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28/10/2025

Franco Fasoli, sobre la fragmentación y la impureza de la historia argentina

Fuente: telam

En la exposición “El porvenir”, en el CC Borges, el artista presenta esculturas y pinturas con materiales poco convencionales, para poner en tensión la manera en que se construyen los relatos

>No es muy conocido el dato que dentro de la mal llamada Pirámide de Mayo (es un obelisco) se encuentra el verdadero monumento con el que se celebró la Revolución que inició el camino hacia la independencia de 1816. Pocos lo saben porque, en la Historia, unos datos suelen obturar o tapar a otros, y el tiempo se encarga de borrar los rastros del pasado como remolinos sobre la arena.

Y mucho de este espíritu mamushka -y de la relectura de la Historia- se puede observar en El porvenir, muestra de Franco Fasoli (Buenos Aires, 1981) en el Centro Cultural Borges, ya que a partir de un proyecto de Rogelio Yrurtia para conmerorar el centenario, que nunca se erigió, surgió la idea de llevarlo a cabo con otra materialidad, claro, para Bienalsur y si bien el bosquejo había sido seleccionado, tampoco se llevó adelante por cuestiones presupuestarias.

La selección de este proyecto por parte de Fasoli responde a su valor simbólico como punto de inflexión en el proceso nacionalizante impulsado por el Estado y las nuevas burguesías de la época en aquel aniversario secular, cuando se pobló la ciudad de estatuas e íconos patrióticos ante la inmigración creciente que ponía en riesgo una identidad aún en desarrollo.

En la propuesta del artista, el monumento de Yrurtia no es una gran pieza en bronce que enaltece la valentía de un pueblo anónimo o las luchas por la independencia, sino una recreación en telgopor y poliuretano que se encuentra fragmentanda, la que al recorrerla se le pueden ver las impurezas, las grietas, sostenida por andamios de una madera económica que parecen cruzarse por todos lados como signo de una falta de planificación: es la construcción de un hito que se aleja de lo solemne y se vuelve imperfecta.

La obra, además, evidencia cómo se construyen los relatos, revelando que detrás de lo canónico hay, en realidad, una edificación a la que si se la observa detenidamente nada tiene de rígido, de sólido.

“La idea es la fragmentación de un monumento desfragmentado por la propia historia y la historia en sí de la Argentina, a partir de diferentes piezas”, sostuvo el artista.

La fragmentación del monumento de Yrurtia se observa en una separación que se encuentra en diferentes partes de la sala, donde pueden recorrese otras cuatro piezas escultóricas que se desprenden del proyecto original.

La elección refuerza, por otro lado, el carácter escenográfico de la obra, que según Barrera “pone en jaque que en realidad se está haciendo un decorado de la patria. Alimentando esa hipótesis de que hubo un prediseño del país, que hubo una construcción por parte de la clase ilustrada argentina en construir una idea de país, una nacionalidad que no existía, que hubo que hacerla para combatir las fuertes movilidades migratorias”.

El concurso, que exhibió setenta y dos proyectos en la Sociedad Rural, generó controversias por la ausencia de finalistas argentinos, lo que llevó a incluir un sexto proyecto nacional, a las apuradas, sin siquiera planos de cómo sería construída. El proyecto, llamado El pueblo de Mayo en marcha, constaba también de un Arco del Triunfo como motivo principal.

Al final, no ganó Yrurtua, sino dos italianos, pero por los problemas de suministros generados por la Gran Guerra y algunas protestas públicas en contra del cambio, finalmente la Pirámide-obelisco prevalece hasta la actualidad como primer monumento patrio (aunque no sea el original). En una de las salas del espacio, se puede apreciar, en tamaño maqueta, una versión completa del Arco.

“Yo vengo de la historieta y del mural específicamente también. Entonces, trabajar las dos cosas como pequeñas narrativas dentro de una gran imagen siempre me interesó. Y sobre todo como trabajo mucho en escalas grandes, poder meterme en el mundo de macro a micro. Ese zoom siempre me interesó trabajar”, detalló Fasoli.

Como las esculturas, las pinturas también están ejecutadas sobre materiales poco nobles, de construcción, en este caso madera terciada como lienzo y de encofrado como marco, para reforzar la idea de sostén y provisionalidad en la representación.

Hay, por otro lado, cuatro pinturas más. Una de ellas, en uno de los estremos de la sala, se representa la geografía del Cono Sur y la centralidad de Buenos Aires en la historia argentina. “Me interesó terminar con una geografía de la historia”, dice Fasoli, que plantea un diálogo entre los monumentos, los desplazamientos de figuras históricas y la construcción de la memoria colectiva.

En la otra, un tríptico bajo la escalera, desde lo paisajístico se representan arquetipos de la pampa, el Chaco y la Patagonia, como “las tierras ganadas durante la expansión territorial”.

Frente a esas obras, se encuentra el espacio denominado “La Tierra en Disputa”, donde también en materiales poco nobles surgen las efigies de Mitre, Sarmiento y Roca, como conquistadores de estos territorios que se sumaron al territorio nacional.

En su operatoria Fasoli construye lo que nunca fue, lo que no sucedió, práctica que tiene tanto una conexión directa con el relato de la Historia pasada, sino también con la presente, donde la atomización de los canales de información proponen lecturas disímiles de un mismo evento generando una sensación de que, en realidad, nunca sabremos qué es lo que realmente sucedió.

*“El porvenir” de Franco Fasoli, en el Centro Cultural Borges, Viamonte 525. De miércoles a domingos de 14 a 21 h, hasta el 21 de diciembre de 2025. Entrada gratuita.

Fuente: telam

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