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01/07/2025

“Por favor, dejá este trabajo”, el pedido de la madre de la enfermera que murió al estrellarse el avión sanitario en el que viajaba

Fuente: telam

Denise Torres García perdió la vida junto a otros tres tripulantes de la aeronave que se estrelló en Río Grande el 1 julio de 2022. Tenía 30 años

>“Mamá, ya dejamos al paciente en el hospital. Ya vuelvo”, escribió Denise Torres García. El 1 de julio de 2022, Mónica Ferrara (la madre) trabajaba desde su casa. Tenía la televisión encendida, haciéndole compañía, mientras esperaba el llamado de su hija, ese en el que le avisara que ya había aterrizado y le contara cómo había sido el traslado aéreo del bebé de cinco meses que había llevado en brazos durante el trayecto entre Buenos Aires y Río Grande. La negligencia lo impidió.

“No fue un accidente, porque pudo haberse evitado”, dice Mónica, que supo del triste final porque una amiga la llamó para preguntarle por Denise. Estaba mirando en la tevé una noticia que daba cuenta del estallido de la aeronave. “Empecé a mandarles mensajes y ya no le llegaban”, revive, quebrada.

Era enfermera pediátrica y tenía un deseo: ingresar al Hospital Garrahan. Se lo había propuesto y estaba estudiando para postularse y cumplir ese sueño. Incluso había llevado sus apuntes al traslado que le tocó hacer aquel 1° de julio. Para ella no había tiempo que perder. Había crecido con una enseñanza clara: que la vida es ahora, que siempre hay que luchar por los propios anhelos y ayudar al otro cada vez que se pueda.

“Estaba estudiando Medicina en la UBA cuando su novio murió en un accidente vehicular. Quedó destrozada. Había hecho un CBC perfecto, con muy buenas notas; la cursada la llevaba impecable. Pero perder a su novio de esa manera fue muy duro para ella. Dejó todo en pausa, por un tiempo”, cuenta Mónica. “Jugaba al hockey, al futbol, cantaba —estaba grabando sus canciones—, iba a dar clases a los chicos del Barrio Mujica, tocaba el piano y la guitarra, y estudiaba mucho…”.

Respetó sus tiempos y, un día, decidió retomar no solo sus actividades, sino también dedicarse de lleno a lo que amaba hacer. “Me dijo que iba a volver a estudiar, pero no Medicina: que se cambiaría a la Licenciatura en Enfermería, porque eso la acercaba más a las personas. Quería ser enfermera pediátrica para estar cerca de los pacientitos y sus familias”, relata su madre.

“Ella manejaba moto y, a veces, cuando venía a casa a visitarme, la veía sacarse el casco con los ojos todos llorosos. Era porque un paciente oncológico había muerto, o porque alguno no estaba bien. Hablaba mucho con ellos, los hacía cantar, buscaba la manera de hacerlos sentir bien. También acompañaba mucho a las mamás y a los papás”, destaca su madre sobre la inmensa labor de la joven, que murió antes de cumplir 31 años.

Ese amor que Denise daba le era retribuido. Cuando estaba de franco, atendía las videollamadas que le hacían sus compañeros porque alguno de los pequeños pacientes quería hablar con ella o verla. “Y ella dejaba de hacer lo que estuviera haciendo, no le importaba nada más que verlos y hablarles. Nunca le importó que fuera su día de descanso”, dice Mónica.

En ese triste momento, también la despidieron sus compañeros del Partido Obrero, donde militaba causas sociales. Dijeron: “Denise era una compañera que formó parte de la UJS. Militó en la Facultad de Ciencias Sociales y durante muchos años en la carrera de Enfermería de la UBA, en la agrupación El Frente. Fue una defensora tenaz de la profesionalización de la carrera, siempre luchando contra las injusticias hacia Enfermería. En el último tiempo se recibió de licenciada y apostaba a seguir formándose como docente. También era amante del deporte, formando parte de diferentes equipos de hockey y de fútbol de la UBA, durante muchos años. Daba clases y formación para los más pequeños. Apasionada con sus amigos, una luchadora que apostaba a un cambio social siempre en favor de los trabajadores y los más débiles”.

Aquel 1° de julio, Mónica estaba concentrada en su trabajo cuando recibió una llamada. Era una amiga. “Moni, ¿dónde está Denise?”, le preguntó. Sabía que, desde hacía tres meses, la joven trabajaba como monotributista para una empresa de vuelos sanitarios, y estaba viendo en un canal de noticias que“Le dije que Denise estaba en Río Grande y que me había avisado que ya estaba volviendo... ‘¿Qué pasa? ¿Por qué me preguntás?’, le dije. Y me respondió: ‘Quedate tranquila, estamos averiguando’. Entonces, giré la cabeza, vi la tele prendida y apareció la imagen del accidente... ¡Fue el peor día de mi vida! ¡El peor día de mi vida! ¡No lo podía creer! Empecé a mandarle mensajes a Denise y ya no le llegaban...”, recuerda Mónica. Su voz se quiebra. Se toma unos segundos y admite que recién ahora puede contarlo sin derrumbarse. Dice que eso se lo debe al grupo Renacer, que reúne a madres y padres que enfrentan la muerte de sus hijos.

Lo que más la indigna, asevera, es la falta de contención institucional tras la tragedia. “Nadie, de ningún lado —ni la policía, ni ninguna autoridad— me llamó para avisarme. Me enteré por esa amiga y por lo que vi en la tele. Después, cuando ya se sabía todo, tampoco me llamaron. Nunca me comunicaron oficialmente nada”.

Mónica aclara que ni siquiera recibió una compensación simbólica. “Esto es lo que menos me importa, pero muestra la clase de gente que son: ni siquiera abonaron los vuelos que hizo mi hija. Nada”.

En ese momento de duelo, decidió pagar un mes más de alquiler para ser ella quien sacara las pertenencias de su hija del departamento, ubicado a cinco cuadras de su casa.

Más de una vez, Mónica sintió ganas de “tirar la toalla”, admite, pero una fuerza inexplicable la hace seguir. No lo duda: es el amor y la fuerza de Denise, la joven que nació el 31 de agosto de 1991 y que fue una beba muy esperada.

Antes de empezar a volar, Denise se formó en un hospital y luego entró a trabajar el área de Terapia Intensiva Pediátrica del Sanatorio Finochietto. Pero el trabajo durante la pandemia de coronavirus la agotó.

Denise tenía pensado dejar el trabajo: el 4 de julio de 2022, tenía un examen para evaluar sus condiciones para ingresar al Garrahan. En el vuelo de ida comentó que se estaba preparando para eso y que si se retrasaba la vuelta, aprovecharía para estudiar.

Ese 1 de julio de 2022, un avión sanitario Learjet 35A de la empresa Flying America, contratado por la firma ADER/MD FLY Servicios Aéreos —especializada en traslados de pacientes— partió desde San Fernando, en el norte del conurbano bonaerense, con destino a la ciudad de Río Grande, en Tierra del Fuego. El objetivo del viaje era trasladar a un bebé junto a sus padres.

La Junta de Seguridad en el Transporte (JST) —organismo dependiente del Ministerio de Economía— presentó recientemente su informe final. El documento señala omisiones en los controles periódicos de mantenimiento y recomienda al fabricante “modificar el manual de operación” del modelo Learjet 35A.

Denise trabajaba en la unidad de terapia intensiva pediátrica del Sanatorio Finochietto, en la Ciudad de Buenos Aires y era fanática de Racing. “Tenía toda la vida por delante”, dice con pena Mónica. “Como familiares, nos sentimos desamparados. Le faltan el respeto a las víctimas y a nuestras familias. Hace tres años que esperamos algún avance. Es muy desgastante y, mientras tanto, los responsables siguen como si nada. Hay mucha impunidad”, agrega.

“Elegimos confiar en que tanto el abogado Francisco Ibarra como la fiscalía y la jueza Borruto nos devuelvan la esperanza de que, al menos una vez, no gane la impunidad”, confía Mónica.

*La familia abrió una petición en la plataforma Change.org para pedir

Fuente: telam

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