15/05/2025
Gabriel Levinas presenta a cinco jóvenes artistas en el Recoleta

Fuente: telam
El crítico y coleccionista es el curador de la muestra “Dar una vuelta y ver que hay”, que inaugura esta tarde con obras de Candelaria Aaset, Eunice Balbi, Lina Cameli, Lucía Erijimovich y Martina Servio Olavide
>“Se me ocurrió hacer una cosa que va en contra de las formas habituales de la curaduría”, dice Gabriel Levinas, crítico, curador y coleccionista, del otro lado del teléfono, a horas de inaugurar la muestra Dar una vuelta y ver que hay en el Centro Cultural Recoleta.
Hoy, 15 de mayo, a las 18 horas, en la sala 13 del Centro Cultural Recoleta, se exponen obras de Candelaria Aaset, Eunice Balbi, Lina Cameli, Lucía Erijimovich y Martina Servio Olavide. Se las puede ver hasta el 15 de junio.
>La primera elección fue Lina Cameli (Villa Constitución, Santa Fe, 1997), ”una chica que trabajaba con la madre y que sacaba basura del río Paraná en la altura de San Nicolás y convertía eso en obras de arte. Recogía la basura que llegaba a las playas o que estaba flotando y hacía joyas. Cuando no era metal hacían unos cuadros. Me pareció la idea buena más allá de la calidad pictórica, que es buena además también. Pero básicamente me pareció que era una propuesta interesante >Eunice Balbi (Buenos Aires, 1999), cuenta Levinas, “es una chica que tiene más de 200.000 seguidores en Instagram, pero son seguidores que están porque ella habla de arte: gente que ella logró interesar. Y ella hace pequeños relatos de personajes importantes de la historia del arte. Habla de distintos temas con muchísima soltura y buena onda y cierta insolencia. Es una pendeja: 23, 24 años. Y después, cuando me puse a mirar lo que pinta, pinta bien”.“¿Viste que vos podés comprar un pedazo con un token de un cuadro, en internet, un cuadro virtual y tenés el 1%, el 5%? Martina Servio Olavide (Córdoba, 1996) hizo un cuadro de diez metros de largo y vos te podías cortar con una trincheta el pedazo que te gustaba, y te lo llevabas con la condición de que si lo necesitaba para después hacer una muestra con el cuadro completo volvías. Y para tapar el agujero hacía una especie de tejido. Me pareció muy divertida la idea: es conceptualmente muy fuerte. Después cuando fui al taller de la mina, resulta que era muy buena escultora, muy buena pintora, muy buena dibujante, ceramista. Una mina muy preparada. A Lucía Erijimovich (Buenos Aires, 2000) llegó porque vio su obra en el Barrio Joven de arteBA: “Vi que tenía mucha polenta, pero que además tenía una especie de condimento judío. Yo soy judío. Me pareció que tenía olor a la comida de la bobe, de la abuela”.Eran esas cuatro artistas inicialmente: el equipo estaba completo, pero “resulta ser que Eunice, la que tiene 200.000 seguidores, me dice que ella se sentía un poco distinta a las otras tres, que son minas de guita, buen pasar, qué se yo”, dice Levinas. Ahí se acordó de “una chica que vive en un monte, que no tiene un mango, que hace cosas buenísimas”: María Candelaria Aaset, nacida en Río Gallegos en 1988 pero que vive y trabaja en Tilcara. “La invité a que exponga. Y le dije a Eunice que no me rompas las pelotas. Ya no es las más pobres. Y ahí quedó. Este el grupo de cinco”.“No sé si no perdí el ojo de lo nuevo. Por eso no busqué tanto lo estéticamente bien, que además son todas cosas que estéticamente están bien, sino que cada cosa tenga una propuesta que sea interesante en sí misma”, dice Levinas y agrega que “atrás de cada una de esas obras hay una persona inteligente, una persona creativa, una persona original”. También recordó que Eduardo Stupía o Víctor Grippo comenzaron a exponer con él, como tantos otros que hoy son muy reconocidos. “Un montón de chicos que empezaron conmigo y hacían dibujitos de mierda, pero eran muy talentosos. A Grippo lo empecé a exponer sin entenderlo. Por eso, ahora, traté de ser lo más abierto posible y usar mi memoria como filtro”, concluye.
Fuente: telam
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