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07/05/2025

El día que tres soldados salvaron a un árbitro de ser linchado en el Parque Independencia

Fuente: telam

El juez Osvaldo Cossio fue atacado por violentos hinchas de Newell´s tras un partido frente a San Lorenzo. Crónica de una jornada que casi termina en tragedia

>Era la fecha 25 del torneo de 1946 y en Rosario se viviría una jornada triste, que quedaría grabada para siempre en la memoria del fútbol argentino.

El arranque del partido fue eléctrico. San Lorenzo, demostrando la fuerza de su equipo, se adelantó 2-0, con goles de Oscar Silva y Pontoni, exhibiendo un juego sólido y decidido, como un huracán imparable que amenazaba con arrasar con todo. Pero Newell’s no era un rival fácil. Con la garra característica del equipo rosarino, comenzó a reaccionar. En un abrir y cerrar de ojos, los leprosos empataron el encuentro 2-2, con doblete de Alfredo Runzer. El reloj marcaba los últimos minutos, y todo parecía indicar que el destino les iba a dar una última oportunidad de gloria.

En los últimos suspiros del partido, cuando todo parecía decidido, Nieres, defensor de Newell’s, intentó despejar un balón peligroso, pero, en un giro surrealista del destino, la pelota terminó entrando en su propia portería. El gol en contra selló el triunfo para San Lorenzo, y el estadio estalló, pero no en alegría... sino en furia. La impotencia se desbordó y lo que ocurrió a continuación pasó a ser parte de la historia negra del fútbol argentino.

Los hinchas de Newell’s, enfurecidos, rompieron el alambrado y se lanzaron sobre el árbitro Cossio, quien en un estado de desesperación absoluto, comenzó a correr para resguardarse. Creció la violencia en las tribunas y se desató un verdadero caos, mientras que la policía montada, tratando de contener a la multitud, arrojaba gases lacrimógenos en un vano intento por frenar a los hinchas locales. Cossio, esquivando golpes y palos, luchaba por escapar del campo y de esa turba salvaje que lo perseguía; llegó al Parque Independencia.

En un momento de desesperación extrema, Cossio logró subirse al capó de un automóvil que pasaba por la zona, con la esperanza de encontrar refugio. Pero el vehículo se detuvo y, como si todo estuviera en su contra, los hinchas lo rodearon. Uno de ellos, frenético, se quitó el cinturón y lo ató a un árbol mientras gritaba, con una rabia inhumana: “¡A colgarlo!”. Lo que ocurrió a continuación fue un infierno puro. La escena era dramática, con Cossio a merced de esos fanáticos descontrolados.

El árbitro fue salvado por tres soldados que, con valentía, se abrieron entre la multitud. La brutalidad de la situación, el pánico y la barbarie de la gente se grabaron en la mente de Cossio, quien despertó días después en el Sanatorio Británico, marcado no solo físicamente, sino también emocionalmente. Le contaron que había estado al borde de la muerte, y que esos soldados lo habían rescatado.

Aquel día no solo el balón fue el protagonista, sino el miedo, la ira y la violencia, dejando una cicatriz imborrable en la historia del fútbol argentino.

Fuente: telam

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