02/10/2025
Un estudio advirtió que las prácticas agrícolas intensivas degradan los suelos y amenazan la producción de alimentos

Fuente: telam
El trabajo científico revela que el empleo extendido de ciertos métodos de cultivo favorece el deterioro y pone en riesgo la seguridad alimentaria en todo el planeta. Los detalles
>El avance de lasEl La resiliencia de los suelos se define como la capacidad que tienen para soportar y recuperarse ante perturbaciones o cambios, como sequías, erosión o contaminación, sin perder sus funciones esenciales. Estas incluyen el soporte de la producción agrícola, el almacenamiento de carbono, la filtración de agua y la conservación de la biodiversidad. Un suelo resiliente mantiene su estructura, fertilidad y vida biológica, incluso frente a presiones.
El análisis revela que la erosión acelerada, producto de actividades como el laboreo intensivo, el sobrepastoreo y la quema de bosques, se ubica como el mayor peligro para la conservación de los suelos. “Consideramos la pérdida de suelo por erosión elevada como el impacto más importante de los circuitos de retroalimentación accionados por las prácticas de manejo agrícola”, expresaron los autores en el documento.
El artículo detalla que la dependencia de fertilizantes sintéticos, irrigación intensiva y uso frecuente de pesticidas produce cambios físicos, químicos y biológicos. En un primer momento, estas acciones logran aumentar los rendimientos, pero su aplicación repetida causa disminución de la materia orgánica, acidificación, salinización y reducción de la biodiversidad. Las prácticas como la labranza repetida desencadenan círculos de retroalimentación positiva que degradan el recurso.
La contaminación acumulada por pesticidas y residuos plásticos constituye otro factor de riesgo. Según el texto: “La acumulación de residuos plásticos, pesticidas y sus productos de degradación afecta la composición microbiana y la estructura del suelo, minando su resiliencia y causando pérdidas de rendimiento”.La investigación analizó los sistemas de manejo más habituales en agricultura global: laboreo, fertilización nitrogenada, encalado, empleo de pesticidas, irrigación y prácticas de pastoreo, entre otros. El rango de impactos cubre desde los suelos de cultivos extensivos hasta los sistemas de arroz inundado, aunque el propio artículo reconoce limitaciones al no abordar todos los contextos y tipos de suelo. “Revisamos literatura académica e identificamos las principales amenazas para la resiliencia del suelo”, señala el documento.El estudio también relaciona estas observaciones con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas y la compleja interacción entre prácticas agrícolas y cambio climático.
El trabajo destaca alternativas y prácticas correctivas que pueden mitigar el ciclo de degradación del suelo. Entre ellas, la reducción de la labranza, el empleo de fertilización orgánica, mejoras en la rotación de cultivos y la adopción de métodos de manejo integrado de plagas surgen con beneficios tangibles, aunque siempre con ciertos costos o limitaciones logísticas.El estudio enumera estrategias como la siembra directa, el uso de abonos orgánicos, la rotación con leguminosas, la mejora genética de variedades y el control de cargas ganaderas en sistemas de pastoreo. “Las alternativas a las prácticas convencionales pueden romper o frenar el ciclo de impactos reforzados que erosionan la resiliencia de los suelos”, cita la publicación, que advierte también sobre las compensaciones y barreras que acompañan a cada alternativa.Dr. Alison Carswell, autora principal del trabajo, declaró en un comunicado de Rothamsted Research: “Los suelos sanos y resilientes no solo son la base de la seguridad alimentaria, sino que también son fundamentales para la biodiversidad y la estabilidad climática. Sin embargo, muchas de las prácticas que utilizamos hoy para aumentar los rendimientos corren el riesgo de socavar esa base en el futuro”.Los autores advierten que las consecuencias inesperadas, como los puntos de no retorno, podrían cambiar el estado de los suelos abruptamente. Entre las señales de alarma figuran la pérdida de respuesta del suelo a insumos y ciertos cambios en la humedad. La detección temprana y el monitoreo aparecen como instrumentos necesarios para anticipar mayores crisis.
El informe concluye que las prácticas convencionales, si bien pueden elevar la producción en el corto plazo, ponen en peligro la resiliencia y la sustentabilidad del recurso suelo. El debate sobre el futuro agrario y las necesidades alimentarias tendrá que integrar conceptos como resiliencia, umbrales críticos y gestión basada en sistemas, de acuerdo con las recomendaciones de los expertos.Fuente: telam
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