12/10/2025
Fentanilo mortal, el documental: la peor tragedia sanitaria de la Argentina

Fuente: telam
La reconstrucción del caso con testimonios exclusivos. Los avances en el expediente y las sospechas sobre los imputados del “Cromañón sanitario”
>La historia puede contarse a través de hombres y mujeres que, ante el abismo de la muerte de un hijo, una madre o un hermano, transformaron la desesperación de no entender en una búsqueda, y esa búsqueda, en una lucha.
La historia puede contarse, además, a través de un empresario que fue condenado a prisión por haber prendido fuego a uno de sus empleados, que ya en libertad se hizo conocido por abrir verdulerías con precios bajos y que más tarde incursionó en el negocio de los laboratorios, al punto de participar en las negociaciones por la vacuna Sputnik durante la pandemia.
La contaminación de 300.000 mil dosis de Hasta el momento son 124 las muertes asociadas a la aplicación del medicamento adulterado. Pero la cifra de víctimas sigue en construcción.
El juez federal Ernesto Kreplak procesó a 14 personas, entre directivos, técnicos y empleados de Laboratorios Ramallo SA y HLB Pharma Group SA, las firmas en las que se elaboró y distribuyó el fármaco con al menos dos bacterias. Una, multirresistente a antibióticos. La investigación judicial sigue abierta. Los imputados apelaron a sus procesamientos.—Algo está pasando —decía Carla Maino durante la internación—. Algo de más, algo de menos.
Su inquietud era tan grande que pidió a los médicos revisar cada vía y cada sonda que su padre tenía conectada. Tal vez había un nudo, “un estrangulamiento” —repetía—, capaz de impedir que el tratamiento funcionara.En el hospital, en la sala de espera, Carla conoció a Vanesa Vilches. Día tras día, semana tras semana, coincidían en los horarios de visita y en las lecturas de los partes médicos. Primero fue una mirada, un reconocimiento a la distancia. Después, alguna palabra: “¿Cómo está?”, “¿cómo sigue?”, “¿qué te dijeron?”.
Fue entre marzo y abril de 2025. Carla y Vanesa tenían la misma edad —39 años— y a sus padres internados en terapia intensiva. Los dos hombres estaban jubilados y habían entrado al Hospital Italiano de Rosario por una cirugía programada. Nada urgente, nada que hiciera pensar en un final. Pero algo se torció. Los dos tuvieron complicaciones y los volvieron a operar. Los dos mejoraban y volvían a caer. Fiebre, neumonía, tratamientos que no hacían efecto. “Una infección intrahospitalaria”, dijeron los médicos.El padre de Carla murió el 17 de abril, después de 20 días de internación.El padre de Vanesa murió el 28 de abril. Había sido operado el 25 de febrero por cálculos en la vesícula.
En las 401 fojas de la resolución del juez Kreplak, donde procesó con prisión preventiva al dueño de los laboratorios, Ariel García Furfaro, a su hermano Diego y a su madre, Nilda Furfaro, por el delito de adulteración de sustancias medicinales, se detallan hechos de una gravedad casi sin precedentes en la historia sanitaria argentina.
De acuerdo con la Justicia, el antecedente más cercano se remonta a 1992, cuando 25 personas murieron después de ingerir ***Primero, se buscó descartar un error. Profesionales del centro médico analizaron cómo había sido extraída la muestra. Tres técnicos habían intervenido; tres personas diferentes no podían haberse equivocado de la misma manera y llegado al mismo resultado, por lo que descartaron esa posibilidad. Después revisaron los frascos, las botellas, los tubos. También visitaron a los pacientes y comprobaron que ni los catéteres ni las sondas eran la fuente de la infección.
La sospecha viró entonces hacia los líquidos: esta bacteria suele “vivir” en soluciones acuosas. Analizaron los fármacos administrados por vía endovenosa, es decir, directo a la sangre. A medida que aparecían casos nuevos, el foco se volvió más claro. El punto común era el fentanilo.Entonces se conoció la noticia.
Pero no solo la gravedad del brote infeccioso resaltaba. También lo hacían los nombres detrás de los laboratorios implicados. En especial uno, el de Ariel García Furfaro.
En la cárcel se recibió de abogado. Y tras recuperar la libertad, trabajó en una verdulería que poseía su padre, amplió el negocio familiar y se hizo conocido en la Ciudad de Buenos Aires por ofrecer verduras y frutas a precios bajos. Quiso más: sin experiencia ni conocimiento, incursionó en la industria farmacéutica, sector en el que llegó a tener un conglomerado de empresas que incluye varios laboratorios y droguerías.
Antes de HLB Pharma y Ramallo, hubo otro episodio. Otro laboratorio: Apolo, en el sur de Rosario. En 2016, —Quizás de ahí aprendió. Y ahora estamos hablando de fentanilo, no de efedrina —dice Graciela Ocaña, legisladora porteña y exministra de Salud de la Nación—. Además, aparece como el hombre que trajo el negocio de las vacunas rusas a la Argentina. Un tipo con una historia de violencia, que estuvo preso, que tuvo vínculos con los implicados en la causa de la efedrina… y que se involucró en la compra de vacunas cuando la pandemia arreciaba en el mundo y las vacunas no estaban.***
—Hospital Italiano de La Plata… múltiples muertes… infecciones por Klebsiella… fentanilo.
Apenas pudo, llamó a su hermano.
Él dudó, quería cerrar la historia. Ella, al contrario, quería abrirla. Buscar.
—Estoy segura.
A la mañana siguiente, Carla fue al centro médico y pidió la historia clínica de su padre. La consiguió rápido y empezó a googlear. Encontró una noticia reciente: el Hospital Italiano de Rosario había admitido el uso del fentanilo contaminado en pacientes.—Me confirmó que sí, que a mi papá le habían administrado fentanilo, que la bacteria que había presentado mi papá coincidía con la bacteria que estaba dentro de las ampollas y que la historia clínica ya era parte de la causa penal federal. Entonces, a partir de ahí fue como: “Ok, ¿somos los únicos?”. “No, no podemos ser los únicos y qué injusto que el resto no sepa esto”.
En simultáneo, junto a su hermano, rastreaba a los familiares de La Plata. Por LinkedIn encontró a Soledad Francese, la madre de Renato Nicolini, un chico de 18 años que en la causa figura como la víctima número uno. Soledad, como tantos otros, no sabía que a su hijo le habían aplicado el medicamento contaminado. Se enteró por un familiar de otro paciente que escuchó a dos enfermeras decir: “El nene de la cama 30 —Renato— dio positivo”.
En La Plata y en Rosario, dos de las ciudades con más afectados —la tercera es Córdoba capital—, los familiares elaboraron guías para que otros supieran qué documentación exigir, en caso de tener dudas sobre la muerte de un ser querido. También abrieron cuentas de Instagram y grupos de WhatsApp, a donde llegaban mensajes así:
“[...] necesito ayuda estoy totalmente perdida, desorientada y con un dolor que no puedo pensar de manera coherente, [...] no sé cómo actuar”.
—Con mi hermano accedimos muy rápido a la información. Pero sabemos que no es lo común en la mayoría de los casos —dice Carla—. Todavía muchas familias no saben. En una reunión con el cuerpo médico del hospital, pregunté: “¿por qué?”. Ellos explican que por un protocolo legal tienen que guardar secreto de sumario. La verdad, creo que, en primera instancia, le están sacando el derecho a las familias de saber la verdad y, después, de ser partícipes activos del pedido de justicia.
***Rastrear las ampollas contaminadas fue casi una tarea artesanal. No había sistema que permitiera seguir su recorrido. Ningún registro informático, ninguna base. El juzgado tuvo que pedir información, hospital por hospital, en todo el país. Las autoridades consultaron en 185 instituciones, siguiendo la ruta de remitos y facturas de venta de fentanilo. Recién en julio, dos meses después de la identificación del brote, se anunció el recupero total del fármaco.
La legisladora porteña Graciela Ocaña y exministra de Salud de la Nación es categórica:***
El 18 de mayo de 2025, apenas cinco días después de que la ANMAT prohibiera la actividad de los laboratorios implicados, Ariel García Furfaro, su hermano Diego y el director general de las plantas farmacéuticas, Javier Martín Tchukrán, se reunieron para borrar el rastro.—Hice borrar todo lo que estaba... lo borramos todo, no quedó un solo gramo de información —dice Tchukrán.
En esa conversación también mencionan a la microbióloga Adriana Iudica. Reconocen que ella había detectado crecimiento microbiano en una de las muestras del lote contaminado, pero lo interpretó como un falso positivo y no repitió el análisis. Según sus dichos, la mujer tampoco alertó sobre el hallazgo.***
Por el momento en la Argentina la situación está lejos de parecerse a la epidemia de consumo que atraviesa Estados Unidos. No hay indicios de producción local ni de un tráfico a gran escala. Lo que sí existe es el desvío: drogas que abandonan el circuito farmacéutico y reaparecen en el mercado ilegal.
¿Desde qué lugares del mercado legal se produce el desvío? El funcionario del Ministerio de Seguridad de la Nación responde:
Desde el Congreso de la Nación la diputada del PRO, Silvana Giudici fue la primera en alertar sobre el presunto tráfico de fentanilo vinculado a los laboratorios de Ariel García Furfaro.
—Tenemos que atender la justicia para las víctimas y sus familiares, pero también las conexiones que tiene este caso con la ruta del narcotráfico —dice.
Y cita los acuerdos que García Furfaro, junto a socios internacionales, había logrado para abrir un laboratorio en Paraguay. En forma específica, en Ciudad del Este, en la Triple Frontera. Y la “desaparición” de cinco kilos de fentanilo puro que habrían sido incinerados sin ningún tipo de peritaje oficial.
Idea: Valeria Cavallo
Entrevistas: Andrés Klipphan, María Belén Etchenique y Juan Mascardi
Realizadores: Juan Novelli, Gastón Taylor y Leo Galletto
Agradecimientos: Universidad Abierta Interamericana sede Rosario y familias Maino, Vilches y Francese.
Fuente: telam
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