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25/08/2025

Las aventuras de un argentino en un mercado chino: la magia de la masa elástica y el misterio de los guerreros de terracota

Fuente: telam

Más allá de los guerreros de terracota, la ciudad de Xian cautiva con un enclave donde la gastronomía, la historia y la vida cotidiana se entrelazan en cada rincón

>Decir que una ciudad en China está muy poblada no es algo que llame la atención. En algunos países las ciudades que pasan el millón de habitantes se cuentan con los dedos de una mano, y en muchos casos solo la capital ostenta esa condición. En China, el país más poblado del planeta, esa situación se repite no una, no diez, sino más de cien veces. Si, escucharon bien, existen más de cien aglomeraciones urbanas con más de un millón de habitantes.

Una increíble colección de más de ocho mil guerreros y caballos, precisamente hechos en ese material en tamaño real.

También es muy interesante conocer la antigua muralla de la ciudad, que se encuentra en perfectas condiciones y que se puede recorrer por su parte superior, caminando o en bicicleta, en un recorrido de varios kilómetros.

No vamos a hablar ni de los guerreros de terracota ni de la muralla en sí, sino de una comunidad que está en el interior de la misma: el barrio musulmán, núcleo central de la comunidad islámica en la ciudad, cuyo número de fieles supera las veinte mil personas, pertenecientes al grupo étnico de los Hui, los cuales llegan a más de diez millones en todo el país.

Dentro del barrio lo más llamativo e imperdible es el Mercado Beiyuanmen, un sitio donde los aromas, los sabores, y también los personajes enseguida llaman la atención. La oferta gastronómica se multiplica en cada uno de los rincones, razón por la cual se recomienda ir despacio, apreciando la diversidad de propuestas.

Enseguida nos sorprenden una especie de brochettes, promocionadas por un muchacho que suponemos insiste acerca de sus cualidades a través de un megáfono, y al lado, a unos metros nos tientan con unos pulpitos, con calamares, con tofu condimentado o también con una especie de mezcla de vegetales donde sobresalen productos como papas, ajos y vaya a saber cuántos ingredientes más.

Giramos y nos encontramos con unos palitos de arroz bañados en salsa de caramelo, un postre conocido como gui hua gao, que está rematado con unos dátiles, también bañados en caramelo en su parte superior. El arroz se muestra en una de sus múltiples facetas, porque lo combinan con todo tipo de productos a cualquier hora del día.

Seguimos caminando y decidimos probar algo; unos huevos muy chiquitos, de codorniz, enhebrados en un palito, como una brochette, rociados con una salsa. Nos cuestan menos de un dólar y calman nuestro apetito. Mientras los comemos, observamos, al igual que muchos transeúntes, un proceso en el que le dan forma a una masa de caramelo. Esta masa es increíblemente elástica y permite que el que la maniobra, la estire, al tiempo que la torsiona, por un par de metros, una y otra vez.

Los productos dulces están en todos lados, y uno muy sabroso son las nueces endulzadas, que reciben ese sabor al ser sometidas a un baño giratorio en un gran recipiente lleno de azúcar. No satisfechos, probamos otro plato, una bandeja con tofu, un alimento típico, constituido con soja, agua y un coagulante, y por último, nos tentamos con las brochettes de carne que veníamos viendo en muchos puestos. Sabrosísimos, aunque tengo que confesar que no sé de qué eran, porque los esfuerzos del vendedor en hacerse entender no tuvieron resultado.

Fuente: telam

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