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29/10/2025

El cambio climático intensifica al huracán Melissa y aumenta su poder devastador, advierten los científicos

Fuente: telam

“Las aguas más cálidas alimentan eventos meteorológicos más violentos”, coincidieron los expertos consultados por Infobae. El calentamiento del océano está acelerando y amplificando la furia de las tormentas

>El planeta atraviesa una etapa de desequilibrio climático visible en los Lo que antes parecía un evento excepcional se volvió una constante: las tormentas se fortalecen con una rapidez inédita y dejan menos margen de acción para proteger vidas e infraestructuras.

El Los científicos lo ven como una confirmación de lo que anticipaban desde hace décadas. El calentamiento del mar no solo aumenta la frecuencia de las tormentas, sino también su violencia. Los registros muestran que este tipo de intensificación súbita era poco común hace treinta años, pero hoy ocurre varias veces en una misma temporada.

Esa transformación se explica por una causa central: el océano absorbe más del 90 % del exceso de calor generado por las actividades humanas, y ese calor alimenta el corazón de los ciclones tropicales.

“La parte centroamericana del océano Atlántico está extremadamente caliente ahora mismo, alrededor de 30 °C, lo que supone entre 2 y 3 °C por encima de lo normal”, explicó Akshay Deoras, meteorólogo de la Universidad de Reading, en el Reino Unido. “Y no se trata solo de la superficie. Las capas más profundas del océano también están inusualmente cálidas, lo que proporciona una vasta reserva de energía para la tormenta”, agregó.

Esa reserva energética actúa como combustible directo. Cuanto más caliente está el océano, más vapor de agua se libera a la atmósfera y mayor es la cantidad de energía disponible para que un huracán se fortalezca. En ese contexto, la rápida intensificación de Melissa no sorprende, aunque sí preocupa por su velocidad y magnitud.

“Los huracanes se forman en las zonas tropicales por las condiciones meteorológicas, pero necesitan de base una temperatura del mar cálida. Y en este caso, al estar extremadamente caliente, es una energía disponible que tiene el huracán muy grande. Por lo tanto, permite que se formen huracanes más intensos”, precisó Rusticucci.

Eduardo Piacentini, Licenciado en Ciencias de la Atmósfera y Matemático de la UBA, ex director del Departamento de Cambio Global del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), también relacionó el incremento de las temperaturas oceánicas con el mayor grado de intensidad de los huracanes o ciclones.

Y agregó: “El calentamiento de las aguas, sobre todo en las zonas del Caribe, se nota cada vez más. Y cuando hay más evaporación, hay más energía en la atmósfera y los ciclones van a ser cada vez más intensos. Estos ciclones tropicales como el Melisa u otros huracanes, son de una tremenda violencia”.

Durante mucho tiempo, los científicos del clima advirtieron que la quema de combustibles fósiles y la deforestación estaban alterando los equilibrios térmicos del planeta. Ahora, esa advertencia se confirma con fuerza.

El cambio climático está modificando fundamentalmente nuestro clima”, afirmó Bernadette Woods Placky, meteoróloga jefe de Climate Central. Los estudios recientes muestran que los huracanes del Atlántico tienen ahora el doble de probabilidades que antes de intensificarse rápidamente y transformarse en eventos catastróficos.

Esa tendencia se agrava porque muchas de esas tormentas se desarrollan cerca de las costas, donde el agua cálida del mar y la humedad atmosférica impulsan una aceleración explosiva. “Vivimos en un mundo más cálido, lo que significa que los huracanes tienen mayor probabilidad de intensificarse rápidamente, especialmente cerca de las costas”, señaló Deoras.

Los huracanes son gigantescas ‘máquinas térmicas’ que extraen energía del agua cálida del océano. A medida que aumentan las temperaturas globales, también lo hacen las temperaturas de la superficie del mar, lo que proporciona más combustible para que las tormentas se vuelvan más fuertes, húmedas y peligrosas que hace tan solo unas décadas”, indica el documento.

Los datos muestran que el aumento de la temperatura del océano incrementa la velocidad del viento de los huracanes hasta un 5 % por cada grado Celsius adicional, y los daños totales pueden crecer hasta un 50 %. El resultado no solo son vientos más feroces, sino también tormentas más húmedas.

La ecuación es sencilla y alarmante: más calor, más vapor de agua, más lluvias. Una atmósfera más cálida retiene un 7 % adicional de humedad por cada grado de calentamiento, lo que genera precipitaciones torrenciales y mayores riesgos de inundación. Los modelos climáticos anticipan que, hacia el final de la década, los huracanes producirán entre un 10 % y un 15 % más de lluvia que en el pasado. Casos como Harvey, Florence o Imelda demostraron las consecuencias de ese proceso: millones de personas desplazadas y daños multimillonarios en infraestructuras urbanas.

La nueva amenaza no se limita a la intensidad del viento. Los investigadores detectaron otro fenómeno inquietante: los huracanes se mueven más despacio. Esa desaceleración amplifica el daño, porque las tormentas permanecen más tiempo sobre una región, descargan más lluvia y generan inundaciones prolongadas. Aunque la causa exacta del estancamiento no está completamente definida, algunos estudios señalan que el calentamiento del Ártico y los cambios en los patrones de circulación atmosférica pueden estar alterando la dinámica global del viento.

Con el 90 % del calor adicional llegando a nuestros océanos, estamos observando su calentamiento y aumento de temperatura. Y esto se refleja en el aumento del nivel del mar. Así que, incluso sin tormentas, los niveles de agua están subiendo. Se están alejando de nuestras costas y se están adentrando más en el interior”, advirtió Placky. Luego añadió: “Estas tormentas están destruyendo la infraestructura costera de estas islas”.

Los investigadores también analizan la tendencia a la intensificación rápida, que describe el salto de una tormenta moderada a un huracán mayor en pocas horas. En el Atlántico, este fenómeno se multiplicó durante las últimas décadas.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) predijo para este año una temporada de huracanes más intensa de lo habitual, con entre 13 y 18 tormentas con nombre, de las cuales hasta cinco podrían alcanzar categoría de gran magnitud. Tras un inicio tranquilo, la realidad confirmó el pronóstico. Melissa y otras tormentas similares reflejan que los modelos climáticos ya no son proyecciones hipotéticas, sino descripciones de un presente cada vez más extremo.

El rápido fortalecimiento del huracán Melissa expone una tendencia alarmante: el calentamiento global está multiplicando la potencia y la velocidad de las tormentas tropicales, mientras los científicos alertan que los océanos se transforman en un gigantesco reservorio de energía.

Fuente: telam

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