULTIMOS TITULOS:

05/11/2025

Luigi Mangione: cómo un tiroteo inspiró memes, debates y devoción en la cultura estadounidense

Fuente: telam

El libro de John H. Richardson explora por qué el ataque atribuido al programador se transformó en un movimiento que refleja la crisis de valores y la fascinación por la violencia en redes sociales

>El tiroteo ocurrido en diciembre pasado, en el que presuntamente Luigi Mangione, un joven desilusionado con el sistema, disparó contra el director ejecutivo de United Healthcare, Brian Thompson, en casi cualquier otra época habría sido considerado una aberración. En Estados Unidos en 2025, se transformó en un meme, un movimiento y una prueba moral.

Los capítulos iniciales son los más logrados. Richardson comienza con Luigi en una playa de Waikiki. Es un joven programador brillante leyendo historia social y, finalmente, el manifiesto del Unabomber. Luego, el relato se expande hacia la historia de la tecnofobia y la alienación digital en Estados Unidos.

Pero Luigi también trata sobre el resto de nosotros: el carnaval instantáneo de las redes sociales que convierte la violencia real en espectáculo participativo. Horas después del tiroteo, Internet había producido una avalancha de opiniones, memes y productos, que a menudo reproducían las palabras que Mangione grabó en sus balas: “Negar”, “Defender” y “Depone”. Se percibe algo reconociblemente estadounidense: una mezcla de ironía y desesperación que difumina los límites morales.

No obstante, la fuerza del libro a veces depende demasiado de las propias superficies que describe. Richardson basa gran parte de su relato en material público —hilos de Reddit, reacciones en YouTube, campañas en línea— y menos en entrevistas directas con personas del entorno de Mangione. Se oyen más voces de espectadores digitales que de quienes conocieron al protagonista. Ante la ausencia de estos detalles personales, el resultado se percibe cuidadosamente curado pero distante en lo emocional.

Quizás esto resulte inevitable para un libro escrito bajo presión sobre una historia que aún evoluciona. El juicio de Mangione está pendiente y es probable que muchos de sus amigos y familiares tengan órdenes de silencio judicial. Pero ese vacío lleva a Richardson a apoyarse en la autoridad reciclada de otros, en especial de Kaczynski.

La correspondencia con el Unabomber, que fue clave en los trabajos anteriores de Richardson, reaparece aquí como el andamiaje moral e intelectual del libro. Kaczynski se convierte en el mentor fantasmal que explica la lógica de la revuelta tecnológica.

Richardson busca que veamos la continuidad entre los ecoterroristas de los años noventa y los aceleracionistas digitales de hoy. Pero las fuerzas contemporáneas que impulsan “Luigi” (deuda estudiantil, trabajo precario, medicina privatizada, radicalización en línea y las redes sociales) son tanto económicas y psicológicas como tecnológicas. Queda la pregunta sobre por qué estas ideas encuentran nuevo arraigo en una economía de la salud donde el sufrimiento es privatizado e invisible. En momentos clave, el libro sugiere esta complejidad, pero no llega a ahondar en ella.

Estas secciones resultan inquietantes e incómodas. Richardson capta la sensación de que la violencia de Luigi desnuda una fibra sensible en la política estadounidense: la impresión de que nadie en el poder escucha hasta que alguien con un arma impone el tema. Recuerda que un sistema percibido como depredador será finalmente enfrentado no solo por protestas, sino por anomia o nihilismo.

Otra línea del libro —la fascinación cultural con la violencia justiciera— resulta alarmante. Richardson documenta cómo la imagen de Mangione pasó de ficha policial a ícono. Presentadores nocturnos bromeaban sobre que era “el presunto asesino más atractivo del año”. Richardson lo llama “la energía de una cultura en cambio”, pero la frase tiene doble filo: también es la energía de una cultura que ha perdido su brújula moral.

Richardson escribe con elegancia. Su cobertura del revuelo mediático, los editoriales enfrentados, la manipulación partidaria, los videos de influencers, es precisa y a veces irónicamente graciosa. Pero pese a su pulcritud, “Luigi” ofrece poco trabajo de campo propio. No se percibe el peso del mundo de Mangione antes ni después de su caída. Esas ausencias importan porque son las que distinguen al periodismo del collage.

En sus momentos más logrados, “Luigi” nos obliga a enfrentar preguntas que trascienden un hecho de violencia. ¿Qué ocurre cuando los sistemas diseñados para sostener la vida se perciben como mecanismos que lucran con el sufrimiento? ¿Qué significa que los estadounidenses encuentren catarsis moral en la venganza? La inquietante posibilidad que plantea “Luigi” es que la línea entre protesta y espectáculo, revolución y venganza, se ha desdibujado por completo.

Fuente: The New York Times

Fuente: telam

Compartir

Comentarios

Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!