10/08/2025
Andrea Longarela, la voz que transforma el romance en literatura emocional

Fuente: telam
La autora española explicó a Infobae el proceso de conectar con la esencia de sus historias y reivindicó la relevancia de crear seres humanos complejos
>Andrea Longarela es, para muchos lectores, sinónimo de Es autora de títulos como El faro de los amores dormidos, Te espero en el fin del mundo o Amor se escribe con H y otras maneras de decirte que te quiero, y es una de las voces españolas más queridas y seguidas deCon un impacto que cruza el charco, su obra traspasa idiomas y fronteras, y se adentra en el corazón de quienes buscan historias honestas, intimistas y llenas de humanidad.
La autora, que combina la sensibilidad literaria con una sólida formación en psicología, comparte cómo surgen sus historias, la importancia del simbolismo y los desafíos de enfrentarse a los propios miedos.
El nacimiento de una historia no sigue un camino lineal ni parte de un solo germen para Longarela. La autora explicó que las ideas llegan “desde aquí y allá un poco”, y que suelen convivir en su mente varios proyectos en distintos grados de maduración.
Algunas ideas, admitió, “todavía están muy verdes” y requieren tiempo para desarrollarse, mientras otras esperan el instante adecuado para florecer. “De repente todo encaja y es el momento para ese proyecto”, señaló la escritora.Según relató, el punto de partida fue un giro argumental fundamental: “Parto de ese giro de la historia, y a partir de ahí la fui envolviendo, encontrando un contexto, unos personajes que encajaran con lo que quería contar”. Para Longarela, ese momento en que “las piezas encajan” es el indicio de que la historia está lista para ser escrita.
Ella dejó en claro que muchas veces el proceso creativo implica aceptar la imprevisibilidad y permitir que las ideas se asienten hasta que “llega un momento en el que dices: ahora sí lo tengo, ya puedo empezar”. La intuición y el respeto por los tiempos internos aparecen como pilares en la manera en que la autora elige y da forma a cada proyecto.Al abordar el universo de sus personajes, Longarela sostuvo que la riqueza de matices es fundamental en sus novelas. Considera que la fuerza de una historia se asienta en personajes creíbles, alejados de los extremos y dotados de capas que los hacen sentir reales.La escritora defendió la importancia de construir seres humanos “que no sean blancos o negros, sino grises”, capaces de cambiar según las circunstancias, igual que ocurre en la vida real.
A propósito de Drake y Annie, protagonistas de Cuando despierten las flores, la autora contó que los creó en contraste: Drake parte de “un perfil muy cliché, de chico de éxito, carismático, un poco egoísta, narcisista, porque lo tiene todo. Pero la vida le hace tocar fondo y tiene que volver a conocerse”.
La oscuridad y la profundidad acompañan ese viaje de transformación del personaje. Annie, en cambio, “es un personaje muy luminoso”, pese a que también carga su propio equipaje emocional. El encuentro entre ambos produce una mezcla de “luces y sombras” que define la esencia de la novela.Cuando Longarela inició su camino como escritora, no imaginaba que sus historias trascenderían las fronteras de España. Admitió que ni siquiera esperaba captar lectores en su propio país, mucho menos llegar a lugares tan distantes.
“Me alucina que en Polonia una chica esté leyendo mi libro, me parece fascinante, como que me cuesta mucho aceptarlo porque no lo vemos”, confesó. A partir de la publicación de Te espero en el fin del mundo, sus libros cobraron gran popularidad en España y posteriormente conquistaron a lectores de toda Latinoamérica.El mundo literario, para ella, significa mucho más que una carrera: le dio amistades profundas y una red de apoyo esencial. Considera imprescindible contar con personas del entorno creativo “con las que poder desahogarse y compartir”, ya que existen aspectos del proceso difíciles de comprender para quienes no lo experimentaron desde dentro.
Un ejemplo emotivo de este compañerismo es el prólogo que Kellen escribió para Los veranos olvidados. “Ese prólogo me lo escribió en 2016, antes de que ella fuera lo que es ahora. Ya había publicado pero había salido solo una novela o dos en editorial, no estaba con Planeta, era hace muchísimos años. Me escribió ese prólogo porque yo la autopubliqué en Amazon esa novela”.
A pesar de una trayectoria consolidada y el reconocimiento recibido, Andrea admite que cada proceso creativo conlleva nuevos desafíos. Durante la escritura de Cuando despierten las flores, el inicio resultó especialmente exigente debido a la presión interna y las expectativas externas.En la primera mitad del proceso, Longarela atravesó intensos periodos de duda e incertidumbre, y en varios momentos pensó en abandonar el proyecto. Sin embargo, explicó que todo cambia cuando surge el “enganche” con la historia: “llega un punto en que te enganchas, y de repente estás dentro”.
Longarela remarcó la importancia de la documentación previa y una planificación mental cuidadosa antes de iniciar la escritura. Aseguró que, al sentarse a escribir, ya desarrolló gran parte del trabajo conceptual en su mente.
El síndrome del impostor es, para ella, una batalla diaria. “Intento quitarme esa máscara que me está diciendo todo el rato que no vale la pena. Dejo distancia con el texto y lo vuelvo a leer como si no fuera mío”, relató. Su desafío es balancear la autoexigencia con la confianza, aceptando que la subjetividad de los lectores impide satisfacer todas las expectativas.
A pesar de que no planea volver a ese género en el corto plazo, no descarta adentrarse en distopía o novela negra en el futuro. Varios proyectos permanecen reservados, esperando la oportunidad editorial adecuada.
Longarela defendió el valor del romance como género literario y su capacidad de transformación en los últimos años. Explicó que, aunque el amor es una temática universal, sus novelas buscan ir más allá de la historia romántica tradicional para enfocarse en los sentimientos desde distintos ángulos.
A juicio de Longarela, la novela romántica en España vivió una importante diversificación. Lejos de seguir patrones fijos o fórmulas predecibles, hoy el género abarca una enorme variedad de historias y miradas. “Ahora hay muchísima variedad. Ya no son dos personas que se conocen, se enfadan y se arreglan, como se definía injustamente antes. Hay historias de todo tipo y se puede escribir sobre cualquier tema dentro del romance”, aseguró.
Este paralelismo funciona como reflejo de los protagonistas. “A veces las personas nos sentimos como debajo del hielo, aislados, congelados, hasta que te atreves a romper el hielo y las flores despiertan cuando llega la primavera. Todo es simbólico”.
La formación en Psicología de Andrea resulta evidente en la profundidad y autenticidad emocional de sus personajes. Aunque nunca ejerció clínicamente, la autora reconoce que sus años de estudio marcaron su manera de construir historias y, sobre todo, seres humanos complejos.
Longarela destacó que el conocimiento adquirido le permite abordar asuntos delicados, como el duelo o la culpa, desde una perspectiva honesta y realista. Es un desafío al que se enfrenta especialmente en Cuando despierten las flores, donde el “sentimiento de culpa” es el eje que moviliza al protagonista.
Para ella, la escritura implica ponerse en la piel del otro, mirar con distintas gafas y atravesar incluso las emociones incómodas. Cree que ese es uno de los grandes aportes de la psicología a la literatura: la capacidad de empatizar y comprender las distintas fases emocionales de una persona.
Fuente: telam
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