08/10/2025
Venezuela, ya fue demasiado

Fuente: telam
El gobierno de Donald Trump ahora no tiene marcha atrás, está encerrado en su lógica de ir contra el régimen de Maduro
>Es probable, muy probable, que nadie sepa lo que va a acontecer en Venezuela en los próximos días. Solo el presidente de Estados Unidos Donald Trump, y como él es impredecible, vaya uno a saber si él sabe exactamente que habrá de suceder. Si uno se deja llevar por las interpretaciones de fuentes del gobierno norteamericano —conociendo los personajes y las tensiones de ese gobierno— no está claro cómo se procederá en la operación Venezuela. Las lanchas fueron la fase uno. La interrupción de contactos diplomáticos son parte de la dos. La película sigue.
El gobierno sabe que la causa de Venezuela —ahora vestida ciertamente de causa antidroga y antiterrorista con fundamentos sólidos y riesgo continental por las alianzas que tejió— debe realizarse con precisión al hacer uso de la fuerza, algo que los Estados Unidos tienen dificultad de procesar a lo largo de la historia cuando irrumpe en los países del continente. Solo recordar la salida de Noriega (patético personaje panameño, por cierto) causa estupor por lo dramático de la escenificación y la sangre vertida en esa circunstancia.
¿Cómo se observaría en la comunidad internacional todo este despliegue militar, marítimo, aéreo, anfibio y luego volver a casa —por parte de los norteamericanos— con advertencias, amenazas y solo gruñidos pero recorriendo el camino de Maduro y sus muchachos sin sacarlos del poder y sin juzgarlos en Estados Unidos? Ya no se advierte semejante opción para Maduro y sus cómplices. Es más, de a poco son el precio central para cualquier ‘momentum’ que sobrevenga en Venezuela. El exilio a algún destino inaudito de los sátrapas es otra opción que algunos analistas habilitan por estas horas. No tengo la menor idea, solo quiero que lo saquen del poder que usurpó.
Se tratará de montar un renovado contrato social donde todas las voces tengan su lugar, donde el diseño sea serio, responsable y posible para seducir la inversión extranjera: única generadora de empleos genuinos en un país donde la corrupción lo devoró casi todo durante décadas. Permítanme contarles que todas las experiencias del sur fueron distintas: algunas más consensuadas, otras más institucionales, otras más recostadas al plano de los derechos humanos, pero todas apostaron por higienizar el sistema democrático y electoral para así consolidar legitimación de origen y de ejercicio hacia los nuevos gobernantes. Esa es la ventaja de Venezuela, ya tiene la mitad del camino recorrido porque el pueblo ya se expidió.
Mirado en perspectiva, además, los primeros gobiernos posteriores a las dictaduras del cono sur fueron reconstructores de lo institucional que se había eliminado o mutado, pero eso se realizó con el signo de los nuevos tiempos, aceptando el salto generacional y comprendiendo que solo cabezas muy abiertas pueden navegar con la realidad contradictoria. No siempre sobraron los elencos de gobierno. No todo fue fácil. Hay que saberlo para no creer que todo serán rosas, pero todo será mejor sin los cleptócratas-tiranos fuera del poder.Lo que es claro es que nada es gratis. Que el dolor de los venezolanos por el mundo no se consuela de un día para el otro. Tan es así que los venezolanos que están en Estados Unidos con el TPS (estatus de protección temporal) otorgado por la administración anterior no logran entender qué pasó para ser considerados de un día para el otro con otra condición migratoria y tener abordajes incomprensibles: esto no estuvo bien (el corte del TPS) por parte del gobierno norteamericano. No era necesario semejantes movimientos de semejante magnitud. Si bien la administración Biden fue un cúmulo de indecisiones, dudas, marchas y contramarchas con Venezuela, aquella no fue una medida insensible. Quizás el sacrificio personal de los venezolanos en Estados Unidos, al padecer lo que viven, esté también empujando las acciones que sobrevendrán para enderezar la narrativa del presente. Un precio caro, por cierto, demasiado caro.
El continente no merece seres deleznables como Maduro. Sí, yo no lo niego, los demócratas deseamos verlo afuera del poder a Nicolás Maduro, a Diosdado Cabello y a toda esa troupe cuanto antes, es cierto, sin embargo, no nos parece pertinente que para lograr esos objetivos —en un mundo tecnológico al mil por mil— haya que vivir horas amargas, sufrimiento y sangre derramada de venezolanos para alcanzar semejante objetivo.La realidad es que un dictador y su gente se apoderaron de un país y lo someten a vista y disgusto de buena parte de sus ciudadanos y del continente. Solo los miserables lo merodean al dictador, pero ya cada vez son menos. Ver a una mujer parir en medio de las calles de Venezuela en la puerta de un recinto sanitario que no funciona es el drama vivo. Ya está, ya es insoportable.
No es ley del Talión entonces lo que tiene que accionar el presidente Donald Trump, es justicia. Y la justicia se procesa con mirada afinada, con efectividad al devolver democracia y libertad, y con sentido histórico.
Fuente: telam
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