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07/10/2025

Los argentinos que sobrevivieron al ataque de Hamas a Israel: el terror tras una puerta y el día que volvieron al kibutz

Fuente: telam

Sergio Kohan narra el derrotero que vivió junto a su familia tras la invasión de los terroristas en su hogar. “Todavía tengo miedo y no duermo por las noches”, afirma

>Se cumplen dos años del ataque de Hamas en el sur de Israel. La invasión de esa mañana causó 1200 muertos y 251 personas secuestradas en los kibutz y en una fiesta electrónica que se desarrollaba en la zona cercana a la frontera de la Franja de Gaza. Todavía quedan 48 secuestrados, de los cuales tres son argentinos.

Sergio Kohan llegó a Israel con su familia (esposa y dos hijos) en 2019. Allí, ya vivían el hermano y el papá de Sergio, que se habían instalado en Israel durante la década del 80 y del 90 del siglo pasado. En diálogo con Infobae, intentó reconstruir esas horas de terror en la que la fortaleza con la que se construyó el cuarto de seguridad de su hogar salvó a todos los suyos de una muerte segura.

Tras salvarse del ataque de tres miembros de Hamas que estuvieron dentro de la casa de los Kohan en el kibutz Ein Hashlosha, la familia comenzó un éxodo que incluyó una temporada en un hotel hasta poder volver a la casa familiar recién en agosto de este año.

“Los primeros seis meses vivimos en un hotel en Eilat. Pudimos llegar hasta allí luego de pasar por Beer Sheva en el auto de la familia. ‘Nos robaron muchas pertenencias durante el ataque del 7 de octubre, pero no pudieron llevarse mi coche. Lo encontré con sangre en el techo y con los paneles arrancados. Igual pudimos usarlo para arrancar este viaje’, recuerda Sergio en diálogo telefónico con Infobae.

En tanto, Sergio también necesitaba ocupar su tiempo con algo para dejar de pensar en lo que había vivido el 7 de octubre de 2023. “Hablé con el gerente del hotel porque quería ayudar con algo. Así, me pasaba unas cuatro horas por día en la lavandería doblando toallas como una forma de terapia ocupacional”, explica Kohan.

Su hijo mayor se recibió en la universidad en estos dos años. Es licenciado en ciencias políticas, historiador y profesor de historia. “Se especializa en estudios de la Shoá y de Medio Oriente”, cuenta Sergio.

La joven contó cómo vivió el momento en que estuvo a pocos pasos de los terroristas y de la muerte. “Mi mamá y mi hermano llorando y rezando. Yo intentándolos callar para que no nos escuchen”, cuenta Mía en una carta que posteó su papá Sergio.

La chica terminó el secundario con su grupo del kibutz en un internado al que concurría tres días por semana en la zona del mar Muerto. “Lo pidieron los jóvenes como una forma de seguir juntos - explica Sergio-, porque Hamas asesinó a varios de sus compañeros de colegio durante el ataque”.

Mía ahora entró al ejército y se dedica a su pasión, la fotografía. “Se encarga de hacer imágenes, tanto videos como fotos, de los soldados que entran o salen de la Franja de Gaza en su reencuentro con familiares o en diferentes momentos de su vida cotidiana”, cuenta Kohan entusiasmado.

Sergio vuelve en muchos momentos del día a lo que pasó la mañana del 7 de octubre de 2023. Ese sábado la familia se iba a juntar con otros vecinos. Era el final de las celebraciones luego del Año Nuevo y el Día del Perdón. Iba a haber música y comida en los parques que rodean las casas del kibutz. Todo estaba preparado, cada casa aportaría lo suyo. Desde knishes, pletzalej con pepinos y pastrón y otras delicias de la cocina judía. Es más, los Kohan recibieron la visita de su hijo mayor que en ese momento todavía estudiaba en la universidad de Beer Sheva, la tercera ciudad de Israel. La fiesta iba a ser completa.

Pero cuando toda la familia aún dormía, empezaron a escuchar las señales de alerta en los altoparlantes y saltaron las alarmas en las aplicaciones de seguridad de sus teléfonos. Eran las 6 de la mañana y el sol apenas se asomaba en los bosques que rodean al kibutz. Medio entresueños, los Kohan entraron en el cuarto de seguridad. Esperaban que el escudo antiaéreo otra vez hiciera explotar en el aire los cohetes de Hamas. Un día más de rutina en esa zona del sur de Israel antes de la fiesta con los vecinos. Pero nada fue parecido a los otros fines de semana.

Los Kohan reciben mensajes en los que les pedían que se quedaran encerrados en sus casas. La familia se pone a ver la TV y empiezan a llegar las primeras informaciones de las incursiones de los terroristas de Hamas. Sergio pensó que eso no podría estar sucediendo. Ya nadie dormía en las casas del kibutz. Los mensajes iban y venían en el grupo de WhatsApp para tratar de poner claridad a la situación.

Cerca de las 10 de la mañana, la familia escuchó voces en árabe que hablaban cerca del jardín de su casa. La esposa de Sergio se asomó por una de las ventanas y los vio. Eran tres hombres a cara descubierta. Del shock, la mujer no recuerda si estaban armados. No llegó a verlo o negó en su mente esa posibilidad. Quizás una negación de supervivencia. Los Kohan corrieron nuevamente hacia la habitación de seguridad. “Esta vez apagamos la tele, las luces y les pedí a todos que pusieran sus celulares en mute -cuenta Sergio-. Empezamos a mandar mensajes de alerta por WhatsApp a la policía y el ejército. Nos respondían que ya estaban en camino y nos daban aliento para resistir”.

La tensión seguía. Las voces de los hombres, esas que Sergio y los suyos nunca se podrán sacar de la cabeza, estaban cada vez más cerca. Luego, escucharon el estruendo de un vidrio que se rompió en mil pedazos. Dentro del cuarto se miraron con susto. No podían, ni debían hablar. De eso dependía sobrevivir.

Hace menos de dos meses, los Kohan volvieron a la casa de su kibutz. “No voy a mentir. Hay veces que tengo miedo que vuelva a pasar algo parecido. Estamos muy cuidados con dos unidades del ejército que conviven con nosotros en la comunidad. Además, si antes había cuatro familias que pidieron permiso privado para usar armas, ahora son unas 60”, admite Sergio.

Fuente: telam

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