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21/07/2025

La belleza de la semana: los valores de la amistad, retratados en la pintura

Fuente: telam

Compañerismo, empatía, apoyo, complicidad son algunos de los sentimientos que emanan este gran vínculo humano. Un recorrido por obras que revelan su importancia en nuestras sociedades a lo largo del tiempo

>La amistad ocupa un lugar central en la experiencia humana. No solo hoy; siempre. De tal modo que es una inspiración inagotable para pensadores, escritores y artistas. El filósofo griego Aristóteles definió la amistad como “un alma que habita en dos cuerpos”. Se trata de un vínculo que une a las personas más allá de cualquier lazo sanguíneo. Cicerón la describió como “el sol de la vida”, una relación imprescindible para atravesar los días felices y las adversidades con la complicidad irreemplazable del otro.

La pintura también ha abordado la amistad en distintas épocas, explorando los matices de este vínculo a través de imágenes que capturan gestos, miradas y escenas cotidianas. Desde el mundo antiguo hasta el arte contemporáneo, numerosos cuadros registraron la intimidad y la fuerza del lazo amistoso. Un recorrido visual por estas obras permite descubrir cómo los artistas buscaron plasmar en el lienzo la belleza de la amistad.

Amistad, obra realizada en 1896 por el belga Jef Leempoels, forma parte de la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. En la pintura se observa a dos hombres que se toman de la mano y dirigen la mirada hacia el espectador. La composición pone el acento en la unión y la comunión de sentimientos, transmitiendo una idea de fraternidad y confianza mutua. La elección del gesto y la sobriedad cromática remiten a la profundidad del vínculo que se representa.

Leempoels se inspiró en la iconografía de La mujer barbuda de José de Ribera, aunque en su versión masculina eliminó toda referencia histórica explícita y enfocó la escena en el contacto físico y emocional entre los personajes. La obra fue exhibida en el prestigioso Salón de la Société Nationale des Beaux-Arts de París en 1897. Allí, la crítica destacó la evocación de las antiguas tradiciones flamencas en el estilo de Leempoels, cuyo trazo y composición se alejan del gusto francés contemporáneo.

Dos Amigas de Max Volkhart exhibe una escena de compañerismo femenino en un entorno apacible y cotidiano. El pintor alemán, conocido por sus retratos y escenas de género del siglo XIX, captura la intimidad entre dos mujeres sentadas juntas, enfrascadas en un instante de diálogo y calma compartida. La composición transmite una sensación de confianza, mostrando la importancia del apoyo mutuo en la vida cotidiana.

El encuentro entre las protagonistas resalta valores como la lealtad, la comprensión y la solidaridad. Este cuadro pone el foco en la amistad entre mujeres como un refugio ante las adversidades y un espacio de contención emocional. Las miradas y gestos sutiles sugieren una conexión profunda, donde la expresión y el silencio cobran igual relevancia en la construcción del vínculo amistoso.

Una de las obras menos conocidas de Pablo Picasso es Amistad (1908), la cual representa un hito temprano en la evolución del cubismo. En la escena, dos figuras se abrazan y fusionan sus formas, sugiriendo la proximidad y la intimidad que define el vínculo amistoso. La geometrización de los cuerpos y la fragmentación del espacio revelan la experimentación de Picasso con el lenguaje cubista y una búsqueda por captar la esencia de la relación humana.

A diferencia de otras imágenes más célebres de Picasso, Amistad se mantiene en los márgenes de su producción, lo que la convierte en una pieza singular dentro de su vasto repertorio. El uso de planos quebrados y la paleta de tonos terrosos construyen un clima de recogimiento y calidez, aunque el dibujo esquemático y las máscaras en los rostros desafían el sentimentalismo directo. La cercanía física de los personajes y sus manos entrelazadas enfatizan el apoyo y la unión que define a la amistad.

El cuadro Viejos amigos de Cristobal De Antoni muestra a dos hombres mayores compartiendo una conversación en un ambiente elegante, rodeados por una decoración que remite a la Europa de finales del siglo XIX. Sentados uno frente al otro en sillones tapizados, sus gestos y posturas sugieren la familiaridad de muchos años de confidencias y vivencias compartidas. En la mesa entre ambos se observa una cafetera y tazas, símbolo de la hospitalidad y los rituales cotidianos que alimentan el vínculo amistoso.

La escena destaca la intimidad del encuentro, sostenida en la serenidad de quienes han atravesado juntos el paso del tiempo. Las miradas transmiten comprensión y complicidad, enmarcadas por una luz cálida que refuerza el clima acogedor. Los detalles en la vestimenta y el mobiliario refuerzan la importancia del momento: la amistad se presenta como un refugio, un espacio donde la confianza se renueva con cada charla.

Double Dutch, de Phyllis Stephens, ofrece una mirada contemporánea a la amistad a través del juego infantil en la calle. En la obra, un grupo de niñas salta la soga en plena ciudad, enmarcando la alegría compartida y la confianza mutua que surgen en los vínculos tempranos. El uso del color, las texturas y la composición transmiten dinamismo, vitalidad y la fuerza colectiva que caracteriza a la amistad en la infancia.

Phyllis Stephens, artista estadounidense reconocida por sus quilts y escenas de la vida cotidiana afroamericana, plasma en Double Dutch la importancia de la cooperación y el apoyo entre compañeras. Las niñas sincronizan sus movimientos y se acompañan, mostrando cómo la amistad se consolida a partir del juego, la complicidad y el respeto. El trabajo artesanal de Stephens subraya la calidez y la cercanía de esos lazos forjados en la simpleza del día a día.

Fuente: telam

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