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06/06/2025

Misterio, arte y vandalismo en Marsella con la nueva creación de Banksy

Fuente: telam

La aparición del mural frente al mar desató reacciones intensas entre vecinos y turistas luego de que fuera intervenido con spray y limpiado al amanecer siguiente

>La más reciente obra del El mensaje parecía contener una declaración íntima o tal vez un comentario sobre la percepción ajena. La obra no tardó en ser atribuida al famoso artista británico tras aparecer sin anuncio previo en su cuenta oficial de Instagram, como acostumbra.

Pero en menos de 48 horas, el mural fue blanco de una burla visual: en la madrugada del domingo 1 de junio, alguien lo intervino con spray violeta, pintando dos formas testiculares a ambos lados del faro, con la clara intención de convertir la imagen en un falo.

La respuesta fue casi tan rápida como el ataque. Ese mismo domingo por la mañana, Agnès Perrone, restauradora especializada en patrimonio, acudió al lugar y logró limpiar la pintura obscena sin afectar el mural. “Todavía no había hecho efecto el barniz protector anti-graffiti”, explicó Perrone a AFP, mientras aseguraba que en Marsella “es un deporte nacional combatir los tags”.

El incidente no es menor: la intervención vulgar no solo alteró el sentido visual de la obra, también provocó una reacción colectiva entre vecinos, turistas y defensores del arte callejero, quienes valoran la obra como un regalo inesperado en el espacio urbano.

Hablar de Banksy es hablar de uno de los mayores enigmas del arte contemporáneo. Su identidad se mantiene desconocida, y los rumores van desde que se trata de un solo artista británico hasta la posibilidad de un colectivo. El hecho es que sus primeros trabajos aparecieron en Londres, pero su rastro alcanzó todo el mundo: desde el muro de Cisjordania hasta Chiapas, pasando por París, Nueva York y ahora Marsella.

Influenciado por el pionero del estarcido Blek Le Rat, el situacionismo y la iconografía pop, Banksy combina ironía, crítica social y una estética reconocible al instante. Sin embargo, no está exento de contradicciones. Aunque su obra satiriza el consumismo y las estructuras de poder, muchas de sus piezas se venden en casas de subasta por millones de dólares.

Lo que comenzó como arte subversivo callejero fue absorbido por el mercado que pretendía criticar, en una paradoja que recuerda lo sucedido con figuras como el Che Guevara o los Sex Pistols, cuyo potencial contestatario terminó empaquetado y monetizado.

La breve historia del mural en Marsella reabre el viejo debate sobre los límites entre el arte, la intervención urbana y el vandalismo. ¿Es legítimo modificar o apropiarse de una obra callejera anónima? ¿Hasta qué punto el arte urbano puede o debe ser protegido como patrimonio?

El mural restaurado volvió a convertirse rápidamente en punto de atracción. Decenas de personas se congregaron ese domingo para fotografiarlo, ahora con una historia detrás. Sin embargo, las autoridades locales no emitieron declaraciones, y la seguridad del lugar sigue dependiendo más del respeto colectivo que de una política cultural organizada.

Banksy desafía las lógicas del sistema artístico tradicional: expone en la calle, elige el anonimato, y deja que su obra hable —o sea vandalizada— sin protocolos ni curadores. Pero esa misma estrategia lo coloca en una zona ambigua: ¿es un rebelde que utiliza el mercado para amplificar su mensaje, o un símbolo más del arte domesticado por el capital?

Lo cierto es que, en Marsella, su mural sobrevivió al ataque. Y en el proceso, recordó que el arte callejero no solo pertenece a quien lo crea, sino también a quienes lo ven, lo discuten… y a veces, lo restauran.

Fuente: telam

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