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03/11/2025

La belleza de la semana: 6 cuadros fundamentales en el Día del Artista Plástico Argentino

Fuente: telam

Hoy celebramos el arte que se hizo, se hace y se hará en este rincón del mundo. Un recorrido por obras imperdibles, clásicos de nuestra historia pictórica

>Cada 3 de noviembre se conmemora el Día del Artista Plástico Argentino. En todo el país se hacen reuniones, celebraciones y homenajes. ¿Hoy los artistas argentinos dibujan, pintan, crean o se lo toman como un feriado, como un día de descanso? La fecha se eligió en honor a Prilidiano Pueyrredón, un pionero del arte en este rincón del mundo. Falleció un día como hoy de 1870, a los 47 años de edad, en la quinta familiar de San Isidro. A continuación, una selección, siempre injusta, de artistas.

Podríamos elegir cualquiera: Un domingo en los suburbios de San Isidro o Lavanderas en el bajo de Belgrano o Bosque de Palermo o Costa del Río de la Plata o El rodeo. Pero hay una que sobresale en la producción de Prilidiano Pueyrredón: El baño, de 1865. Una mujer sonríe con picardía adentro de una bañera. Está desnuda, naturalmente, y gira su cabeza para mirar a su derecha. ¿Hacia la puerta? Uno podría imaginar, además, que posiblemente haya llegado alguien que ella espera.

“Sin duda, el realismo de la representación es una audacia para el año 1865, más aun por el carácter de retrato de la representada desnuda, carente de cualquier idealización”, escribió el historiador del arte Roberto Amigo sobre este cuadro que se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes. Cuando la pintó, Prilidiano ya era ingeniero y un sofisticado pintor, aunque en la pacata sociedad porteña de entonces se lo creía inmoral. ¿Por qué? Fue el primer pintor de desnudos femeninos en Buenos Aires.

Un clásico del arte argentino es, sin lugar a dudas, Escribe el crítico Guillermo Fantoni: “En Manifestación, Berni dispone figuras en poderosos primeros planos que se suceden hacia el fondo conformando un mar de cabezas; sin embargo, no se trata de una masa indiferenciada, ya que cada componente del conjunto –que experimenta una situación de huelga y ha acudido a una concentración portando carteles– exhibe rasgos y actitudes que lo tornan singular”. Berni nació en Rosario en 1905 y murió en Buenos Aires en 1981.

A días de cumplir los cuarenta años, Ángel Della Valle pintó la primera obra de arte genuinamente nacional. Estamos hablando de La vuelta del malón, de 1892. Fue realizada expresamente para la Exposición Universal de Chicago, que celebrara el cuarto centenario de la llegada de Colón. Logró un premio en esa gran muestra. Della Valle, porteño de cuna, que murió en Buenos Aires en 1903, es representante de la Generación del 80, pero sobre, junto a Eduardo Sívori y otros artistas, del realismo pictórico.

“El caballo blanco transmite una pureza que no supera a esa cautiva, que cae sobre su peso rendida sobre otro salvaje (...) en esta escena de horizonte eterno, la luz parece surgir de ella. Y ella, la cautiva, y él, el caballo de mirada hiriente, protagonizan una obra potente, cruda y que ponía en evidencia ‘el problema del indio’, aún cuando estos ya habían sido mancillados en las que habían sido sus tierras”, se escribe en una larga Sin pan y sin trabajo, obra que Ernesto De la Cárcova, muestra el flagelo que genera la pobreza en una familia. La tristeza, el miedo y el hambre se pueden ver en los rostros de estos adultos que se asoman por la ventana, donde observan como un grupo de manifestantes es reprimido. Arrancó como un boceto en Roma y se terminó en Buenos Aires en 1894. Es un cuadro del movimiento conocido como “realismo”, una rama muy comprometida con las clases bajas y las problemáticas sociales.

Sin pan y sin trabajo se presentó en el segundo Salón del Ateneo en Buenos Aires, luego de que el artista se afilió al recién creado Centro Obrero Socialista, que luego se convertiría en el Partido Socialista. Los diarios de Buenos Aires destacaron el cuadro de De la Cárcova como la gran revelación de 1894. Nacido en Buenos Aires el 3 de marzo de 1866, e inició su formación artística con el pintor piamontés Francesco Romero, en 1882, en la Sociedad Estímulo de Bellas Artes. Después viajó a Europa.

El mundo como un apocalipsis que acaba de concluir. Las cuatro mujeres que protagonizan esta obra de Raquel Forner —argentina, porteña, nacida y muerta en la Ciudad de Buenos Aires— titulada El drama tienen mucho que decir. Sus sus gestos dramáticos no contrastan con la postura que mantienen: están de pie y, en medio de tanto dolor —la pintura es de 1943: la Segunda Guerra Mundial no daba señales de terminar y el nazismo seguía ensanchando su horror—, parecen gritar: nunca más.

A los 14 años, Lino Enea Spilimbergo decidió que tenía que trabajar y que el arte, eso que entendía que era su verdadera vocación, debía correr por un carril distinto al de la rentabilidad económica. Fue cadete y telefonista. También ingresó a la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos, un “trabajo esclavizante en extremo”. A la par estudió el profesorado de Dibujo de la Academia Nacional de Bellas Artes y se recibió en 1917 con apenas 19 años. Uno de sus profesores fue, justamente, Ernesto de la Cárcova.

En medio de un gran debate en torno al arte y “lo real”, Sipilmbergo toma elementos de la perspectiva de Giorgio de Chirico y el movimiento artístico Scuola metafisica. Así, las terrazas se convierten en alegorías, escenarios universales donde conviven géneros tradicionales de la pintura con gestos profundamente vanguardistas. Son su campo de batalla. De esa época es esta obra, Terracita, pintada en 1933, un óleo sobre tabla de 23,5 x 58,5 cm que hoy está en el Museo de Bellas Artes.

Fuente: telam

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