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14/07/2025

La cruzada de vecinos detrás del caso de un joven que vivía en la calle con sus tres perros y quedó internado en un neuropsiquiátrico

Fuente: telam

Loquillo, Bambino y Cuco eran la familia de Martín, el joven que luego de una consulta médica quedó bajo atención psiquiátrica en el hospital Borda. Su salud, el vínculo con los animales y el relato de los vecinos que acudieron en su ayuda

>No hay certeza sobre cuánto tiempo Martín vivió en situación de calle en la esquina de Callao y Sarmiento, en plena ciudad de Buenos Aires. Como podía, cada noche se resguardaba junto a sus tres perros utilizando un carro, intentando protegerse del frío y de la dureza de la vida en la intemperie.

A pesar de su vulnerabilidad, Martín se las ingenió para que uno de los perros recibiera atención veterinaria cuando enfermó. “En ese momento se dio cuenta de que no iba a poder seguir teniendo a los tres. Me apenó verlo así, y le dije que no pensara de esa manera. Por suerte, el perrito se recuperó, empezó a comer más sano, y él se preocupaba por darle un alimento específico”, detalla la mujer que desde que lo conoció no dudó en brindarle ayuda.

Aunque como primera medida María Eugenia decidió llevarse a los tres perros (que habían quedado atado en una reja), no es posible tenerlos con ella y ante la incertidumbre sobre el futuro de Martín, inició una búsqueda de adoptantes responsables, idea que cuenta con la autorización de un familiar del joven. “Ojalá alguien pueda adoptarlos juntos, porque ellos se protegen entre sí”, se esperanza.

Durante más de un año y medio, María Eugenia conoció y acompañó de cerca la vida de Martín. Todos los jueves y viernes, cuando salía de su trabajo, se acercaba a esa esquina para saludarlo y verificar que él y sus tres perros estuvieran bien. “Me acerqué a él por los perros y le pregunté si necesitaba algo, y me respondió que estaban vacunados y desparasitados”.

Martín vivía en un carrito, un improvisado refugio que usaba para protegerse de la lluvia y el frío junto a sus tres compañeros inseparables. A pesar de no tener un techo fijo, organizaba su espacio con orden y dignidad. Vendía turrones y pañuelos descartables para subsistir, mientras cuidaba de sus perros como si fueran su familia. “Ese lugar era como su motorhome. Tenía todo lo que podía tener en ese carrito. De alguna manera, era su lugar”, cuenta.

A lo largo del tiempo, la mujer entabló con él una relación de confianza: le acercaba comida, mantas, zapatillas, correas, collares y elementos para los animales. También lo ayudó cuando uno de los perros enfermó: “Lo llevó al Pasteur y le dijeron que tenía gastritis. Le prometí que le iba a alcanzar arroz y pollo para que comiera lo que le indicó la médica. Se preocupaba mucho por su salud, quería que comieran bien aunque ni él lo hiciera...”, recuerda apenada.

Intentando no quebrarse, María Eugenia no se cansa de repetir lo bien que estaban los animales. “Él se preocupaba por no cambiarles el alimento para que no se enfermaran. En medio de su situación, él les dio lo mejor que pudo. Nunca los usó para dar lástima. Era evidente que los quería de verdad”.

El 18 de junio, Martín tenía una cita médica en el Hospital Borda. Le pidió a María Eugenia que lo ayudara quedándose con sus perros por unas horas porque él pensaba que sería un trámite más y, como cada vez que debía hacer algo, acudía a su buena amiga; quizás la única persona que lo vio entre tanta gente. El punto de encuentro fue la esquina de Figueroa Alcorta y Facundo Quiroga, donde él solía dormir. “Se puso una camisa, pantalón, campera, zapatos. Se vistió dentro del carro y se fue a la entrevista médica”.

Desesperada, intentó comunicarse con el hospital psiquiátrico, pero no obtuvo información precisa porque no es familiar. La única indicación que recibió fue que llamara al 911, que nunca acudió al lugar.

“Los perros estaban atados a la reja de la Facultad de Derecho, con frío, sin comida, sin saber qué iba a pasar con ellos”, recuerda Frías. En ese contexto, decidió subir un video a TikTok pidiendo ayuda. “Era lo único que podía hacer. Estaba sola, con tres animales que no eran míos, en medio de la ciudad”.

Esa noche, y los días siguientes, fueron caóticos. “No me arrepiento de haberlos llevado, pero fue un mundo de caos. Por suerte, esto pasó antes de que llegara el frío polar. Ahora, los tres están a salvo en un pensionado, y Martín, al menos, está contenido y con tratamiento médico. Aunque no se sabe cuánto tiempo estará internado, se estima que sean varios meses”.

La publicación que hizo en las redes sociales generó una cadena de solidaridad inmediata. Hubo personas desconocidas que comenzaron a contactarla para ofrecer comida, correas, mantas y dinero para los cuidados de los perros. “Una chica rescatista, Lucila, se comunicó conmigo. Estaba retirada por un tema de salud, pero me dijo que en casos extremos como este trataba de ayudar”, cuenta agradecida por el gesto.

En ese espacio, los perros están protegidos, bien alimentados y supervisados. Fueron desparasitados, vacunados y pronto recibirán nuevos controles veterinarios. Aunque el lugar no es lujoso, tiene espacio, resguardo y compromiso. “Lo importante es que estén bien. Nadie espera un hotel cinco estrellas. Solo que estén a salvo y cuidados”, dice.

La colaboración para los canes llegó también con ropa, collares, correas, y comida especial para mantener su salud. María Eugenia se sorprende por el nivel de compromiso espontáneo de personas que jamás había visto en su vida. “Es increíble lo que generó esta historia. Recibí respuesta inmediata y hubo una red que los sostuvo en el peor momento”, destaca emocionada.

Martín permanece internado en el Hospital Borda tras un episodio de delirio de persecución que motivó su ingreso por orden judicial. Su diagnóstico requiere tratamiento psiquiátrico y contención antes de considerar una eventual salida o derivación a un hogar de tránsito. Aunque no conocen los detalles clínicos por cuestiones de confidencialidad, María Eugenia recibió un mensaje de audio suyo durante la internación, en el que preguntaba por sus perros. “Estaba muy dopado, le dije que estaban bien”, dice. La familia del joven no se involucró: un hermano se contactó brevemente por TikTok, pero no quiso intervenir.

Los tres perros —dos machos y una hembra— vivieron por meses. Por eso, dice que lo ideal sería que fueran adoptados en conjunto: “Son una familia. Separarlos sería romper ese vínculo”. El grupo de padrinos que apoya económicamente el día a día mantiene el objetivo central: darles un hogar definitivo. “Esto me atravesó. Están vivos, están cuidados. Ahora falta el paso final: encontrarles una familia”. También espera que, con el tiempo, Martín logre recuperarse y rehacer su vida.

Fuente: telam

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