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12/10/2025

La dignidad de María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz

Fuente: telam

La líder opositora venezolana dedicó su galardón “al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decisivo apoyo”

>Según el testamento de Alfred Nobel, el Premio Nobel debe concederse a quien “durante el año precedente, haya conferido el mayor beneficio a la humanidad”. Nótese la palabra “precedente”: aquellos de nosotros que pensamos que Donald Trump merece el Premio Nobel de la Paz por su contribución al fin (o al menos a la suspensión) de la guerra en Gaza tendremos que esperar hasta que se anuncien los premios del año próximo.

Mientras tanto, el Comité Noruego del Nobel eligió bien al conceder el viernes el Premio Nobel de la Paz de este año a María Corina Machado, lideresa de la oposición venezolana de 58 años que ahora se esconde del régimen de Nicolás Maduro. Al hacerlo, el comité también imputó a ese régimen y a su historial de 26 años de ruina, ejecutado en nombre del socialismo “bolivariano” con el apoyo crédulo de muchos progresistas occidentales.

La propia carrera de Machado como disidente comenzó hace más de 20 años, después de que cofundara un grupo de observación electoral por su temor a que el predecesor inmediato de Maduro, Hugo Chávez, estuviera socavando de manera sistemática las instituciones democráticas de Venezuela. En 2005, el régimen de Chávez la acusó de traición por apoyar un referendo revocatorio; en 2014, volvió a ser acusada de traición por participar en protestas contra el régimen. En 2024, publicó un ensayo de opinión en The Wall Street Journal que comenzaba así: “Escribo esto desde la clandestinidad, temiendo por mi vida, mi libertad y la de mis compatriotas de la dictadura dirigida por Nicolás Maduro”.

Desde que se hizo evidente la catástrofe del chavismo —aumento vertiginoso de las tasas de asesinatos, escasez y hambruna generalizadas, millones de personas que huyen a pie del país, dirigentes acusados de enriquecerse con el narcotráfico—, estos antiguos aliados, en su mayoría, han guardado silencio. Al parecer, Klein dejó escapar algo sobre el “petro-populismo” del régimen, pero, tomando prestado un eslogan familiar a su bando, cuando se trata de Venezuela, el silencio es violencia. Optar por ignorar la catástrofe allí solo sirve para perpetuarla.

En enero, señalé en una columna que todo lo que se ha intentado hasta ahora ha fracasado. Elecciones: robadas. Sanciones: ineficaces. Órdenes de detención y recompensas: lo mismo. El Nobel de Machado llamará la atención sobre la represión del régimen. Pero, como pueden atestiguar otros galardonados disidentes, es probable que el efecto sea efímero y leve. El premio de la paz de 2021 a Dmitry Muratov, director del periódico independiente ruso Novaya Gazeta, no hizo nada para impactar al gobierno de Vladimir Putin; el premio de 2023, a la activista iraní de derechos humanos Narges Mohammadi, no hizo nada para liberarla de una prisión iraní.

La mejor manera de lograrlo es ofrecer a Maduro y a su círculo íntimo el equivalente de la opción Bashar al Asad: el exilio permanente en un Estado amigo, si no Rusia, probablemente Cuba. Eso podría ir acompañado de una oferta de amnistía masiva para los funcionarios civiles y militares de bajo rango del régimen, siempre que juren lealtad a un gobierno democrático bajo un líder elegido de manera legítima.

Este parece ser el verdadero propósito de la diplomacia armada que Trump ha desplegado en el Caribe: inducir suficiente miedo como para que los malos huyan. También es la opinión de Machado: Maduro y sus compinches, dijo a la BBC la semana pasada, “no se irán a menos que se dé cuenta de que existe una amenaza creíble, de que las cosas van a empeorar cada día que pase para ellos”. Pero eso, a su vez, requiere que el gobierno de Trump esté dispuesto a continuar la escalada, hasta llegar a una confrontación militar a gran escala.

Por otra parte, hay premios de la paz más importantes que el Nobel, un premio que nunca ganaron Winston Churchill, Franklin Roosevelt, Harry Truman ni otras figuras de la historia mundial que sabían que el camino hacia la paz no siempre pasa únicamente por la paz. Si el sacrificio que debe hacer Trump para poner fin al horror del régimen de Maduro es renunciar a ese premio, puede consolarse con el hecho de que Machado dedicó su galardón “al sufrido pueblo de Venezuela y al presidente Trump por su decisivo apoyo”.

Ahora es el momento de actuar.

Fuente: telam

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