12/10/2025
Crimen organizado y democracia en Latinoamérica: el caso de Chile

Fuente: telam
El país sufre señales muy evidentes de penetración del crimen organizado transnacional en áreas muy diversas
>Hay momentos y días en que a un tema le llega su momento. Es lo que ha ocurrido en los últimos meses con el “Crimen Organizado (o Delincuencia Organizada) Transnacional”, ya que lo que ha sido fundamentalmente preocupación académica y de institutos de investigación, pasó a ser tema de medios de comunicación y decisiones políticas, a partir del día en que Estados Unidos a través de su presidente Donald Trump lo incorporó a su proceso decisional, fundamentalmente en relación con Venezuela, sobre todo, en el componente de narcotráfico y del Cartel de los Soles gobernando ese país.
Dado su impacto, con la iniciativa y coordinación de Carlos Sánchez Berzain, un grupo de ponentes de Estados Unidos y Latinoamérica, especialistas, expresidentes, congresistas, investigadores, invitados por el IID, la Florida International University (FIU), la Universidad Austral e Infobae se reunieron para discutir en inglés y castellano el tema en el nuevo contexto que se está desarrollando, sobre todo con relación a una evaluación de sus efectos a nivel nacional e internacional.
Bajo Trump, como se combate este flagelo ha adquirido características nuevas, que se agregan a la existencia desde el año 2000 de la Convención de las Naciones Unidas contra el Crimen Organizado Transnacional, también conocido como Palermo por el lugar donde se firmó. Sin embargo, este instrumento nunca adquirió una importancia decisiva, ya que extrañamente siempre careció de una buena definición de lo que precisamente se entendía por “crimen organizado transnacional”, aunque sí definió lo que era un “grupo criminal organizado” aportando cuatro características para enmarcar el fenómeno, lo que permitió que a través de los años la jurisprudencia permitiera la incorporación de nuevas formas de crimen.
A propósito de Venezuela, la acción estadounidense tiene una condición, en lo posible, evitar una acción militar que se prolongue en el tiempo, y si ocurre, que sea de entrada y salida, al estilo de la incursión que tuvo lugar en Irán contra su programa atómico, y de acuerdo con lo anunciado, se buscaría dejar instalado el legítimo gobierno de Edmundo González y el liderazgo de la ganadora del Premio Nobel María Corina Machado, para luego retirarse.
La aplicación de esta llamada “Doctrina Trump” del uso de la fuerza militar siguió varios pasos, siendo el primero en el tiempo, la declaración formal que el gobierno de Maduro era ilegítimo, ya no más una coalición política, sino un instrumento bajo control de la delincuencia organizada transnacional, el segundo fue definirlo como un Cartel del narcotráfico, el de los Soles, cuyo líder era Maduro, quien tiene orden de detención de un tribunal de Nueva York, y a quien se le duplicó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a su captura, estrategia que diera resultados en casos como el de Saddam Hussein. El tercer paso se hizo presente cuando se señaló públicamente que el grupo en el poder era, además, un grupo terrorista que desarrollaba una guerra híbrida contra EEUU por distintas vías tales como ser uno de los principales abastecedores de droga, la utilización del Tren de Aragua como recurso delincuencial contra la potencia, y otros.De todas maneras, siendo Venezuela una situación extrema, no hay duda de que ambos, tanto el crimen organizado nacional como el transnacional han ido creciendo en la región de dos maneras preferentes, por un lado, ser y tomarse el gobierno mismo, o segundo, desarrollar instancias de guerra o guerrilla híbrida, en virtud de la cual, el crimen organizado es utilizado contra la democracia.
En el caso de Chile, es esta segunda instancia la que ha estado operando por años, sin que exista una reacción del país en su contra, lo que ha tenido lugar en forma consecutiva en dos gobiernos tan diferentes, como el de centro derecha de Sebastián Piñera (2018-2022), o el progresista de izquierda de Gabriel Boric, a partir de su juramento el 2022. El motivo principal de esta situación es que, por muchos, demasiados años Chile ha carecido de una visión de sus problemas y potencial en términos estratégicos, debido a que el largo plazo ha prácticamente desaparecido, a cambio del aquí y ahora.Lo difícil de entender es por qué después de tantos años, y en circunstancias como la penetración de la delincuencia organizada transnacional esta situación no se ha modificado. Carecer de un adecuado servicio de inteligencia ha sido malo para el país y el Estado, ya que ambos, la delincuencia organizada transnacional y la nacional se han aprovechado de esta carencia, con malas consecuencias para el propio sistema democrático.
Primero, el país pudo haber perdido su democracia, cuando en forma sorpresiva, en octubre 2019, una violencia aguda estalló en las calles, y como resultado, se inició un proceso que propuso una constitución de tal radicalismo que modificaba completamente al país que había evolucionado durante dos siglos. Felizmente, los propios chilenos la rechazaron abrumadoramente en el plebiscito correspondiente, pero como parte del nuevo clima político, Boric había sido electo presidente. En la violencia un rol muy prominente fue jugado por la llamada “primera línea” en la que destacaban soldados jóvenes del tráfico de drogas.Segundo, por alrededor de tres décadas, Chile ha tenido una guerrilla de baja intensidad en el sur del país. Ha sido presentada como una reivindicación de la minoría étnica mapuche, pero en el pasado ha tenido vinculación con la guerrilla colombiana de las FARC como también ha habido tráfico de drogas y tala ilegal de madera en manos de bandas blancas. En todo caso, existen lugares en la Araucanía donde el Estado no penetra ni siquiera para los censos.Poco después, el Ministerio Público, el sistema independiente de persecución criminal, obtuvo evidencia que quien estaba detrás del asesinato era nada menos que Diosdado Cabello, el número dos del régimen de Caracas, información que el propio ministro de Relaciones Exteriores hizo llegar a La Haya a la Corte Penal Internacional, sin respuesta, como todo lo que allí se ha vinculado a Venezuela. De todas formas, el proceso judicial está tan vivo, que en septiembre tres miembros del Tren de Aragua fueron extraditados desde EEUU a Chile, por su vinculación ya probada en al menos uno de los casos.
En Chile, el crimen organizado transnacional es negocio a gran escala, toda vez que han tomado en sus manos la frontera norte del país para efectos de inmigración ilegal como también hay tomas masivas de terrenos, no con propósitos políticos o sociales, sino para que los organizadores vinculados a las drogas, se vendan esos loteos ilegales a chilenos e inmigrantes pobres.
Todo lo anterior ha tenido ya una consecuencia política. El próximo mes de noviembre hay elecciones generales, y para efectos de la presidencial, la sensación de inseguridad en un país que acostumbraba a ser relativamente seguro para estándares latinoamericanos, se ha transformado en el principal factor para decidir ganadores y perdedores, de tal manera que según las encuestas con cierta probabilidad el próximo presidente o presidenta será uno de los candidatos de derecha, y será derrotado el continuismo de Boric, dado su fracaso en prácticamente todas las áreas de su gestión. De todas formas, otro hecho político ya había tenido lugar, porque la actividad criminal patrocinada por Venezuela y la retórica agresiva desde Caracas produjo un distanciamiento político en alguien que como Boric había apoyado en el pasado al chavismo, quien ante el fracaso de su proyecto político empezó a culpar a Maduro por algunos de sus problemas, calificando de dictador y dictadura a lo que tenía lugar en ese país, aunque nunca ha dicho palabra alguna en contra de la dictadura madre, la de La Habana.En Latinoamérica, en la relación entre democracia y crimen organizado, al copamiento o toma de los Estados desde adentro, se han sumado peligros nuevos agregados a otros antiguos, cual lo son los intentos de quiebres del Estado nacional, a través de la aparición de especies de subestados, por ejemplo, con control de la guerrilla o del narcotráfico, y también en el más reciente del uso del concepto de plurinacionalidad para fines de división de la nación-estado en autonomías de carácter étnico, tal como figuró en la propuesta constitucional rechazada en el plebiscito chileno como también fue parte de los intentos de Evo Morales de construir un Estado étnico aimara en partes contiguas de Perú-Bolivia.
En otras palabras, es esta presencia del narcotráfico lo que le da una característica especial a Latinoamérica, junto a otro elemento, ya que el control que tuvieron los Asad en Siria o Hezbolá en el Líbano o los “señores de la guerra” en Afganistán (con la tolerancia de EEUU), nunca pretendió en el pasado que fuera una especie de forma “superior” de hacer política o de superación de la democracia, una “posdemocracia”, cuya narrativa además ha sido atractiva para los electores en muchas elecciones en la región, quizás demasiadas, como también ocurriera en la forma como el decenio de Correa les abrió las puertas de Ecuador a los Carteles que hoy desafían al Estado mismo.
Sin embargo, el flagelo se encuentra creciendo y fortaleciéndose, en el desarrollo de la guerra híbrida que usa al crimen contra la democracia, que permanentemente se mueve en una especie de zona gris, lo que a su vez es una forma de desafío a los Convenios de Ginebra, la legislación específica que regula la guerra a nivel mundial, y que permite negar su participación a los Estados que promueven la subversión de las instituciones democráticas, como lo ha hecho con notoria impunidad La Habana durante décadas.
Y si de EEUU hablamos, con Trump están proponiendo la más profunda transformación de las relaciones internacionales desde la caída de la URSS, y para algunos efectos como los económicos, aún más llamativo, toda vez que puede acarrear el fin de la arquitectura creada por el propio Washington después de la segunda guerra mundial, aunque no está para nada claro, ni siquiera para Trump, que es lo que viene después, salvo la lucha entre China y EEUU por el predominio mundial.
Máster y PhD en Ciencia Política (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)
Fuente: telam
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