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14/08/2025

La minería de coltan en Rubaya, Congo: precariedad, dominio del M23 y el rol de potencias extranjeras en la puja por recursos críticos

Fuente: telam

La extracción manual convive con abusos, intervención de actores armados y la mirada atenta de intereses internacionales

>Los cerros que rodean la minería de Rubaya, en el este de la Según el informe reciente de Reuters acerca de esta zona, el motor de este esfuerzo es el Rubaya aporta el 15% de la producción mundial de coltan. Sin embargo, esa codiciada riqueza convive con la precariedad extrema: la extracción es totalmente manual y casi todos los mineros sobreviven con apenas unos dólares diarios, según detalla Reuters.

Desde la toma de la zona por el M23 en abril de 2024, los yacimientos se han convertido en punto de convergencia de la lucha de poder local y de intereses internacionales.

Reuters indica que los rebeldes, respaldados, según la ONU, por el gobierno de Ruanda, han convertido las riquezas minerales en una plataforma económica y militar para su ofensiva armada y para afianzar su autoridad territorial.

El M23 justifica su avance en el objetivo de derrocar al gobierno de Kinshasa y proteger a la minoría tutsi, aunque esta ofensiva representa, según el informe, la mayor amenaza contra el poder central en más de veinte años de inestabilidad desde el genocidio ruandés de 1994.

El acceso a Rubaya ilustra la dureza de la vida cotidiana. Reuters narra que alcanzar los pozos de coltan implica para cualquier visitante una travesía exigente: periodistas abandonaron sus vehículos todoterreno, atascados en el fango a varios kilómetros del pueblo, y continuaron a pie y en motocicleta bajo escolta insurgente.

Miles de mineros, iniciando la jornada antes del amanecer, bajan a túneles de hasta 15 metros para extraer el mineral. En la superficie, mujeres y menores lavan las piedras en pilas rudimentarias, separan el mineral del barro con las manos y lo dejan al sol, hasta que el coltan multiplica su valor a cientos de dólares en el mercado internacional.

Las extorsiones y la multiplicidad de tasas impuestas por fuerzas estatales y milicias eran rutina antes del cambio de mando. El minero Pascal Mugisha Nsabimana explicó a Reuters que el M23, pese a su condición insurgente, triplicó el salario diario de algunos trabajadores a 15.000 francos congoleños (USD 5,15) y limitó los abusos y cobros arbitrarios que predominaban en el pasado.

La importancia de Rubaya no se reduce a lo económico; su control supone una ventaja geopolítica clave. Reuters documentó que la toma del M23 de áreas estratégicas como Goma y Bukavu, ciudades en la frontera con Ruanda, facilita el comercio ilícito.

Por estos corredores circula coltan extraído de forma clandestina, que a menudo se mezcla en Ruanda con la producción local para ocultar el origen congolés antes de su exportación.

La cadena comercial evoluciona constantemente. Testimonios de contrabandistas y comerciantes recopilados por Reuters detallan que antes el coltan se movía por senderos secretos en motocicleta.

El negocio es millonario. Según estimaciones de la ONU, solo en la recaudación de impuestos sobre el coltan, gravados en 15% a los comerciantes por el M23, los rebeldes obtienen hasta USD 800.000 mensuales en Rubaya.

Han creado una administración paralela que controla cada fase de la minería: desde la extracción y transporte, hasta la compraventa, imposición de tasas y vigilancia de los accesos al yacimiento.

Reuters informa que, aunque el Departamento del Tesoro de Estados Unidos no la mencionó en sus últimas sanciones, el M23 ya figuraba en la lista negra desde 2013.

Mientras la ofensiva avanza, la comunidad internacional busca mediar y aprovechar la riqueza mineral. Estados Unidos impulsó un diálogo paralelo entre el Congo y Ruanda, prometiendo inversiones si se logra la paz, y Qatar auspicia conversaciones directas entre Kinshasa y el M23, con la expectativa de un acuerdo para mediados de agosto.

Tras el telón diplomático, grandes empresarios y fondos estadounidenses mueven ficha. Reuters revela el interés del inversor texano Gentry Beach, presidente del grupo America First Global y exfinancista de Donald Trump, quien encabeza un consorcio con intenciones de controlar la concesión minera de Rubaya, reservando el 30% de la operación para el Estado.

Detrás de la diplomacia y los intereses empresariales, la vida en Rubaya mantiene un tono dramático.

Gregory Mthembu-Salter, exfuncionario de Naciones Unidas y director de Phuzumoya Consulting, lamentó que los esfuerzos y reformas promovidos desde 2010 para limpiar la cadena de suministro hayan sido inútiles: “Quince años después, todo sigue igual”, indicó a Reuters.

Fuente: telam

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