26/09/2025
La primera novela de Woody Allen es algo divertida, pero demasiado conocida

Fuente: telam
En “What’s With Baum?”, un escritor ansioso, celoso y tres veces casado se encuentra atrapado en una cultura que quiere más “sensiblería” y menos “sabiduría”
>Cinco años atrás, el prolífico y parcialmente marginado cineasta Woody Allen publicó sus memorias en plena pandemia. Ahora, acercándose a los 90 años, ha lanzado su primera novela. Técnicamente, con 152 páginas, se trata de una novela corta, pero se le concede el descuento de la tercera edad.
¡Nunca es tarde! Y What’s With Baum? (¿Qué pasa con Baum?) como se titula, no resulta terrible. Está bien. Hacia finales de la semana, con vientos calientes agitando la Primera Enmienda, brindó a este lector algunas risas huecas.Baum es el protagonista, un personaje familiar de las mejores películas de Allen: 51 años, nombre de pila Asher, con un cabello “abundante pero incoherente”, afectado por ansiedad y reflujo gástrico. En un giro inesperado, es un pastor de cabras del siglo XIX.Su primer matrimonio terminó después de enamorarse de la gemela idéntica de su esposa; el segundo cuando su pareja se mudó a Nueva Zelanda con un baterista de rock para criar ovejas.
Baum anhela dejar huella en la ficción seria o el teatro, pero sus obras han sido mal recibidas (una ellas funcionó en Eslovenia), y los editores lo consideran pesado, demasiado centrado en la “materia oscura” e imposible de vender.“No puedes cambiar de rumbo y hacer un libro con un poco de sentimentalismo?”, le pregunta uno, como el productor de musicales que exige una melodía pegadiza. Otro, originario de India como el famoso Sonny Mehta de Knopf, le sugiere que “elimine la sabiduría.” (Baum, cuyo Xanax va acompañado con un dejo de xenofobia, se pregunta si él “estaba siendo profundo o era simplemente indio”).Connie también es fuente de angustia. Como la antigua pareja de Allen, Mia Farrow, es hija de Beverly Hills y siente devoción por su casa de campo, donde el silencio, la fauna y los cielos estrellados (“¿Qué está ocurriendo allá arriba?”) llenan a Baum de un temor incipiente. En la ciudad, él razona, “hay gente, patrullas policiales, buenos samaritanos y porteros. Si te aíslas en una casa de campo y a las 3 de la mañana llega un auto, eso es todo.”Uno de los ejes centrales del libro, juego de palabras incluido, es que Baum, al no encontrar ningún familiar, amigo o analista a la altura para escuchar sus quejas, ha comenzado a hablar consigo mismo. Es el equivalente conversacional de esa vieja frase de Allen en Annie Hall (1977) — “Oye, no critiques la masturbación. Es sexo con alguien a quien amo” — combinada con algo de Sybil.
Otro punto de la trama, más inquietante, es que Connie está atrapada en un complejo de Yocasta (N. de la R: tipo de atracción incestuosa) con su hijo, Thane. Su propia primera novela, a diferencia de la de su esposo, es todo un éxito y finalista del National Book Award, y su novia es una versión tentadoramente “recién salida de la granja” de la segunda esposa de Baum. “Esa criaturita mimada, ese cuco de Midwich”, se burla Baum de Thane, en una hábil referencia a la novela de ciencia ficción de 1957 de John Wyndham. “Un presumido engreído con todas las respuestas”.“Ella no aceptaba seguro médico”, escribe Allen, “y ese hecho lo excitó”.
Como cuando Isaac Davis, de Manhattan (1979), distraídamente arrastra su mano en el lago de Central Park y la encuentra sucia, leer What’s With Baum? no es muy diferente a dar un agradable paseo por Washington Square Park y luego pisar excremento de perro.Al igual que su creador, Baum se ve amenazado por la cancelación, en su caso después de agarrar —o posiblemente solo apoyarse para no caerse— uno de los pechos de una reportera admiradora y atractiva, experta en Hannah Arendt.
“Cindy, Mindy Loo”, así la recuerda el malévolo Baum. “La china, o como se llame.”¡Ey! Pero este es Woody Allen: incluso siendo frenado por la industria del entretenimiento, se las arregla para sacar una traviesa pieza de prosa otoñal como otros podrían jugar una partida de pickleball.
Fuente: The New York TimesFuente: telam
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