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15/08/2025

Elmer Huerta, desde la Universidad de Washington: “Los médicos debemos ayudar a discutir la muerte”

Fuente: telam

El reconocido oncólogo y profesor experto de la universidad estadounidense habló con Infobae sobre una idea paradojal en tiempos de sociedades longevas: por qué un médico, además de apostar a la prevención, debe preparar a sus pacientes para el final de la vida. Su mirada científica sobre la eutanasia

>Nadie nos prepara para la muerte. Ni siquiera el médico que nos atiende para vivir. Esta idea siempre atravesó al doctor Elmer Huerta, médico oncólogo y profesor experto de la Universidad George Washington de Estados Unidos y reconocido comunicador en salud desde la cadena CNN y otros medios globales.

Morir se ha convertido en un espectáculo vacío y es por eso que los médicos debemos aprender a hablar de la muerte con nuestros pacientes. Hacer algo para naturalizarla”, afirma con contundencia desde Washington el doctor Elmer Huerta en diálogo exclusivo con Infobae.

Dr. Huerta, siendo usted médico, el eslabón que cura en la cadena de la vida, qué lo motivó a escribir sobre la muerte, un tema al que los médicos no solo le escapan sino que muchas veces ni siquiera nombran

Huerta: Sabiendo que todos tenemos alguna experiencia con la muerte de un familiar o un amigo -aparte de que algún día nosotros la sufriremos-, y movido por la enorme falta de información y los temores supersticiosos e infundidos que rodean al tema de la muerte, el año pasado me lancé escribir el “El buen morir” (Editorial Planeta).

En ese texto, el médico oncólogo plantea 7 preguntas que considera fundamentales:

    Y luego profundizó el tema con un segundo libro, que de alguna manera propone prepararse para ese “trámite” que también impone la vida y que es la muerte …

    Este año, motivado por las múltiples preguntas de mis pacientes y de otras personas que me rodean, quise abundar en el tema de tener las cosas listas antes de morir. Para eso hemos escrito, no sé si llamarlo un libro, es una especie de cuaderno de trabajo llamado “Todo en orden” (Editorial Planeta).

    En esta investigación el doctor Huerta quiere que las personas profundicen en cuatro pasos clave:

      Uno de los capítulos principales de su libro examina la idea de “muerte digna” y los distintos matices alrededor de la eutanasia.

      “La palabra eutanasia —precisa Huerta— viene del griego eu, ‘buena’, y thanatos, ‘muerte’. Su sentido contemporáneo abarca el acto o la práctica de facilitar la muerte sin dolor ni sufrimiento a personas con enfermedades incurables que experimentan sufrimiento físico o psicológico severo”.

      Pero, también puede ocurrir, que el “ensañamiento, encarnizamiento u obstinación terapéutica”, emerja cuando “el médico desea empezar o insiste en continuar, en un paciente terminal, un tratamiento médico cuya única finalidad es la de evitar una muerte inminente, prolongando su vida sin valorar la calidad de la misma”.

      A la pregunta de Infobae sobre el modo en que la eutanasia se discute en la medicina actual, Huerta argumentó que, “el avance de la tecnología y la sofisticación de los tratamientos hicieron que la decisión de morir ya no recaiga plenamente en las personas, sino en la estructura médica y hospitalaria, en especial en unidades de terapia intensiva”.

      Huerta expone la diferencia entre cuidados paliativos, suspensión del encarnizamiento terapéutico y la eutanasia activa, en su investigación revisó legislaciones comparadas y señala que el debate suele actualizarse en la agenda público-política cuando se visibilizan historias particulares, aunque la resolución ética y clínica sigue siendo compleja en cada caso.

      Cómo interviene esta idea de hablar del final cuando la ciencia del siglo XXI propone la longevidad y aporta que las sociedades serán cada vez más longevas. ¿Un médico puede escribir y de alguna manera preparar a sus pacientes para celebrar la muerte?

      Creo firmemente que la pandemia global por COVID-19, causada por un virus desconocido y responsable de tantas muertes en todo el mundo [N.delaR.: el SARS CoV2], modificó la percepción sobre la muerte y, en cierto modo, acercó a la sociedad a la idea de que todos, en algún momento, vamos a morir.

      —¿Ha recibido críticas de sus colegas por estas ideas?

      Por supuesto, me refiero a las muertes inevitables, aquellas que corresponden al proceso natural de la vida, no a las muertes trágicas que son difíciles de comprender y de procesar racionalmente.

      La muerte de San Juan Pablo II en 2005, que Huerta menciona en su libro, brinda un ejemplo del rechazo al ensañamiento terapéutico.

      Y sigue: “El 31 de marzo 2005, ya en su habitación del Vaticano, Juan Pablo II desarrolló una severa septicemia o infección generalizada, consecuencia de una infección urinaria, por lo que sus médicos aconsejaron volverlo a internar en el hospital. Nunca olvidaré la noche que, cubriendo la enfermedad del Papa para CNN en Español, llegó la noticia de que estaba muy grave en su habitación y que, cuando sus médicos intentaron reingresarlo al hospital, Juan Pablo II dijo que ya basta de sufrimiento, que no quería regresar al hospital y que lo dejaran morir en su cama, en su habitación y rodeado de los que más quería. Sus últimas palabras fueron: «Déjenme ir a la casa del Padre»“.

      Huerta explica que la falta de organización puede generar serios inconvenientes en momentos críticos, como una enfermedad grave o el fallecimiento. Los familiares pueden enfrentar dificultades para encontrar documentos esenciales, realizar trámites o conocer los deseos del fallecido. Por ello, propone utilizar este cuaderno como un repositorio donde se registren datos clave y localizaciones de objetos y documentos importantes.

      Recuerda que afrontar la muerte y preparar la información esencial no implica perder la alegría de vivir, sino asumir la vida y la muerte con realismo, dignidad y cariño hacia los demás.

      Huerta resumió a Infobae: “Tanto en mi consultorio como en mis libros y programas de radio y televisión, aliento a la gente a vivir, se puede preparar y aceptar la muerte y vivir mucho. ¡No hay contradicción allí!“

      El PEl Papa había salido de una prolongada hospitalización tras padecer una neumonía grave que lo mantuvo ingresado durante 38 días. Estuvo en estado delicado y había enfrentado dos episodios críticos de salud durante el año.

      Francisco, el Papa incansable, el Papa valiente, el Papa rebelde. Pocas personas en el mundo a los 88 años, con un pedacito de pulmón derecho menos por una temprana cirugía en la Argentina a los 21 —que derivó e imprimió a lo largo de su vida un estatus delicado de salud.

      El día antes de morir, Francisco brindó una misa emotiva y profunda en la Plaza San Pedro con más de 35 mil fieles esperándolo con ansias.

      El entorno del premio Nobel de Literatura relató que, tras recibir la noticia de su enfermedad -sin cura- en el verano de 2020, Vargas Llosa decidió comunicarse con sus tres hijos, Álvaro, Morgana y Gonzalo, mediante una carta.

      Esta carta propició un acercamiento feliz entre el padre y los hijos, -que se había resquebrajado cuando el escritor se separó en 2015- tras medio siglo de matrimonio, y del inicio de su relación con Isabel Preysler.

      “Alrededor de la muerte las creencias y la desinformación la complica y no permite celebrar como hacían las civilizaciones antiguas. La muerte es el paradigma de lo inexorable… todos nos vamos a morir; y los médicos debemos aprender a hablar de la muerte con nuestros pacientes

      Fuente: telam

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