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22/08/2025

La ambición de Jim Carrey, la mujer que enloqueció a dos hombres y la trampa que puede arruinar una vida

Fuente: telam

Al célebre actor lo presentaron en una entrega de premios como “el dos veces ganador del Globo de Oro, Jim Carrey”. Él, mitad en broma mitad en serio, respondió que soñaba con ser “el tres veces ganador”. Una reflexión sobre la búsqueda insaciable de una validación más

>Lo llevaron a recorrer el instituto psiquiátrico como parte de su formación. El director lo guiaba por pasillos largos, silenciosos y acolchados. Detrás de cada puerta había un mundo, o lo que quedaba de él. En una sala, un hombre con chaleco de fuerza gritaba desesperadamente: “¡María! ¡María!”. El estudiante, conmovido, le preguntó al director qué le pasaba. —Ese pobre tipo se enamoró de María, y María no le dio bola —respondió el director, casi con resignación.

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos, podría ser la moraleja de este cuento que con cierto humor negro revela algo profundamente humano: la ilusoria idea de que cuando lo consigamos, entonces estaremos bien, por sin ser felices. El problema no es desear sino esperar que el deseo nos salve. Que nos complete, que nos haga dejar de sentir miedo, vacío, soledad. Como si conseguir eso que anhelamos fuera a hacernos por fin “estar bien”. Y entonces, si no lo conseguimos, nos frustramos. Y si lo conseguimos… a veces también. Es como un espejismo: te hace correr por el desierto con la lengua afuera y, cuando llegás, te deja más sediento.

Jim Carrey lo expresó sabiamente cuando, en una entrega de premios, lo presentaron como “el dos veces ganador del Globo de Oro Jim Carrey”. Y él, con esa sonrisa que mezcla genio y tragedia, respondió:

Siguieron risas y aplausos, pero detrás de ese show mediático flotaba una verdad incómoda: la búsqueda insaciable de una validación más, un logro más, un título más, una persona más que nos mire y nos diga que ahora sí, ahora por fin somos alguien. Carrey, con dos Globos de Oro, millones de dólares y fama mundial, confiesa —en broma, pero muy en serio— que sueña con ganar uno más. Porque en el fondo, ni siquiera todo eso alcanza. Nunca alcanza.

¿Qué queda de uno cuando ya no hay nada que alcanzar? ¿Y si todo ese movimiento —esa búsqueda incansable de éxito, de riqueza, de reconocimiento— no fuera otra cosa que un intento desesperado por no estar en silencio con uno mismo? ¿Y si el deseo no fuera una brújula, sino un ruido? ¿Una forma sutil, elegante, socialmente aceptada… de huir?

Tal vez el problema nunca fue María. Ni tenerla ni perderla. Quizás el problema es pensar que hay algo, una persona, un logro, una imagen de nosotros mismos, que va a dejarnos en paz.

Tal vez el desafío no es conseguir lo que queremos sino aprender a estar bien con lo que tenemos. Porque el deseo que nace del vacío no se sacia nunca. Se disfraza de futuro pero en realidad es pasado sin resolver.

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”.

Fuente: telam

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