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08/05/2025

Día de la Virgen de Luján: el largo viaje desde Brasil y el carro que se detuvo en la pampa bonaerense

Fuente: telam

El 8 de mayo se celebra a la patrona de la Argentina. Cómo era la primera imagen y los cambios en la vestimenta para preservarla

>El 8 de mayo es la fiesta de Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina. La imagen de la Virgen de Luján es una pequeña escultura de 38 centímetros de altura, realizada en terracota (arcilla cocida) en el Valle de Paraíba, en San Pablo, Brasil, una región conocida en el siglo XVII por su producción de esculturas religiosas.

Originalmente, la imagen estaba policromada: su manto era azul, salpicado de estrellas blancas, y su túnica era de un tono encarnado (rojizo). Sin embargo, con el paso del tiempo, los colores originales se desvanecieron debido al deterioro natural de la terracota y a la exposición a los elementos durante los primeros años de su veneración.

La Virgen de Luján es conocida también como la “Virgen Gaucha”, apodo que refleja tanto el color oscuro de la terracota como su conexión con la vida rural de la pampa argentina. Su rostro de rasgos serenos y delicados y su simplicidad contrasta con la majestuosidad de la Basílica de Luján, construida en su honor a finales del siglo XIX y principios del XX.

El motivo principal para encerrar la imagen en un cofre de plata fue su fragilidad. La terracota, un material poroso y susceptible a la humedad, había comenzado a desintegrarse tras más de dos siglos de exposición. Además, la imagen había sido manipulada frecuentemente durante procesiones y traslados, lo que aceleró su desgaste. Salvaire, consciente de la importancia histórica y espiritual de la figura, buscó preservarla para las generaciones futuras.

La coraza de plata, diseñada para cubrir todo el cuerpo excepto el rostro y las manos, no solo protege la imagen, y le confiere un aspecto más solemne. Antes de aplicar la cubierta, se tomaron moldes de la imagen para permitir su reproducción auténtica, un detalle que el historiador Maqueda menciona en sus registros: “La decisión de Salvaire no solo salvó la imagen de la destrucción y permitió que su forma original se conservara en réplicas que hoy se veneran en todo el mundo”.

El Padre Salvaire también ornamentó la imagen con una rayera gótica en 1887, que lleva inscrita la frase: “Es la Virgen de Luján, la primera fundadora de esta villa”, tomada de un documento de 1755 que elevaba a Luján a la categoría de villa. Además, le añadió una aureola de doce estrellas, simbolizando la perfección y la realeza de María, y una corona imperial bendecida por el Papa León XIII durante la coronación canónica de la imagen el 8 de mayo de 1887.

Las vestimentas de la Virgen de Luján evolucionaron a lo largo de los siglos, reflejando tanto la devoción de los fieles como las tradiciones litúrgicas. En sus primeros años, la imagen no llevaba vestimentas adicionales, ya que su policromía original simulaba un manto y una túnica. Sin embargo, a partir de 1681, según registros del historiador Maqueda, se comenzó a venerar la imagen con vestimentas de tela, una práctica común en la iconografía mariana para resaltar la dignidad de la Virgen. En 1737, el Padre De Los Ríos estableció que el vestuario de la Virgen debía renovarse cada tres meses. Hoy el cambio del vestuario de la Virgen se realiza una vez al año.

Actualmente, la Virgen de Luján es vestida con un manto blanco y una túnica celeste, colores típicos de la Inmaculada Concepción. El manto suele estar bordado con hilos de oro y decorado con estrellas, en alusión a su advocación y el diseño va cambien de año en año de acuerdo a algún evento de importancia que se celebrará en el año, como ser un jubileo o una fiesta importante.

La Virgen de Luján no viajó sola desde Brasil en 1630. Junto a ella, en la misma carreta, venía otra imagen destinada a la estancia de Antonio Farías de Sá en Sumampa, en la actual provincia de Santiago del Estero. Esta segunda imagen, que representa a María con el Niño Jesús en brazos, llegó a su destino y se convirtió en la Virgen de la Consolación de Sumampa, una advocación venerada en el centro y norte argentino.

La historia comienza con el encargo de Farías de Sá, un hacendado portugués que residía en la región de Córdoba del Tucumán, entonces parte del Virreinato del Río de la Plata. Quería una imagen de la Inmaculada Concepción para su capilla en Sumampa, pero su amigo en Pernambuco, Brasil, le envió dos imágenes: una de la Inmaculada Concepción (la futura Virgen de Luján) y otra de la Maternidad de la Virgen. Ambas fueron colocadas en cajones y transportadas en una carreta desde el puerto de Buenos Aires. Sin embargo, al llegar a la actual localidad de Zelaya (Municipio de Pilar) en un paraje conocido como “Árbol Solo”, la carreta se detuvo inexplicablemente. Los troperos, tras varios intentos fallidos, descubrieron que la carreta solo se movía al retirar el cajón con la imagen de la Inmaculada Concepción, un hecho que los fieles interpretaron como un signo divino de que la Virgen deseaba quedarse allí.

La segunda imagen continuó su viaje hasta Sumampa, donde fue recibida por Farías de Sá. En 1670, se le construyó un templo, y la imagen fue venerada bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa. Aunque menos conocida que la Virgen de Luján, esta advocación tiene una profunda importancia en Santiago del Estero, donde se la considera protectora de los pobladores y un símbolo de consuelo en tiempos de dificultad. El historiador Federico Suárez señala en sus escritos: “La Virgen de Sumampa, aunque eclipsada por la fama de su compañera de viaje, representa un vínculo directo con las intenciones originales de Farías de Sá y con la devoción mariana del interior del Virreinato”.

La elección de esta fecha tiene una conexión simbólica con la cueva de Gargano, en Italia, un lugar sagrado asociado a la aparición de San Miguel Arcángel. El 8 de mayo es también el día en que la Iglesia celebra la aparición de San Miguel en el Monte Gargano, un evento que data del siglo V y que marcó el inicio de una devoción que se extendió por toda Europa. La cueva de Gargano, ubicada en la región de Apulia, se convirtió en un importante centro de peregrinación, y la fecha del 8 de mayo quedó asociada a la protección divina y a los milagros.

La relación entre la festividad de la Virgen de Luján y la cueva de Gargano radica en el simbolismo de la protección y la intercesión divina. San Miguel Arcángel es considerado un protector contra el mal, y su aparición en Gargano fue interpretada como un signo de la presencia de Dios en los lugares más humildes. De manera similar, la Virgen de Luján eligió quedarse en un paraje remoto a orillas del río Luján, un lugar humilde en medio de la pampa argentina, para proteger a los pobladores y convertirse en un faro de fe. Como se dijo una vez: “La Virgen de Luján, al igual que San Miguel en Gargano, representa la irrupción de lo divino en lo cotidiano, un recordatorio de que Dios elige a los pequeños para manifestar su grandeza”.

La celebración del 8 de mayo, que conmemora su coronación canónica, tiene un eco simbólico en la cueva de Gargano, uniendo la devoción a la Virgen de Luján con una tradición milenaria de protección divina. Su Basílica, un monumento de estilo neogótico, sigue siendo un faro para millones de peregrinos que, cada año, acuden a ella en busca de consuelo y renovación espiritual.

Fuente: telam

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