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21/08/2025

Las víctimas del terrorismo a secas

Fuente: telam

No hay muertos de primera y muertos de segunda. Toda muerte es la muerte, toda tortura es la tortura, y todas valen

>No hay que ser retrógrado ni nostálgico para que nos duela el terrorismo en todas sus dimensiones. No se trata de justificar ni de relativizar. Se trata de mirar a la violencia a los ojos y decirle por su nombre, sin importar de qué bando provenga ni qué bandera la encubra. El terrorismo, cuando irrumpe en la vida social y política, descompone los vínculos más esenciales de la convivencia. Y su normalización es una forma de locura colectiva. De vez en cuando enloquecemos y lo normalizamos. Esa es la triste verdad.

Hoy, en el Día Internacional de Conmemoración y Homenaje a las Víctimas del Terrorismo, declarado por Naciones Unidas, caben muchas preguntas. ¿Dónde están las voces que recuerdan a los secuestrados, asesinados, torturados por el terrorismo político de izquierda o de derecha, por el fundamentalismo religioso o el nacionalismo exacerbado? ¿Dónde están los espacios de memoria para quienes fueron víctimas de organizaciones armadas que se arrogaron el derecho de decidir sobre la vida de los demás? Solo de pensar el río de sangre de ETA en España o las FARC en Colombia, da para estremecer el alma de cualquier mortal.

Las tumbas son tumbas. No hay tumbas buenas para enseñar y malas para maldecir. La dignidad humana no debería ser selectiva. Toda vida truncada por el odio, por la ideología, por el poder armado, merece el mismo respeto. Pero la historia, cuando la cuentan los vencedores morales, suele repartirse en héroes y villanos, en víctimas puras y culpables inconfesables. Y eso no es justicia. Es relato.

No se trata de reabrir heridas, sino de cerrar bien las que aún supuran. Y para eso se necesita una verdad completa, no parcial. Una verdad sin épicas maquilladas ni justificaciones ideológicas. Porque la verdad y el terrorismo siempre se llevan mal. Y sin verdad, no hay justicia posible. Solo repetición.

Las nuevas generaciones tienen derecho a una memoria íntegra, no fragmentada. A una historia que no se construya sobre falsos héroes ni sobre omisiones convenientes. Somos los mayores quienes debemos transmitir esas claves invisibles de la civilización: que la violencia no es el camino, que matar en nombre de una causa no es nobleza, que nadie tiene derecho a decidir quién vive y quién muere.

No hay que ser de derecha para conmoverse con estas historias. No hay que ser facho para defender la vida. Hay que ser humano.

Fuente: telam

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