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26/09/2025

Restos de armas y barcos de guerra bajo el agua se transformaron en refugios para la vida silvestre

Fuente: telam

Dos equipos científicos documentaron cómo vestigios sumergidos de la Primera y Segunda Guerra Mundial favorecen la formación de ecosistemas con gran diversidad de especies. La amenaza de la contaminación por compuestos tóxicos

>Restos de armas hundidas y viejos Dos investigaciones científicas revelaron cómo esos objetos, que eran de la Primera y Segunda Guerra Mundial, pasaron de ser símbolos de conflicto a funcionar como En la bahía de Lübeck, en el norte de Alemania, las municiones sumergidas desde la Segunda Guerra Mundial fueron colonizadas por miles de organismos. El hallazgo fue publicado en la revista El equipo del científico Andrey Vedenin utilizó un sumergible dirigido a distancia para registrar las condiciones alrededor de cabezas de “bombas V-1″, que eran misiles sin piloto que la Alemania nazi empleó durante los últimos años de la guerra.

Las bombas V-1, diseñadas para atacar ciudades europeas, permanecen semienterradas bajo el agua, cubiertas por capas de moluscos, algas y otros invertebrados marinos.

Los resultados del estudio muestran que los restos de munición sustentan una comunidad biológica mucho más densa que el fondo marino adyacente.

La cifra es contundente: hasta 43.000 organismos distintos por metro cuadrado viven sobre la superficie metálica de las municiones, mientras que el sedimento del entorno registra tan solo 8.200.

El sedimento es la capa de partículas que se acumula en el fondo de los cuerpos de agua, y suele mantener una vida menos diversa cuando no existen piedras o desechos sólidos.

Los investigadores también comprobaron la existencia de dos sustancias explosivas en el agua cercana: TNT (trinitrotolueno) y RDX (ciclonita), ambas empleadas en la fabricación de municiones.

Se detectaron concentraciones que oscilan entre 30 nanogramos y 2,7 miligramos por litro. Aunque estos niveles pueden afectar la salud de ciertos animales acuáticos, el riesgo real depende de la sensibilidad de cada especie y del tiempo de exposición.

Vale aclarar que los investigadores tampoco descartaron riesgos para el ecosistema ni presentaron recomendaciones sobre la convivencia a largo plazo entre fauna y compuestos tóxicos.

Al otro lado del Atlántico, la llamada flota fantasma de Mallows Bay, en el río Potomac de Maryland, Estados Unidos, experimentó una transformación similar.

Esas embarcaciones nunca llegaron a combatir, pero su estructura se conserva bajo el agua desde la década de 1920. Su estudio fue publicado en la revista Los barcos naufragados en Mallows Bay se han cubierto de vegetación acuática, ramas y raíces que sirven de base para nuevas cadenas alimentarias. Sobre ellos anidan aves como el águila pescadora, y nadan peces como el esturión atlántico, una especie considerada vulnerable por las autoridades ambientales.

Los datos resultantes permitieron crear mapas que servirán en proyectos arqueológicos, ecológicos y de conservación.

Ambos estudios coinciden en que los restos de guerra y los desechos sólidos ofrecen ambientes singulares para que se desarrollen comunidades biológicas más complejas.

Aunque destacan aportes positivos, ambos equipos advierten sobre la amenaza que representan los residuos tóxicos y proponen que, en el futuro, se consideren reemplazos más seguros para potenciar los beneficios ecológicos y reducir los riesgos.

Cerca de la costa de Mar del Plata, se encuentran varios barcos hundidos. “Algunos eran barcos cargueros que se hundieron accidentalmente entre 80 y 100 años atrás. Otros se hundieron intencionalmente para generar un parque submarino”, comentó el investigador, quien con colaboradores realizó estudios sobre los organismos que han colonizado a las estructuras.

Fuente: telam

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