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04/07/2025

Nunca ocurrió, pero se convirtieron en mito: 8 relatos que moldearon la memoria colectiva y la historia

Fuente: telam

Desde la estatura de Napoleón hasta los 300 espartanos, existen “verdades” que distan de ser hechos comprobados. Cómo fueron estos eventos en realidad

>El imaginario colectivo suele estar plagado de historias que, aunque repetidas durante generaciones y asumidas como verdades, distan mucho de ser hechos comprobados.

Uno de los casos más extendidos involucra a Es más, un estudio publicado en la revista académica French History, editada por Oxford University Press, no solo ratifica la estatura del francés, sino que asegura que esta idea fue incentivada por la propaganda británica posnapoleónica. El artículo analiza cómo la imagen de un Napoleón “bajo” fue una construcción deliberada para socavar su figura política, pese a que su estatura era perfectamente estándar para su época.

Vale aclarar que la confusión se debió a la diferencia entre las unidades de medición inglesas y francesas: la pulgada de Francia era ligeramente mayor. Esto provocó errores de conversión cuando medios británicos divulgaron su estatura. Aunque la evidencia histórica desmonta este mito, la representación del “Napoleón pequeño” persiste en la cultura popular y hasta originó expresiones como “complejo de Napoleón”, que hace alusión a la supuesta baja autoestima de las personas de poca estatura.

El conocimiento escolar sobre grandes figuras de la ciencia también fue terreno fértil para la invención y Albert Einstein no fue la excepción, ya que fue catalogado como un genio distraído y torpe para las matemáticas. Lo cierto es que, si bien reprobó un examen de admisión a la universidad de Zurich cuando tenía 16 años, ello no se debió a dificultades con los números, sino a que aún no dominaba completamente todos los temas exigidos, especialmente los ajenos a las matemáticas y la física, disciplinas en las que siempre mostró una destreza fuera de lo común.

En tanto, desde la página oficial de los Premios Nobel se afirmó que Einstein, a los quince años, ya dominaba el cálculo diferencial e integral. Una argumentación que se basa en documentación académica verificada por la propia fundación sueca y refuta el mito persistente de que alguna vez fue “malo para las matemáticas”.

El mito en torno a las brujas de Salem es quizás uno de los más tétricos. La imagen recurrente habla de mujeres condenadas a la hoguera en 1692, pero los hechos documentados difieren radicalmente. Según consignó National Geographic, de las aproximadamente 150 personas acusadas de brujería en Salem y otros pueblos de Massachusetts, solo 20 fueron sentenciadas a muerte y ninguna fue quemada.

En el caso del Gran Incendio de Roma en el año 64, la narrativa popular señala a Nerón como aquel que “tocó la lira” mientras la ciudad ardía. Este relato, tan dramático como influyente, pierde fuerza bajo la luz de la historia. Escritores contemporáneos del emperador, como Tácito, sostienen que el emperador no estaba en Roma cuando empezaron las llamas, sino en Antium.

En ese tono, un análisis desarrollado en el libro Rome Is Burning, publicado por Princeton University Press, detalla que el relato sobre la lira fue una construcción posterior y que las fuentes contemporáneas no solo advierten que Nerón no se encontraba en Roma, sino que regresó para coordinar la ayuda. ¿Otro detalle? La lira como instrumento ni siquiera existía en ese momento histórico.

Las historias épicas también sufrieron adaptaciones y distorsiones. En la célebre batalla de las Termópilas, la imagen de Leónidas luchando contra el ejército persa con únicamente 300 espartanos resulta limitada. Aunque sí comandaba a esos soldados, en realidad estaba al frente de una coalición griega compuesta por hombres de Tebas, Tespias, Corintia y otras ciudades.

Otro símbolo icónico de la cultura occidental, el casco con cuernos de los vikingos, tampoco tiene respaldo arqueológico. Los yelmos usados por los guerreros escandinavos eran sencillos y funcionales, sin elementos decorativos tan poco prácticos como los cuernos, que hubieran limitado movimientos y representado un peligro en combate. La imagen de los cascos con cuernos nació en el siglo XIX, impulsada por producciones teatrales y poéticas que buscaban añadir dramatismo a la figura de los vikingos.

El exceso atribuible a los banquetes romanos incluye la creencia de que los asistentes vomitaban de forma deliberada para seguir comiendo. Esta idea, generalizada pero errónea, confunde el término “vomitorio”—las amplias salidas de los estadios romanos—con una costumbre grotesca que no encuentra sustento en las fuentes de la época. Los romanos no interrumpían sus comidas para vomitar; más bien, valoraban la abundancia y el tiempo en la sobremesa.

Mary Beard, en un libro publicado por Harvard University Press, confirma que el “vomitorium” era un término estrictamente arquitectónico y que jamás se asoció en la antigüedad con prácticas alimentarias.

Por último, el relato de Lady Godiva cabalgando desnuda por las calles como símbolo de rebeldía contra los impuestos opresivos no tiene base en registros de su época. Si bien su figura existió en Inglaterra, la historia de su famoso recorrido aparece por primera vez en crónicas y poemas escritos dos siglos después.

La historia no está libre de distorsiones y relatos ficticios que pueden sobrevivir siglos. Cada mito desafía la capacidad de distinguir entre lo que realmente ocurrió y lo que solo existió en la imaginación colectiva.

Fuente: telam

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